Letras

Cómo cortar un pastel y otros entretenimientos matemáticos

Ian Stewart

19 julio, 2007 02:00

Trad. de A. Chaparro. Crítica, 2007. 245 páginas. 19’90 euros

Nueva muestra de ese estilo con que Ian Stewart nos ofrece sus textos de alta divulgación matemática: ingenio y humor apoyando a un riguroso análisis lógico. El vehículo de que se sirve ahora es análogo al que utilizó en Locos por las matemáticas (Crítica, 2005): partir de una situación pintoresca o vulgar, sin aparente connotación con ningún tema científico, e ir desarrollándola hasta conseguir las conclusiones más inesperadas. Nadie diría que el planteamiento de cómo distribuir un pastel de modo que todos queden satisfechos pueda dar lugar a un estudio matemático serio. Pues eso es lo que logra Stewart, haciendo valer su propia definición: "un matemático es alguien que ve la oportunidad de hacer matemáticas allí donde otros no".

A veces las cosas van más lejos. Los procedimientos de empaquetar naranjas en una caja o, en general, en otra figura conducen al problema similar de configuraciones de energía mínima de partículas con idéntica carga eléctrica en el interior de un disco. Igualmente, la colonización de la Luna y el consiguiente mapa en el que cada colonia tendría el mismo color que el de la nación colonizadora en el mapa de la Tierra, plantea una pregunta esperada: cuál es el número mínimo de colores para confeccionar esos mapas. "Por extraño que parezca, nadie lo sabe", dice Stewart, pero nos explica que la aplicación de ese estudio a la verificación de las tarjetas para detectar cortocircuitos reduce las pruebas necesarias de 125.000 a sólo 4. Son ejemplos de la interrelación entre diferentes aspectos del mundo real, así como la forma en que principios matemáticos sencillos son capaces de poner al descubierto esa unidad oculta. Porque en matemáticas, dice, lo importante no es la realización particular de una idea, sino qué propiedades abre cuando se la desarrolla con pericia e imaginación.

él lo hace así, y con entusiasmo, y propone los resultados de su discurso a quienes gustan de las matemáticas. ¿Y por qué no habían de gustar? Le cuesta entender que una disciplina "repleta de las ideas más brillantes de los seres humanos no consiga intrigar y fascinar a todo el mundo".