Letras

23-F. La verdad

Francisco Medina

23 febrero, 2006 01:00

Ilustración de Ajubel

Plaza & Janés. Barcelona, 2006. 448 páginas, 19 euros

Cuando se cumple un cuarto de siglo del intento de golpe de Estado que protagonizó el 23 de febrero de 1981 el teniente coronel Antonio Tejero, con la toma del Congreso de los Diputados, resulta fácil comprobar que la literatura originada por aquellos hechos ha sido muy abundante.

A las tempranas indagaciones de Pilar Urbano o Francisco Mora, que fueron seguidas por la recopilación de las apasionantes crónicas sobre el juicio de Campamento, que publicó Martín Prieto en "El país", se han añadido un buen número de títulos que sería vano tratar de aludir aquí exhaustivamente.

Lo que sí cabe decir es que esa acumulación de títulos se debe, en su mayor parte, a investigaciones de periodistas o a testimonios de algunos militares que protagonizaron aquellos hechos, aunque carezcamos del testimonio de los personajes centrales en el golpe fracasado. Los historiadores profesionales, con muy escasas excepciones, apenas se han ocupado detenidamente de aquellos hechos y, cuando lo hagan, tendrán un excelente material de referencia en el medio centenar de títulos de entidad que se han publicado ya sobre aquellos hechos, esenciales para la comprensión de la España de la transición a la democracia.

Por otra parte, los aniversarios de 1991 y 2001 sirvieron para acrecentar este caudal de publicaciones y, tal vez en menor medida, lo mismo ha ocurrido con el aniversario que ahora se cumple, que ha presenciado la puesta al día de algún trabajo ya conocido, como el de Oneto, o testimonios originales, como el que de Francisco Medina, que da pie a estas líneas.

De la mayoría de esos testimonios se desprende la imagen de una problemática transición española a la democracia en la que el Ejército, que había sido una de las instituciones vertebrales del régimen franquista, tuvo que superar enormes tensiones internas para asimilar las decisiones de los nuevos gobernantes. La más dura de todas tal vez fuese la legalización del Partido Comunista de España en el sábado santo de 1977 que, para el Gobierno de entonces, presidido por Adolfo Suárez, era un gesto que daba completa credibilidad democrática a la consulta electoral del siguiente mes de junio. Como señalaría Tejero, en uno de los incidentes que tuvo por entonces con sus jefes, la ideología comunista era la misma que animaba a quienes mataban a sus guardias civiles.

El Ejército, en cualquier caso, asimilaría aquella medida, pero asistió con preocupación al desarrollo de un sistema político que tuvo que afrontar una coyuntura económica difícil -que trajo paro e inflación-, un partido de gobierno con un liderazgo de Suárez muy discutido, un terrorismo que había multiplicado el número de sus víctimas después de la muerte de Franco y, como repugnante colofón para el estamento militar, la amenaza a la unidad de España que la organización autonómica del Estado ponía en manos de los partidos nacionalistas.

ése es el telón de fondo sobre el que Francisco Medina ha realizado un apasionante trabajo de investigación en el que priman los testimonios personales -en algunos casos anónimos- de militares que fueron testigos privilegiados de aquellos hechos. Un pequeño coro de "gargantas profundas" que permiten tener una imagen muy viva de los ámbitos castrenses en los que, por aquellos años, se hizo tan común la expresión "algo hay que hacer".

Lo que se hicieron fueron diversas iniciativas, no siempre coordinadas, en las que, junto a los militares, coincidieron personajes políti-
cos de muy diverso signo y, según la expresión que Francisco Medina pone en boca de su principal informante anónimo, con el "aliento clave" de algunas instancias relacionadas con el gobierno norteamericano. Sin embargo, este aspecto, que se ha presentado como uno de los elementos innovadores de la investigación, parece asentado sobre datos muy circunstanciales y, en todo caso, no dejaría de ser un "aliento" leve en el marco de la borrasca que sacudía a la vida española.

Medina consigue una descripción muy sugerente de las diversas tramas golpistas que se pusieron en marcha desde una fecha muy temprana -tal vez desde el mismo otoño de 1977- orientadas a una "Operación De Gaulle" que rendía tributo de admiración a la tarea de rectificación que aquel general había dado a la IV República francesa con el apoyo de los militares que estaban en Argelia. En el caso español, la tarea de dar "el golpe de timón" parecía reservada al general Armada que, a principios de 1981, parecía haber recuperado la confianza del monarca y había realizado continuos y variados contactos con personajes de casi todo el espectro político, así como del mundo periodístico y financiero. La idea, según el autor, era que un voto de censura al Gobierno permitiese al Rey encargar el gobierno a Armada, para rectificar la situación. La intervención de Tejero no haría sino precipitar los acontecimientos.