Image: Stalin y España. La ayuda militar soviética a la República

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Letras

Stalin y España. La ayuda militar soviética a la República

Yuri Rybalkin

22 noviembre, 2007 01:00

Prólogo de Ángel Viñas. Trad. Alexander Kazachkov. Marcial Pons, 2007. 261 pp., 22 euros

La liberación política y económica que desencadenara Mijail Gorbachov en la antigua Unión Soviética a partir del año 1985 trajo, entre otras muchas consecuencias, la apertura de archivos que habían estado cerrados a los historiadores durante muchos años. Una nueva situación que beneficiaría también los estudios sobre la guerra civil española, dado el importante papel que la Unión Soviética, bajo la dirección dictatorial de Stalin, había desempeñado en aquel conflicto.

Aunque la apertura de los archivos conocería posteriormente nuevas restricciones, fueron numerosos los historiadores de la guerra civil que sacaron partido de la nueva situación. Ese fue el caso, entre los historiadores españoles, de Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo, que publicaron en 1999 Queridos camaradas (Planeta), un estudio sobre la situación del comunismo español dentro de la Komintern, y sus relaciones con el Partido Comunista soviético hasta el final de nuestra guerra civil.

Un aspecto primordial de la participación soviética en el conflicto bélico fue la ayuda militar que, a base de armas y asesores, empezó a llegar a España en octubre de 1936 y se mantendría hasta el final de la guerra, si bien el ritmo de los envíos cayó casi abruptamente desde finales de 1937. La Unión Soviética envió su ayuda violando los acuerdos del Comité de No Intervención en el que participaba, junto con el resto de los países europeos, en lo que era una medida que trataba de contrarrestar la ayuda que recibía el bando sublevado de parte de Alemania, Italia y Portugal, que obviamente tampoco respetaron aquellos acuerdos. La ayuda militar soviética fue mantenida en secreto ante la opinión pública de su propio país a la que, sin embargo, se le animó para que brindase su apoyo a los trabajadores españoles.

La ayuda de material de guerra soviético quedaría por debajo de la que recibió el bando rival, especialmente en elementos de aviación y artillería, aunque no en vehículos blindados, y tuvo un predominante carácter defensivo. Por otra parte, un capítulo esencial de aquella ayuda lo constituyó el envío de asesores del nuevo Ejército Popular de la República, que había tenido que organizarse sobre unas bases muy distintas de las que había tenido el ejército tradicional español.

Todos estos temas han sido el objeto de la investigación de Yuri Rybalkin, un militar de carrera que pudo consultar esos archivos soviéticos que habían estado cerrados anteriormentes y, muy especialmente, los de carácter militar. Los resultados serían una tesis doctoral, presentada en 1992, y la edición original rusa de este libro, que sería publicada en el año 2000 y se convirtió, a partir de ese momento, en fuente autorizadísima -aunque no siempre citada con honestidad- para el conocimiento de los aspectos militares de la guerra civil española. Con este libro se avanzó decisivamente en el conocimiento de la actuación del Ejército Popular de la República, que había generado el monumental estudio de Ramón Salas Larrazábal (Historia del Ejército Popular de la República, Editora Nacional 1973, reeditado en 2006 por La Esfera de los Libros) y se complementaría con otros muchos trabajos, entre los que cabe destacar los de Michael Alpert (El Ejercito Repúblicano en la guerra Civil, 1973, edición española de 1977, y El Ejército Popular de la República, 1936-1939 , Crítica, 2007), Gerald Howson (Armas para España: la historia no contada de la guerra civil española, 1998, edición española del 2000 en Península) y Gabriel Cardona ( El problema militar en España, Alba, 2006).

Ahora aparece publicado en español con una excelente traducción de Alexander Kazachkov a la que, tal vez, sólo cabría exigirle un pequeño esfuerzo suplementario para evitar la proliferación de siglas oficiales y de abreviaciones de nombres que, por lo que se ve, eran tan del gusto de los políticos y militares soviéticos.

ángel Viñas, destacado especialista en la guerra civil española, prologa el trabajo con unas páginas, nada convencionales, en las que subraya la radical novedad de este estudio, que él ha incorporado con mucho fruto a la impresionante trilogía que viene dedicando a la República en guerra, a la vez que señala los elementos más innovadores que ha aportado al debate historiográfico. En su opinión el libro de Rybalkin deja claro "que la ayuda militar a la República estuvo por detrás de la que Franco recibió de las potencias del Eje", a la vez que señala el hecho de que una buena parte de la ayuda soviética estuvo encaminada a un fenómeno que, probablemente, no ha recibido atención suficiente por parte de los historiadores: "las actividades de formación y entrenamiento de los mandos, cuadros y soldados del Ejército Popular".

Del conjunto de esas aportaciones, comenta Viñas, se desprende la idea de que el Ejército Popular de la República no pareció casi nunca en condiciones de inclinar de su parte el resultado de la guerra y, al mismo tiempo, que el interés prestado por Stalin a los asuntos españoles tuvo sus limitaciones. De ahí su negativa a incrementar el envío de aviones a España y, como consecuencia, las reservas que merece la teoría, ampliamente difundida en el bando franquista, de que el dictador soviético tuvo el propósito de implantar una República Popular en España.

El estudio de Rybalkin tiene, además, la virtud de situar el fenómeno de la ayuda militar soviética en dos planos de referencia que han sido también desatendidos por los historiadores que se han limitado a ver sólo el aspecto español. De una parte, la coincidencia que se dio entre la presencia de militares soviéticos en España y las grandes purgas que Stalin desencadenó en el Ejército Rojo a partir de junio de 1937, que afectarían a muchos de los militares que vinieron a España, según describe Rybalkin con tenebrosos detalles de lo que fue aquella caza de brujas.

De otra, la perspectiva internacional de las ayudas militares que prestó la Unión Soviética en aquellos años. Si la ayuda a la República española tomó el nombre de "Operación X" -ese es el título de la edición original-, hubo también una "Operación Y": la destinada a prestar ayuda a la República china en la segunda guerra chino-japonesa que se desencadenó a partir de julio de 1937. La brusca disminución de la ayuda soviética a España, desde finales de 1937, parece tener mucho que ver con esta guerra y con la atención que Stalin pareció dedicarle.

El libro se cierra con unos útiles apéndices que, pese a representar una mínima parte de la nueva documentación aportada, resultan extraordinariamente esclarecedores de las condiciones en las que se produjo la intervención soviética en España y que complementan muy eficazmente un libro que ya es indispensable para el conocimiento de la historia militar de la guerra civil española.

Llamadme Stalin

La historia secreta de un revolucionario

Coincidiendo con Stalin en España, Crítica acaba de lanzar Llamadme Stalin, de Simon Sebag Montefiore, una indagación apasionante en el pasado oculto del tirano niño y adolescente, fruto de casi diez años de investigaciones en nueve países. Es posible, escribe el autor, "que los primeros años de Stalin fueran sombríos, pero fueron extraordinarios y desde luego más turbulentos que los de Lenin y Trotsky; aparte de que lo prepararon (y lo perjudicaron) para los triunfos, las tragedias y depredaciones del poder supremo". Quizá por eso, el libro se abre con el relato de un atraco perpetrado por Iosiv Djugashvili, el futuro Stalin, en junio de 1907, en el que aún podía reconocerse al seminarista y poeta que había sido, y que el libro desnuda completamente.