Letras

Bob Dylan. El álbum. 1956-1966

Robert Santelli (Compilador). Traducción de Carlos Abreu. Global Rhythm, 2005. 64 páginas + cd, 33 euros

6 octubre, 2005 02:00

Bob Dylan, por Gusi Bejer

Seguramente, si el lector no es fanático de Dylan, no ha leído ni leerá nunca el primer volumen de su autobiografía titulado Crónicas, publicado en 2004, por más que las críticas hayan sido buenas. Si para el lector Dylan es, además de un cantante peludo y despeinado, un tipo misterioso, hará bien en sumergirse en este libro, que ilustrará al peatón despistado sobre su influencia y su papel en la historia de la música del siglo XX con la eficacia de una visita feliz a una exposición muy bien montada. Por otra parte, dentro de unos días verá la luz Bob Dylan. Años de madurez, de Paul Williamns, el tercer tomo de su biografía.

Bob Dylan, el álbum. 1956-1966 es un artilugio precioso, el primer libro que ha conseguido convertirse en una exposición portátil. No tenemos que coger un avión hasta Seattle ni navegar por Internet. Llevarse este libro a casa es un acierto porque su observación y lectura no están sujetas a la admiración por el personaje. Las garantiza por sí solo un diseño de libro-objeto exquisito, logro de Joana Price asesorada por Geoff Gans. Además de un CD que recopila 14 extractos de entrevistas radiofónicas de los años 60, el libro nos sorprende con numerosas solapas adosadas a sus 64 impresionantes páginas, sobres, estuches o bolsas de canguro de varios materiales que contienen álbumes de fotos, facsímiles de manuscritos, recortes de periódicos, tíckets de conciertos, carteles... De modo que las 64 páginas se convierten en bastantes más, lo que justifica que el volumen venga protegido en una caja rígida que hace de esta edición un objeto de bibliómano.

No se equivoquen, no estamos ante un libro de juguete. Si han visto la película Tira a mamá del tren, con Billy Crystal y Danny De Vito, recordarán la escena final en que el escritor "de verdad", el personaje de Crystal, palidece cuando cree que su amigo (De Vito), ha escrito un libro sobre el mismo tema que él, y se tranquiliza cuando entiende que el libro de De Vito es para niños, sin apenas texto, está lleno de desplegables y figuras móviles. No es el caso. Este libro sobre Dylan es sencillamente una obra maestra del diseño, no cae en la tontería y ofrece la información perfecta para mostrarnos el curioso descubrimiento de una voz nueva a la que en los 60 se le quiso adjudicar una misión profética, y sus maniobras para zafarse de esa cruz. De más está decir que para los fans del poeta de Minnesota esta edición es una verdadera fiesta.

El editor, Robert Santelli, organizó desde el Experience Music Project de Seattle una exposición en 2004, titulada Bob Dylan"s American Journey, 1956-1966, que se exhibirá en museos de todo el mundo. Este libro es el testimonio obligado de tal experiencia.

Para cualquier aficionado a la música pop ha de ser interesante sumergirse en la historia de un joven, Robert Allen Zimmerman, que desde hace ya mucho tiempo y a su pesar ha sido elevado al pedestal de los pioneros y revolucionarios de la historia del arte. Si hubiera que dar tres nombres en la historia del rock, el suyo estaría junto a Elvis y los Beatles. Dotó a la música de conciencia, "liberó nuestra mente", dijo Bruce Springsteen. Elvis sólo había liberado el cuerpo. Se inventó y reinventó continuamente a sí mismo. Su carrera dura cinco décadas, pero en la primera están tal vez las claves de toda su vida.

En su adolescencia Bob había formado varias bandas de rock, muy influido por Little Richard. En una de ellas inventó su primer nombre artístico, Leston Gunn. Vivía en Hibbing, y no adoptó un nuevo y definitivo nombre hasta que llega Dinkytown, se matricula en la universidad y lee con fruición a los beat y a Dylan Thomas. Pero allí forja su identidad fabulosa, se inventa una juventud de vagabundo y feriante: ya estaba probando que su fuerte iba a ser contar historias. Cambiaría su vida la lectura de un libro del cantante folk Woody Guthrie, Bound of glory, una especie de autobiografía en la que relataba sus viajes por EE.UU. pegado a una guitarra. Dylan se obsesionó con Guthrie: lo asimiló, lo imitó, se transformó en Guthrie. Copió su indumentaria, memorizó su repertorio.

Dylan se decantó por el folk aplazando su faceta rockera y porque en ese estilo podía prescindir de banda. Dejó la universidad y se marchó con 19 años a Nueva York, consciente de lo improbable que era para un joven del Medio Oeste triunfar en el centro del mundo. Allí se mueve por los ambientes musicales y culturales del Green Village, toca en garitos, y en uno de ellos hasta le pagan. En un concierto, en que actúa de telonero, lo ve el crítico Robert Shelton, quien afirma en su crónica del prestigioso New York Times que Dylan "rebosa talento". Introducido en ambientes folk, toca y graba con Carolyn Hester, joven promesa fichada por el sello Columbia. Pronto Columbia se anima a fichar a Dylan, en un momento en que el éxito del género (Joan Baez) sugiere que la cantera tiene futuro. Tiene 20 años y Albert Grossman se convierte en su mánager.

