La biografía oral del Dalai Lama
por Deborah Hart Strober y Gerald S. Strober
26 abril, 2007 02:00El Dalai Lama
¿Cuál es la fuente de la tremenda atracción internacional que ejerce el Dalai Lama y hasta qué punto la imagen pública refleja al hombre? ¿Es solamente un monje humilde con un simple mensaje de amor y compasión, o es un astuto político con un gran dominio de las técnicas de relaciones públicas modernas?
La biografía oral del Dalai Lama plantea un acercamiento único para responder a ésas y a otras preguntas. Mediante entrevistas a más de cincuenta personas, incluyendo políticos, seguidores, clérigos y críticos, esta obra presenta un íntimo y poco corriente retrato de Su Santidad. Una biografía que nace a partir de testimonios reales con el fin de dar a conocer la verdadera personalidad del Dalai Lama, desde su infantil sentido de la diversión a su insaciable curiosidad por los últimos avances en física y astronomía; desde el sonido de sus carcajadas hasta la integridad de sus pensamientos éticos y espirituales. Como en una cámara indiscreta, las imágenes van uniéndose para otorgar un perfil coherente de este hombre que, finalmente, evoca su verdadero carácter y explica, también, el efecto que causa en todos los que lo conocen.
La llegada de la ocupación del Tíbet: opresión y exilio
A finales de 1949, después de establecerse la República Popular China, el ejército de liberación del pueblo lanzó una serie de incursiones en el Tíbet oriental. Aquellos saqueos tuvieron lugar el otoño de 1950 con una invasión a gran escala de diez mil tropas. La ocupación del Tíbet, ahora hace cincuenta y cinco años, dejó un millón de tibetanos muertos, una sexta parte de la población, mientras otros fueron sistemáticamente torturados o encarcelados por sus prácticas religiosas y su resistencia a la agresión china. La invasión también fue responsable de la destrucción de más de seis mil monasterios que fueron saqueados, y expoliadas las reliquias religiosas y los emblemas nacionales de la conversión forzada de miles de aldeanos; de la devastación del ecosistema del país, utilizado al Tíbet para la producción de armamento nuclear, y como vertedero de residuos nucleares; de la transferencia de la etnia china, convirtiendo a los nativos tibetanos en una minoría en su propia nación. Además, la gente del Tíbet estaba sujeta a las vicisitudes de las luchas políticas internas chinas, más notables en el periodo conocido como El Gran Salto Adelante y durante la Revolución Cultural.
Las justificaciones chinas para la invasión
Sun Wade.
Históricamente, el Tíbet ha formado parte de China desde el tiempo de la dinastía Tang, que data del 618 al 907 d. C. Los tibetanos en Han, a través de casamientos con familias reales y a través de contactos que conducían a alianzas, gozaban de consolidados lazos políticos y parentescos de unidad y relación política, además de relaciones económicas y culturales muy cercanas. Así que habían establecido un sólido fundamento para la constitución de una nación unificada. A mediados del siglo XIII, Tíbet fue oficialmente incorporado en el territorio de la dinastía Yuan china (establecida por Kublai Khan, 1215-1294, conquistador de China y fundador de la dinastía Mongol). Hasta entonces China había sufrido varios cambios dinásticos pero el Tíbet había permanecido bajo la jurisdicción del gobierno chino. Y el gobierno mantuvo el poder para confirmar la reencarnación de todos los grandes budas del Tíbet. En otoño de 1911 una revolución tuvo lugar en el interior de China derrocando al regente de la dinastía Ching y estableciendo la República China. El gobierno central de la República Popular China ejerció la jurisdicción sobre el Tíbet. La Oficina de Asuntos Tibetanos y Mongoles fue establecida por el gobierno central en 1912 para reemplazar el departamento en funciones de temas administrativos de Mongolia vinculado a la dinastía Ching. La oficina era también responsable de los asuntos locales tibetanos. En abril de 1940, la comisión para los asuntos mongoles y tibetanos abrió una oficina en Lhasa como destacamento permanente del gobierno central en Tíbet. La muerte del décimo tercer Dalai Lama en diciembre de 1933 fue comunicada al gobierno central por el gobierno local tibetano a la manera tradicional, y el gobierno local tibetano asumió el sistema antiguo: presentar al gobierno central todos los procedimientos que deberán ser seguidos en la búsqueda de la reencarnación del décimo tercer Dalai Lama.
Harry Wu.
