Letras

Yunus. El precio de un sueño. La aventura de Muhammad Yunus y el Grameen Bank

David Bornstein

11 enero, 2007 01:00

Traducción de Carme Font. Debate. Barcelona, 2006. 460 páginas, 20 euros. El banquero de los pobres. Muhammad Yunus y Alan Jolis. Traducción de Albino Santos. Paidós, 2006. 277 pp., 20 e.

La concesión del Nobel de la Paz en 2006 a Muhammad Yunus no ha representado el descubrimiento de este economista bengalí en España. Hace ocho años, le fue otorgado el premio Príncipe de Asturias a la Concordia. Y en otras ocasiones ha visitado nuestro país, recibiendo el doctorado cum laude de la Universidad Complutense de Madrid y pronunciando diversas conferencias. Recientemente fue traducida su autobiografía, escrita junto con Alan Jolis. Llega ahora este libro del periodista David Bornstein, que refleja, con notable viveza, el mundo en que nació el experimento social de Yunus y su Banco Grameen, el Bangladesh agrícola, con una densidad de población de casi 1.000 habitantes por kilómetro cuadrado y una renta per cápita que es la mitad aproximadamente de la que tiene la India y menos de un 8 por 100 de la española.

Muhammad Yunus nació en ese país -cuando aún era el Pakistán oriental-- hace sesenta y dos años. Se graduó en Economía en Estados Unidos, en Tennessee, gracias a una beca Fulbright, y más tarde fue profesor de la misma disciplina en su país natal, en la de Chittagong. En los años setenta, a raíz de la independencia de Bangladesh, cuando sobrevino una gran hambruna, Yunus sintió que su esfuerzo por explicar economía teórica le resultaba insatisfactorio Al mismo tiempo, adquirió el convencimiento de que tanto las instituciones capitalistas convencionales -por ejemplo, los bancos que exigen avales o garantías para sus préstamos- como los programas de desarrollo planificado, financiados muchas veces con ayuda internacional, dejan al margen de sus efectos a la mayoría de la población, justamente la más carente de recursos. Concibió entonces la idea de empezar a transformar la situación desde abajo, convenciendo a los campesinos pobres, o mejor dicho, a sus mujeres, para que acudieran al banco que creó, el Grameen, en demanda de un crédito muy pequeño, a veces inferior a un dólar americano, que pagarían, con sus correspondientes intereses, deduciendo cada mes una pequeña parte de sus ingresos. Lo suficiente para comprar una vaca o una simple herramienta.

No se trata de una acción de beneficencia, ni de una iniciativa social carente de lucro. En todo caso, su idea sugiere la formación de un cierto capitalismo popular y primitivo, como debieron de ser las cajas de ahorro españolas en sus comienzos, antes de que el Estado interviniera sus recursos. David Bornstein en su libro menciona la posible influencia de Adam Smith sobre el economista bengalí. En efecto, Yunus respeta esencialmente los principios del mercado, y espera que el conjunto de la sociedad se beneficie gracias a las acciones individuales, al igual que la mano invisible de Adam Smith.

David Bornstein se refiere también a La teoría de los sentimientos morales, cuando menciona la influencia que tiene la comunidad de los parientes y vecinos sobre los individuos, por medio del "favor y buena opinión" que se forman sobre una conducta "tolerablemente regular". A propósito de la experiencia de Yunus, habría asimismo que recordar la propensión a intercambiar que Smith descubre en el alma de todo hombre.

Yunus, en un primer momento -en medio del escepticismo general-facilitó los préstamos de su bolsillo, sin solicitar garantías de ninguna clase. Al poco tiempo, formó el Banco Grameen, cuyos accionistas eran los propios prestatarios, el cual concedería los microcréditos, sin respaldo pero con interés variable, no demasiado alejado del interés de mercado. De modo progresivo, el Grameen concedió préstamos para las modestísimas inversiones agrícolas o manufactureras, para la construcción de viviendas, para estudios universitarios -la educación elemental y secundaria es gratuita en Bangladesh- y para negocios, a escala muy reducida, relacionados con nuevas tecnologías. Por ejemplo, Yunus convenció a un grupo de mujeres para que invirtieran en la compra de teléfonos móviles, no para usarlos ellas mismas, sino para alquilarlos a otros que los necesitaran. Hoy, el Banco Grameen tiene 13.000 empleados y cuatro millones de prestatarios.

