Image: Conde Ciano: Diarios 1937-1943

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Letras

Conde Ciano: Diarios 1937-1943

Galeazzo Ciano

5 febrero, 2004 01:00

Galeazzo Ciano, por Gusi Bejer

Traducción de S. Furio, F. Congost y B. Marcos. Crítica. Barcelona, 2004. 764 páginas, 49 euros

Los diarios de hombres públicos constituyen un género historiográfico de gran atractivo para los lectores porque, si realmente lo son, tienen el componente de una inmediatez que deja al desnudo la mayor o menor perspicacia del autor y su capacidad de reacción ante la realidad. Eso los diferencia de las memorias, en las que el paso de los años genera filtros que deben poner en guardia al lector y, más aún, al historiador que quiera trabajar con ellas. Un modelo de diario relacionado con el mundo cultural y político tal vez sea el que proporcionara Samuel Pepys, que nos dejó una crónica encriptada, a veces explosiva, de una década de la vida política y cultural londinense de la época de Carlos II Estuardo, lo que hizo que no se publicara hasta bien entrado el XIX.

Más cerca de nosotros, el testimonio de acontecimientos políticos españoles nos remite a Pedro Antonio de Alarcón, al propio Alfonso XIII, a Cambó y, sobre todo, a Manuel Azaña, que unió en sus diarios una sinceridad desgarrada con un estilo literario terso y deslumbrante que atrajo a los lectores desde que Juan Marichal los editara en 1968.

La publicación que se hace ahora de los diarios del conde Ciano (1903-1944), la primera versión íntegra de ellos en español, nos recuerda los diarios de Azaña porque, en ambos casos, las circunstancias derivadas de un desastre militar provocaron la división de los manuscritos originales y su edición por separado, a veces con mutilaciones lamentables. Ciano, yerno de Mussolini y figura destacada de los gobiernos italianos hasta febrero de 1943, comenzó sus diarios al hacerse cargo de la cartera de Asuntos Exteriores en 1936 pero, al caer Ciano en manos de los alemanes en 1943, éstos se apoderaron de la parte del manuscrito que iba hasta finales de 1938, del que sólo se pudo salvar los capítulos finales (de agosto de 1937 hasta finales de 1938), que se publicarían en Italia en 1948.

Ciano consiguió hacer llegar a su esposa Edda los de los años restantes (1939 a 1943), que aparecieron en Estados Unidos poco después de acabada la guerra (Doubleday, 1946). Una edición conjunta aparecería por primera vez en 1980 en Italia (Rizzoli) con una introducción de Renzo de Felice que, lamentablemente, se ha omitido en la versión española que tal vez haya tomado ocasión de una reciente traducción de esos diarios al inglés (Enigma Books, New York, 2002). Son los insondables caminos de nuestras políticas de ediciones que, como en este caso, se presentan sin dar los datos precisos del origen de la edición.

La parte americana de los diarios se editó con una introducción del autor, que también se reproduce en esta edición, fechada cuando quedaban menos de veinte días para su fusilamiento, que juzgaba ya inevitable y cercano. Eso le lleva a proclamar la sinceridad de su testimonio -"todo es tal como lo vi o escuché"- y a esbozar las claves del desastre que se desencadenó a partir de agosto de 1939, cuando Italia se vio arrastrada a la guerra por Hitler y Ribbentrop, que tomaron la decisión sin tener en cuenta a los dirigentes italianos ni las posibles limitaciones del acuerdo germano-italiano que se había firmado unos meses antes. "Nuestra suerte no les interesa", escribiría Ciano en la nota del 12 de agosto de 1939, después de visitar en Salzburgo a los jefes nazis. Lo malo era que Mussolini no habría de obstaculizar esos planes porque, al margen de considerar su honor comprometido con Alemania, quería "su parte de botín en Croacia y Dalmacia".

La consecuencia sería un completo desastre del que Ciano culpaba a la actuación de los alemanes -"una sarta de mentiras, de intrigas y de engaños"- y de su desleal relación con los italianos - "se nos ha tratado, no como socios, sino como siervos"-, hecha posible por la "deshonesta vileza de Mussolini". Se había recorrido un camino muy largo desde los primeros días del mes de febrero de aquel mismo 1943, cuando Ciano abandonaba el ministerio de Asuntos Exteriores y cerraba su diario con una declaración de su afecto al Duce. "A Mussolini le quiero, le quiero mucho, y la cosa que más ha de faltarme será el contacto con él".

Pero estos diarios tienen un interés suplementario para el público español ya que recogen la mayor parte de los años de la guerra civil española, en los que la intervención italiana resultó decisiva. De ahí que sean constantes las referencias a Franco, que aparece caracterizado como un simple subordinado al que no se le concede una capacidad estratégica mayor que la del comandante de un batallón. Eran motivos más que suficientes para que, en las ediciones que aparecieron en España a partir de 1946, el texto apareciera con numerosas mutilaciones, nacidas de la lógica prudencia de los editores, sin necesidad de tener que descalificarlos como falangistas.