Retrocediendo hasta el gobierno de Kuomintang, ellos siempre afirmaron que el Tíbet era parte de China. En 1991 regresé a China (después de haber sido encarcelado bajo el sistema laogai durante muchos años). Hay dos localidades laogais; una en el desierto de Takla Makan y la otra en el desierto del Gobi. Realmente es la Siberia china; como en Moscú exilian a la gente allí. Mi mayor preocupación era el sistema laogai; sé que mucha gente ha desaparecido en el desierto. A lo largo de todo el desierto hay enormes campos de trabajo, como Magadan (el infame campo de trabajo soviético donde muchos disidentes, incluyendo refugiados judíos, fueron encarcelados durante el comunismo). Yo lo crucé. La gente decía: "Hay una tumba allí; en la dinastía Tang (618-907 d.C.), una princesa se casó con un rey tibetano, esta es una historia popular entre los chinos". Desde tiempos de la dinastía Tang ya estábamos emparentados. "¿No es Tíbet parte de China? ¡Desde luego!". Pero yo digo: "Espera un momento" porque en la tumba dice claramente que la princesa era china, (en realidad no era una princesa, sólo una bonita muchacha elegida por el emperador). Pero fue escoltada hasta la frontera china y puesta en manos de los tibetanos. ¡En la frontera! Luego encontré una publicación de las autoridades de Pekín, de lo que ellos llamaban mapa histórico actual. Según la dinastía Ching, Ming y Han, Tíbet nunca formó parte de China: ¡Mentían!
Tensiones que conducen a la invasión
Heinrich Harrer.
Después del avance de las tropas comunistas chinas informé al Dalai Lama y a los ministros de asuntos exteriores. Yo tenía un receptor de radio -era muy, muy viejo; tengo fotografías donde estoy sentado junto a este equipo de radio-. De hecho, yo les advertí de dónde realizarían su primer ataque. Siempre se movían bajo la luz de la luna cuando ésta era muy brillante. Se movían avanzando hacia el interior del país que querían ocupar. Alerté a los tibetanos y, como sabéis, intentaron hacer algo. Para mí fue muy difícil porque debía ser muy cauteloso; algunos de los tibetanos me consideraban un alborotador por decir que pasarían esascosas en el Tíbet.
Robert Ford.
Siempre hubo esa sensación de miedo entre la gente. Todo lo que sabían de los chinos era lo mal que habían tratado a los tibetanos durante el periodo de 1915 a 1917. Había mucha desconfianza, siempre existía el miedo a que los chinos llegaran algún día. No creo que nadie se esperara que viniesen tan rápidamente como lo hicieron en 1950, habiendo accedido al poder sólo un año antes.
Gelek Rinpoché.
Para alguna gente en el Tíbet la invasión china fue una sorpresa. Tenían la fuerte convicción de que el Tíbet era un lugar sagrado. Tenía aquellas enormes montañas nevadas muy difíciles de cruzar. Pero escuché de mis padres que los chinos estaban viniendo. La propaganda llegaba a través de la radio desde China, sugiriendo que China tenía un poder militar más allá de lo que nadie se podía imaginar: los chinos podían llegar por aire, agua, o a través de las montañas. Así supimos también lo que pasó en Mongolia. Entonces, empezaron a llegar riadas de gente procedente del Tíbet oriental y vendían sus posesiones muy baratas en el mercado de Lhasa. Esto pasaba delante de nuestras narices, pero el gobierno no despertó. Muchos oficiales creyeron que podían arreglarlo hablando con los chinos. Después de todo, eran seres humanos. Algunos oficiales les consideraban expertos en diplomacia. Otros en los monasterios no querían alterar la paz. La gente en las aldeas pensaron que estaban a salvo por ser aldeanos. Los nómadas pensaron que tampoco corrían peligro. Así que esa era la situación a la que se enfrentaba el Tíbet.
Históricamente China y Tíbet eran naciones separadas. Ciertamente, el décimo tercer Dalai Lama reiteró la independencia del Tíbet en 1913. China, sin embargo, durante los años de régimen nacional y después del establecimiento de la República Popular en 1949, deseaba incorporar al Tíbet en su propio territorio. La invasión a gran escala de los chinos en el Tíbet en el otoño de 1950 pavimentó la manera de tomar posesión. El ejército tibetano era incapaz de contrarrestar la abrumadora ventaja de China tanto en tropas como en armamento, y en 1951 los chinos tomaron Lhasa.
Las súplicas del gobierno tibetano a las Naciones Unidas, así como a sus tradicionales aliados -Gran Bretaña, India y los Estados Unidos- fueron desatendidas para que les ayudaran a contener la agresión china. En la ONU tenían poco interés en colocar el asunto del Tíbet en su ya abarrotada agenda tras la Segunda Guerra Mundial. Además, tanto la organización como aquellas naciones que normalmente habían simpatizado con la situación del Tíbet estaban en aquel entonces comprometidas en una mayor acción militar en la península de Corea.