El noventa y cinco por ciento de los usuarios, y de los accionistas del Grameen, eran mujeres. Yunus sabía que las mujeres tenían una visión a largo plazo más realista que los hombres y comprenderían mejor las ventajas del pequeño ahorro. Al ser, además de clientes, accionistas del Banco, cuidarían de evitar los impagos, apenas un dos por ciento de los créditos concedidos. Las madres de familia estaban más abiertas a las mejoras sencillas, y Yunus confiaba en que las condiciones satisfactorias de una vivienda austera, pero digna, y la esperanza en un futuro mejor para sus hijos contribuyeran a aumentar la productividad y a asumir el coste de un crédito. También comprobó que, al tomar decisiones económicas a largo plazo, las mujeres controlaban mejor la natalidad. El esfuerzo de Yunus con la población femenina no resultó fácil, si se tiene en cuenta que el ochenta por ciento de la población bengalí es mahometana y que el permiso del marido resulta necesario a las mujeres para realizar cualquier acto de naturaleza jurídica; por otra parte, había prejuicios religiosos contra el interés e incluso contra el préstamo. Sin duda, a Yunus le resultó muy conveniente, en su acción pedagógica -no menos importante que la económica-, la transmisión de las nuevas ideas del grupo de campesinos, sobre todo de mujeres, con una media de cinco o seis por grupo. El grupo también se demostró eficaz en el reducido grado de fallidos. Cuando un deudor se encontraba, de modo inesperado, sin recursos con que hacer frente a la devolución del préstamo, a causa, por ejemplo, de un accidente, el grupo convencía al afectado para renegociar el préstamo en lo concerniente a las cuotas y en los plazos. Pero no se perdonaba el crédito ni se reducían los intereses. Tampoco había responsabilidad mancomunada para los miembros de un grupo -que era totalmente informal- ni mucho menos para los accionistas o prestatarios del Banco. En una primera fase, Mohammad Yunus se dirigió al sector de la población pobre no indigente, como los campesinos -que forman la mayoría de la población bengalí-, pero después incluyó en su iniciativa a los paupérrimos, a quienes hizo ver las ventajas de sustituir, o al menos de compartir, la mendicidad con la venta de baratijas o de frutos.

¿Es el sistema Grameen una alternativa a las políticas macroeconómicas y a la ayuda de las organizaciones internacionales? Bornstein muestra a un Yunus disconforme con el enfoque de dichos organismos. Recuerda, en este sentido, las enseñanzas de Hernando de Soto para Perú. También podía haber recordado al pakistaní Akhter Ha- meed Khan, partidario de los estímulos surgidos en las comunidades locales y antecesor del propio Yunus en considerar que la pobreza no es tanto carencia de recursos cuanto de iniciativa. Pero ello no impide que sea necesaria también una acción del gobierno, o de las agencias supranacionales, para reducir la inflación y para tratar de mantener el equilibrio presupuestario. Sin tales políticas, muchos de los esfuerzos individuales y de las expectativas de los pequeños ahorradores e inversores se malograrían.

La clave del éxito

A finales de 2006 Yunus concedió una entrevista a la BBC con internautas de todo el mundo, a los que explicó los secretos de su sistema:

-"La clave del éxito es el sistema mismo, la forma en que fue diseñado: es un sistema amigable, no castiga a nadie y la gente se siente cómoda con él. Otro factor es la relación muy estrecha entre el Banco y los prestatarios, es una relación de tipo familiar. De forma que los prestatarios no se sienten amenazados por nadie".

-Su banco presta principalmente a mujeres. ¿Cree que el mundo sería más pacífico si fuera gobernado por ellas? (Enrique J. Sánchez, Salamanca)

-Diría que es así, y que no se justifica que la mitad de la población mundial se excluya, de modo que incorporarlas creará un equilibrio en la sociedad. Las mujeres tienen mucho que contribuir, son equilibradas, muy conscientes de sus responsabilidades personales y sociales. Podemos aprovechar esto para construir una sociedad mejor, inclusiva, donde las mujeres participen de las actividades principales.

-¿Cuál es su mensaje para los más jóvenes?

-A los jóvenes les diría antes que nada que pueden diseñar el mundo que les gustaría tener con el mayor detalle posible, una especie de mundo de sus sueños para construir. Si cada uno de nosotros nos dedicamos a crear el mundo de nuestros sueños, todo el mundo llegará a ser la clase de mundo que queremos.