Miguel Dalmau: Mi novela no cae en maniqueísmos porque sé que en el 36 me habrían fusilado en los dos bandos
El biógrafo de Gil de Biedma regresa a la ficción con La noche del diablo, novela de rigor histórico en la que aborda un siniestro episodio de Guerra Civil en Mallorca
30 abril, 2009 02:00Miguel Dalmau.
MARTA CABALLEROComo biógrafo que ha sido, Miguel Dalmau regresa a la ficción con una rigurosa tarea de documentalista. Atento a mil fuentes reconstruye en La noche del diablo (Anagrama, 2009) un episodio poco conocido de la Guerra Civil en el que se concentran todos los horrores que el ser humano puede albergar. Mallorca es el escenario al que un hombre enfermo viaja con su memoria para recordar el dolor de la guerra en la isla y su fatal relación con el siniestro conde Rossi.
PREGUNTA.- ¿Por qué eligió este episodio de la Guerra y qué ha pretendido recuperándolo para los lectores?
RESPUESTA.- Porque en las islas la guerra tiene rasgos propios. El odio se reconcentra al máximo. En verano del 36 los italianos se convirtieron en amos de Mallorca. Y Mussolini estuvo a punto de anexionarla al Imperio. Para ello, llevaron a cabo una represión feroz con el apoyo de la elite de la isla.
P.- La documentación es un elemento básico de su novela ¿Cómo fue el proceso?
R.- Suelo trabajar en cuatro frentes distintos: estudio a fondo las hemerotecas, leo todo lo escrito con anterioridad -sea ficción o ensayo-y también recurro a textos privados y testimonios orales.
P.- ¿Es su libro un ejercicio de memoria histórica? Si es así, ¿cree que escasean este tipo de recuperaciones del pasado a favor de la profusión de leyes?
R.- No lo sé. Yo sólo pretendía indagar sobre un episodio siniestro. La divulgación del fascismo, la conducta poco honorable de la Iglesia y los crímenes de Falange. Creo, también, que la "memoria histórica" puede actuar en varios frentes.
P.- Usted ha tocado más que la ficción el género biográfico ¿Le ha ayudado esta práctica en su nuevo libro?
R.- Sin duda. Porque el rigor acaba siendo una segunda piel. Eso me sirve para eliminar lo superfluo. No dejarme deslumbrar por ciertos hechos sensacionales.
P.- Su editorial destaca que ha logrado huir de maniqueísmos en este libro. Tratándose de la Guerra Civil resulta una tarea un pelín complicada. ¿Cómo se hace?
R.- La mayoría de narradores actuales emplean el tema de la Guerra Civil como un instrumento de tesis o de posicionamiento político. Hablan desde un bando y se suman al gran coro progresista para complacencia general. Por eso no escriben buenas novelas de la guerra. Demasiadas lágrimas de cocodrilo. Yo supe desde el principio que en el 36 me habrían fusilado en los dos bandos. En una verdadera novela no hay nada que demostrar. Ni tampoco hay que tomar partido.
P.- ¿Qué le ha enseñado este personaje y qué los autores de cuya vida ha escrito?
R.- Todos son personajes fuertes, pero con fisuras y contradicciones. No existe el Bien químicamente puro ni el Mal. Todo está en el corazón del hombre. Y el deber de un escritor es entrar en ese corazón, que quizá sea el suyo, sin miedos ni prejuicios ideológicos.