En un intento de atajar la avanzada crisis, el Dalai Lama y su gobierno hizo un estratégico y temporal movimiento a Dromo, una ciudad al sur del Tíbet muy cercana a la frontera con India. Durante la estancia de Su Santidad en Dromo los chinos iniciaron conversaciones políticas con una delegación de oficiales tibetanos encabezada por Ngabo Ngawang Jigme, el destituido gobernador de una de las provincias más orientales del Tíbet. El 3 de mayo de 1951, bajo coerción china y sin ninguna guía clara por parte del Dalai Lama, Jigme firmó el Acuerdo de Diecisiete Puntos según el cual establecía la soberanía china sobre el Tíbet.
El Dalai Lama al saber por una difusión de radio que se había firmado tal acuerdo sufrió una profunda conmoción declarando que los términos eran "mucho peores y mucho más represivos de lo que se podía imaginar". Fuesen cuales fuesen las circunstancias que rodearon la redacción de un Acuerdo de los Diecisiete Puntos, así como el asunto de si Jigme poseía la autoridad suficiente para firmarlo, la República Popular China había creado un pretexto legal para controlar el Tíbet.
En 1987 en una reunión de la Comisión de los Derechos Humanos de los Estados Unidos, el Dalai Lama articuló un plan en Cinco Puntos para la Paz como resolución del conflicto que dura décadas con China. Acentuando la paz y los derechos humanos, el plan llamaba al respeto por los derechos humanos del pueblo tibetano y sus libertades democráticas. El Dalai Lama propuso que el Tíbet se convirtiera en una zona sin violencia y sin ejércitos. Bajo ese plan el medio ambiente del Tíbet sería restaurado y protegido.
Rinchen Dharlo.
Mi ciudad natal está justo en la frontera. Los chinos no entraron en ella después de la invasión y firma del Acuerdo de los Diecisiete Puntos. Dicho acuerdo se firmó en 1951. Creo que el primer grupo de chinos llegó a mi ciudad sobre el cincuenta y seis y estuvieron allí poco tiempo, un año más o menos. De repente todos ellos abandonaron la ciudad y la gente se alegró; pensaron que los chinos regresaban a China. Pero hubo una rebelión en el centro del Tíbet y los soldados chinos se desplegaron para aplastar el levantamiento. Nosotros no supimos nada de eso.
La marcha china hacia Lhasa
Gelek Rinpoché.
Recuerdo muy bien el día en que los soldados chinos entraron en Lhasa. Llegaron por detrás de mi casa llevando una enorme bandera y fotos de Mao. Llevaban banda de música también. La gente de Lhasa estaba en las calles para ver la llegada. Hay una cosa muy divertida en la cultura tibetana: los aplausos significan "¡Marchaos de aquí! ¡Perdeos!". Cuando los chinos vieron cómo los residentes de Lhasa les aplaudían supusieron que aquello era una bienvenida pública. Así pues, cuando los chinos repartieron fotos de propaganda y películas de su llegada a Lhasa, el mundo entero se pensó que la gente del Tíbet les daba la bienvenida. Pero los tibetanosestaban diciendo: "¡Marchaos de aquí! ¡Fuera!".
Pema Chhinjor.
Los luchadores tibetanos por la libertad eran muy inocentes; no se dieron cuenta de lo poderosos que eran los chinos. Al mismo tiempo China, por motivos políticos, no quiso hacer uso de toda su fuerza. El mundo entero vio lo que China le estaba haciendo al Tíbet.
El Dalai Lama sigue con su vida durante la ocupación
En 1959 encarando su irrevocable exilio, Su Santidad, quien había empezado su educación religiosa cuando era un niño, acababa de cumplir los veinte y debía pasar el riguroso y largo día de exámenes finales en el Templo Jokhang, en Lhasa. Durante la sesión de la mañana fue examinado por treinta eruditos en lógica; por la tarde debatió con quince eruditos sobre el "Camino Medio"; y al caer la noche pusieron a prueba su conocimiento sobre los cánones de la disciplina monástica y metafísica un total de treinta y cinco monjes-eruditos.
Gueshe Lhundrup Sopa.
