Letras

La primera gran crisis financiera del s. XXI / Una crisis y cinco errores

Guillermo de la Dehesa. / C. R. Braun y J. R. Rallo.

24 diciembre, 2009 01:00

Alianza, 2009. 584 pp, 24 e. / Lid, 2009. 126 pp, 19'90 e.


La crisis económica desencadenada a partir de 2007, y cuyo fin resulta aún impredecible, ha provocado, entre otras consecuencias, un auge de la venta de libros sobre cuestiones económicas, desde textos de gran éxito popular, como algunos de George Soros, hasta obras complejas, aureoladas de nostalgia, como El Capital de Marx. En España, una buena muestra de este interés son dos obras recientes sobre la crisis, de indudable interés ambas pero muy distintas en sus dimensiones, sus objetivos y su perspectiva teórica.

El libro de Rodríguez Braun y Rallo, Una crisis y cinco errores, está destinado a un público amplio y no necesariamente versado en cuestiones económicas. Gran parte de su contenido consiste en una detallada relación histórica de los acontecimientos que han jalonado la crisis financiera internacional de los dos últimos años, especialmente en los Estados Unidos, a cuyo sector público -además de a la Reserva Federal- atribuyen los autores la mayor responsabilidad de la crisis. Se destacan los errores que, a su juicio, se cometen en la detección de las causas del problema -como la codicia de los banqueros o la ausencia de intervenciones públicas en el mercado financiero, atribuida por muchos al denostado neoliberalismo- y critican las soluciones arbitradas, como las modalidades elegidas de rescate de bancos quebrados o las políticas de gasto público implementadas para combatir el desempleo.

Para los autores, la política económica seguida por la Reserva Federal norteamericana, desde la época de Greespan, a partir sobre todo de la crisis financiera anterior de 2000 -ligada a empresas de nuevas tecnologías- consistió en un persistente abaratamiento del crédito, con bajos tipos de interés, que favoreció la extensión de crédito a largo plazo, por parte de bancos y otros intermediarios financieros -sociedades de inversión de muy diverso carácter-, sobre todo en forma de préstamos hipotecarios sobre la vivienda. Los bajos tipos y la abundancia de recursos ajenos en su poder facilitaron que los banqueros concedieran hipotecas, incluso a personas de muy escaso crédito, como estudiantes o desempleados. El consumo se elevó y paralelamente la tasa de ahorro descendió en Estados Unidos, España y otros países, pero el mercado abierto permitió que fluyeran recursos desde otras economías lejanas y pujantes. Asimismo gran responsabilidad en la crisis tuvieron las sociedades de seguros, que afianzaban créditos bancarios y derivados, y las agencias tasadoras que calificaban la solvencia de los deudores. Los autores concluyen su libro con el análisis de las soluciones elegidas en Estados Unidos, en Irlanda y Gran Bretaña, además de España, para salvar a los bancos afectados.

El libro de Guillermo de la Dehesa lleva un subtítulo muy explícito: Orígenes, detonantes, efectos, respuestas y remedios, todo ello evidentemente referido a la crisis actual. El autor comienza por manifestar su extrañeza ante la falta de prevención general, en EE. UU. y en el resto del mundo, ante la posibilidad de un desastre financiero como el sobrevenido desde hace casi tres años, por varias razones. Una, por la constancia de la repetición de crisis financieras a lo largo de la historia, muy bien conocidas y analizadas, como por ejemplo, en el famoso libro de Charles P. Kindleberger, Manías, Pánicos y Cracs, editado en 1978. En segundo lugar por las reflexiones de numerosos economistas contemporáneos, sobre todo a partir de que Keynes, en su Teoría General, afirmara la intervención de impulsos emocionales en las decisiones de los inversores, más allá de los elementos aleatorios inherentes a la demanda de dinero por razones especulativas. En tercer lugar -y en ello su opinión coincide con la de los autores del libro anterior- puntualiza cómo frecuentemente la persistencia de bajos tipos de interés, en períodos dilatados de tiempo, ha producido burbujas de activos financieros e inmobiliarios. Este hecho ha coincidido además con la existencia de ahorro excedentario en economías emergentes de muy activo crecimiento en los últimos diez años.

Dos obras importantes, escritas por economistas relevantes, que demuestran el interés de los lectores por la crisis

De la Dehesa aborda en su libro dos cuestiones fundamentales: ¿Cómo es posible que un sistema financiero que se creía, no sólo próspero, sino seguro de sí mismo hasta la arrogancia, haya caído de forma tan clamorosa?, y ¿cómo es posible que los economistas, con explicaciones teóricas cada vez más elaboradas y técnicas cada vez más complejas, no hayan previsto esta catástrofe? En el libro se distinguen las causas macroeconómicas de la crisis, como el desequilibrio de las balanzas de pagos en una economía cada vez más globalizada o las políticas persistentes de bajos tipos de interés, y las causas microeconómicas, por ejemplo, los fallos de los sistemas de incentivos de las entidades financieras -como elevadas remuneraciones a ejecutivos según los resultados conseguidos a corto plazo-, y los desaciertos considerables en los métodos seguidos de supervisión y regulación de las autoridades monetarias.

También dedica este libro una atención preferente a la excesiva fe que políticos y expertos han tenido en la eficacia y en la tendencia al equilibrio del sistema bancario y de los mercados financieros. Es cierto que, en los últimos 20 años, se habían desarollado, por parte de académicos muy prestigiosos, formulaciones teóricas como las hipótesis de los mercados financieros eficientes y de las expectativas racionales, que afirmaban la corrección de las decisiones adoptadas por los sujetos que actuaban en dichos mercados, a partir de la información disponible. Pero no es menos cierto que otros economistas igualmente reconocidos -muchos de ellos galardonados con el premio Nobel de Economía- habían alertado sobre la existencia de información asimétrica, racionalidad limitada y comportamiento imprevisible de los sujetos.

Guillermo De la Dehesa expone en la segunda parte de su libro las alternativas de política fiscal y política monetaria que se ofrecen para combatir las consecuencias de la crisis. Algunos de tales efectos indeseados son perceptibles en España, como la caída de préstamos concedidos por los bancos, debido a la necesidad que estos experimentan de sanear los balances de sus componentes más deteriorados, o el peligro de deflación -como ocurrió en Japón- al caer súbitamente los precios de los activos respaldados por hipotecas y que son masivamente ofrecidos en venta. Precisamente, el capítulo undécimo está destinado a analizar la situación económica española y las políticas más adecuadas que podrían ponerse en práctica y que entrañan reformas estructurales como la flexibilización del mercado de trabajo y la renovación del sistema educativo, sin las cuales resulta difícil reorientar la economía hacia expectativas de mayor productividad y mejores ventajas comparativas. Son reformas imprescindibles pero duras de asumir en términos políticos. El autor recoge dos testimonios significativos sobre esta cuestión. Uno del político luxemburgués Jean Claude Juncker, quien ha reconocido: "sabemos lo que debemos hacer, pero no sabemos si seguirán votándonos".Y, hace ya algún tiempo, el economista del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard, pronosticó que España, como Portugal y otros países, después de experimentar un fuerte impulso económico tras su ingreso en la Unión Monetaria Europea, acabaría manifestando debilidades estructurales que le impedirían desenvolverse de forma competitiva, haciéndose necesarias correcciones económicas profundas de políticas presupuestarias, costes de producción y mercados. Es una previsión sombría, pero de momento se está cumpliendo.