Aunque sobre todo hace versiones de temas clásicos, que interpreta con evidente originalidad, empieza a componer algunos propios y sorprende su sentido del humor. En 1963 aparece su segundo disco, The Freewheelin", el primero con predominio de canciones propias, y compuesto con la certeza de que hay que escribir, como Guthrie, sobre temas de actualidad. Su novia, Suze Rotolo, colaboradora del Congreso para la Igualdad Racial, influye sin duda en la sensibilidad social que transpiran las canciones.

En The Freewheelin" aparece Blowin" in the wind, y ya le cae encima la dura etiqueta de "portavoz de una generación". Peter, Paul and Mary hacen una versión de Blowin" y la lanzan al segundo puesto en las listas. Dylan se hace rico con los royalties antes que famoso. Y aquí se plantea un tema que el libro elude. Este es el primer caso de una larga serie de versiones que jalonan la carrera de Dylan, cuyas composiciones, en versión de otros, parecen dictar una sentencia: ¿Es Dylan un buen letrista pero tiene limitaciones como arreglista o intérprete? Los Byrds versionan Mr. Tambourine. Lo versionan también Soony and Cher, Turtles, Animals, Manfred Mann… No entra el libro en comentar la calidad vocal de Dylan, a quien elogia sin excesos como guitarrista o armonicista. John Lennon llegó a decir que Dylan relinchaba, pero que estaba marcando el camino es algo que reconocieron los Beatles y el mundo del rock en conjunto.

Lo amadrinó Joan Baez en el festival folk de Newport en 1963. Estuvo con ella y Luther King en la marcha de Washington. Podía parecer un activista político comprometido, pero en realidad era un poeta pesimista que no tenía fe en cambiar nada. "Sólo mido 1"77. El mundo puede apañárselas sin mí", dijo en el 64. Cuando decidió "electrificarse" se vio sometido a abucheos desde el purismo folk, pero el placer de tocar con banda se impuso, y esa crisis le empujó a una nueva reinvención. Se cayó de la moto, como San Pablo del caballo, y dejó entrar en su obra la voz del espíritu.

Scorsese y el mito
(Declaraciones de Dylan extraídas del documental de Matin Scorsese No direction home: Bob Dylan y que se incluyen en el CD que acompaña a El álbum)
Sobre su iniciación en la música: En realidad empecé a tocar muy joven. Cuando tenía unos diez u once años, empecé a tocar la guitarra. Encontré una en casa, que había compardo mi padre. Y encontré otra cosa. Fue una especie de descubrimiento místico para mí. La gente que había vivido en la casa antes que nosotros había dejado algunos muebles. Entre ellos había una gran radio de caoba. Era como una máquina de discos y, cuando levantabas la tapa, veías que tenía un giradiscos de 78. Un día la levanté, y había un disco puesto, un disco de country, creo. El caso es que era una canción llamada Driftin’ Too Far From Shore, creo que intrepretada por los Stranley Brothers, o por Bill Monroe. Cuando lo puse, me transportó a otro mundo.
Sobre la música folk: Oía a Leadbelly cantar algo (...). Entonces dije: "Oooh". Yo también quería cantar eso. (...) Me pareció que la música folk conectaba con la visión que yo siempre había tenido de la vida, la gente y las instituciones... Y la ideología. Lo desvelaba todo para que yo lo descubriese.

Pruebas de artista
A su llegada a Nueva York con apenas veinte años, Bob Dylan se presentó a la comunidad musical en los escenarios folkies de Greenwich Village, teloneando incluso a artistas como John Lee Hooker en garitos como el Gerde’s, tal y como muestra el cartel original reproducido en El álbum. 1956-1966. También contiene una reproducción de un ejemplar de la cubierta de su primer disco, Bob Dylan (1961), que lleva manuscritos con su puño y letra los primeros versos de Song to Woody (dedicado a su mecenas espiritual el cantautor folk Woody Guthrie).

Otros facsímiles de gran valor fetichista en este libro-objeto son los trozos de papel en los que escribió a mano las letras de la mítica Blowin’ in the Wind, su primer gran éxito, y de otras canciones como Chimes of Freedom, It Ain’t Me Babe o She’s Your Lover Now (a máquina con correciones autógrafas). No menos interés tiene el primer cartel promocional (en formato adhesivo) del documental canónico Don’t Look Back, en el que D. A. Peenebaker filmó estilo cinema verité la gira europea de 1965, cuando la fama ya había llamado a las puertas de un Dylan arrogante y sabio, en cuyo interior se estaba produciendo la conversión del folk al rock mercurial (aparece componiendo Like a Rolling Stone al piano en unas imágenes impagables) que hizo pública en el Festival de Newport en 1965. De aquel célebre concierto, se reproduce la nota en la que el crítico Robert Shelton anotó sus impresiones.