Son, en cualquier caso, anécdotas de un testimonio en el que queda claro el intenso compromiso de Mussolini y de Ciano con la causa de Franco -"damos la sangre por España. ¿No es suficiente?"-, a pesar de las reservas que pudieran albergar sobre el caudillo español.

Un segundo tema español recurrente es el de la posible restauración monárquica española, que en Roma tenía una especial actualidad por la presencia del monarca destronado y, después de la muerte de Alfonso XIII en 1941, por la de su sucesor, el conde de Barcelona. Ciano, que vio con simpatía esa posibilidad cuando la guerra civil española aun estaba en marcha, se sumará después a los recelos que mostraba el Duce y así se lo hizo notar al embajador español Conde, que participaba en las intrigas monárquicas.

El otro gran personaje español de estos diarios es Serrano Súñer, un "cuñadísimo" que ofrecía evidentes paralelos con el "yernísimo" italiano, que no le ahorra críticas cuando, caído en desgracia el español, se maneja la posibilidad de mandarlo a la embajada de Roma. "No me entusiasma la idea -escribe Ciano- porque Serrano es intrigante y chismoso y puede causar graves dificultades. Habrá que ser prudentísimo con él".

La edición en español de los diarios reunidos de Ciano es, por lo tanto, una excelente noticia para cuantos se interesan por el conocimiento de aquellos turbulentos años y un apasionante ejercicio de reflexión sobre la posibilidad del poder para crear y destruir.



"España teme una guerra porque está agotada"
1939. 5-6-7 de junio
Salgo para Nápoles. Llega Serrano Súñer en el Duque de Aosta y, al mismo tiempo, en el Sardegna, el primer contingente de Flechas que vienen a Italia acompañando a los camaradas que regresan a la patria. Mucha emoción en todos [...]. Serrano Súñer me da un largo apretón de manos y expresa su gratitud por lo que Italia ha hecho y por la forma en que lo ha llevado a cabo. [...]

Celebro una larga conversación con Serrano Súñer, por la tarde, en automóvil, paseando por las amplias calles de Nápoles. Es un hombre grácil, delgado, enfermo. Una de esas personas nacidas más para el estudio y para la reflexión; todo conciencia, honradez y entusiasmo. Absorbido por el torbellino de la revolución, se ha convertido en actor y autor, y rea-liza su obra con una fe apasionada. Inteligente, aunque poco experto, vacila en su juicios entre los resultados de una práctica operante y las expresiones indefinidas y metafísicas de sus reflexiones. Pero predominan siempre los sentimientos: odia o quiere con ímpetu. Su bestia negra es Francia. [...]

Tratamos varias cuestiones: Guerra. España teme una guerra próxima porque está hoy agotada. Algunas regiones pasan hambre. Si disponde de dos o mejor de tres años de tiempo, podrá levantarse y completar su preparación militar. España estará con el Eje, porque hacia él la llevan el sentimiento y la razón. Una España neutral estaría destinada a un futuro de miseria y de humillación en cualquier eventualidad. Y, además, la España de Franco quiere resolver el problema de Gibraltar: mientras ondee allí la bandera británica, España no será una nación del todo soberana y libre. También con respecto a Francia -"la torpe e indecorosa Francia"- España tiene sus reivindicaciones y éstas se llaman Marruecos, independencia política y económica. Serrano Súñer estuvo muy contento al enterarse de que también nosotros y los alemanes deseamos retrasar el conflicto algunos años.

Relaciones con Italia. "La alianza existe en el espíritu; por el momento, es prematura protocolizarla". Pero desea llegar a ello. Muchas mayores reservas en relación con Alemania y esto sobre todo por la cuestión religiosa: es creyente, un convencido y fervoroso creyente. Los excesos antiocatólicos de los alemanes le repugnan.

Portugal. Considera fundamental para la política española y para el Eje sustraer a Portugal de la influencia británica. A pesar de que esto es difícil, piensa trabajar en tal sentido y pide nuestra colaboración.

Monarquía. Acaso "dentro de veinte años, España tenga necesidad de un rey". Entonces, si los Borbones se han portado bien, podrán volver a ocupar el trono. Pero ahora, no. Franco es el jefe del Estado, y la idea monárquica es sentida por pocos elementos. Muchos de los que gritan "Viva al rey" quieren ocultar con este grito la oposición al régimen. Contra esta gente Franco actuará con la más dura energía.

Serrano Suñer ha repetido estos argumentos al Duce en la larga entrevista que ha tenido lugar en el Palacio Venecia. El Duce confirmó su determinada hostilidad a la restauración monárquica y declaró que ésta "se convertiría en el centro del oportunismo y de la intriga".