Yo era el compañero del examinador cuando Su Santidad pasó el examen para obtener el título de gueshe, en el Tíbet. Su examen fue de algún modo distinto de los demás, que eran exámenes más comunes. Fue algo distinto, oficial. Normalmente en los exámenes participan abades de los grandes monasterios, oficiales del gobierno y eruditos. Ellos dan las calificaciones. Cuando Su Santidad se examinó fueron elegidos como examinadores los representantes de los grandes monasterios. Duró todo el día, mañana, tarde y noche, tres veces tuvo que examinarse en varios tópicos. él respondió a todas las preguntas de manera brillante. Por supuesto todo el mundo esperaba que lo hiciera muy bien: se había preparado a fondo durante mucho tiempo; cada día en el Norbulingka, eruditos de los grandes monasterios debatían con él, así que estaba bien preparado. En aquel momento, cuando participé en el examen de Su Santidad, no tuve tiempo para establecer una relación con él, pero tuve la impresión de que era un gran erudito y una persona muy inteligente y compasiva. Más tarde, cuando dejé Tíbet para ir a Dharamsala, tuve la oportunidad de mantener una conversación más personal. Y, otra vez, mi impresión fue que era inteligente, cordial, y un Dalai Lama como nunca lo había habido.
Profesor Jonathan Mirsky.
Estaba en la parte trasera de un coche con él hace muchos años aquí, en Londres. Yo había estado leyendo sobre los exámenes que se debían pasar para obtener el título de gueshe. él me dijo que los encontró muy difíciles y que era bastante perezoso y, que unos meses antes del examen, uno de sus tutores le dijo: "¿Sabes? Va a ser tremendamente vergonzoso verte fallar en ese examen". Puesto que ya había sido identificado como Dalai Lama no podían quitarle el título, pero hubiese sido muy embarazoso que suspendiera aquellos exámenes en la doctrina budista. Y dijo: "De repente, sentí algo que estaba operando en mí y me resultó muy fácil estudiar: esa fue la primera vez que sentí dentro de mí al décimo tercer Dalai Lama -que había sido un hombre muy erudito-, haciendo posible que aprobara esos exámenes". Aquella historia me hizo darme cuenta de que, como hombre joven tenía aún varias dudas sobre sí mismo.
Profesor Robert Thurman.
él estaba aislado en Lhasa. Escuchaba los cotilleos de los celadores del Potala y de Norbulingka. Detestaba la injusticia. él miraba con su catalejo a los prisioneros que había debajo del Potala; sentía simpatía por ellos. Ya había hecho algunas reformas, especialmente después de la llegada de los chinos. Esta fue la razón por la que no huyó inicialmente. Intentó hacer reformas colaborando con ellos, pero vio que no eran del todo sinceros: realmente no estaban intentando liberar a los tibetanos de alguna estructura social antigua, sólo intentaban ocupar y anexionar el país.
Gueshe Tsultim Gyaltsen es poseedor del título de gueshe Lharampa (el título más alto); escritor, fundador y director espiritual del centro Thubten Dhargye Ling ("Tierra del Dharma floreciente") en Long Beach, California (nombrado así por el Dalai Lama).
Antes de 1958 tuvimos el Acuerdo de los Diecisiete Puntos. Decía que los chinos no podían atacar la política del gobierno del Tíbet y tampoco interferir en los monasterios. Entonces, justo después de que Su Santidad se examinara con los grandes eruditos monásticos, tuvimos un miedo terrible y también albergábamos secretas dudas sobre si él tendría éxito o no, ya que los chinos crearían dificultades al gobierno tibetano; así pues, nos empezamos a preocupar.
Gelek Rinpoché.
En Dharamsala, donde se estableció el gobierno tibetano en el exilio, la situación cambió radicalmente. A diferencia de Dalai Lamas anteriores tuvo contacto visual con la gente. En los viejos tiempos el Dalai Lama miraba hacia arriba en lugar de a la gente. También había una enorme burocracia entre la gente y el Dalai Lama. Cuanto más escondían al Dalai Lama de la gente, más protagonismo cobraban los burócratas. Incluso antes de llegar a la India, Su Santidad instauró algunos cambios durante sus últimos años en el Tíbet después de asumir el control del gobierno a los quince años. Trabajó para cambiar completamente el sistema burocrático. En Tíbet había un enorme hueco entre el gobierno y la gente, tan grande como el que hay entre el cielo y el infierno, así que ese chico de quince años intentó favorecer un cambio que ya había empezado el décimo tercer Dalai Lama. Pero los cambios del decimocuarto Dalai Lama tuvieron que afrontar tanto los obstáculos y oposiciones del viejo orden burocrático tibetano, como el de los chinos. En India sí era capaz de hacer cambios. Así que, finalmente, pudo actuar como quería.