El director Mario Camus. Foto: Carlos Miralles

El director Mario Camus. Foto: Carlos Miralles

Letras

Mario Camus: "Delibes se plantó en el rodaje y se le presentaron Azarías y Paco a la hora del almuerzo"

El director de 'Los santos inocentes' rememora para El Cultural algunas de las anécdotas de su amistad con el novelista

12 marzo, 2010 01:00

El nombre de Mario Camus estará ya siempre ligado al de Miguel Delibes por una frase de tres palabras, Los santos inocentes. Cuenta el director -que con aquella adaptación firmó una de las cumbres de la historia del cine español- que el escritor vallisoletano se sorprendió bastante al conocer su propuesta. “No me parece que pueda hacerse una película de este libro”, había afirmado tajante Delibes. Pero, en cambio, sin necesidad de “demasiada insistencia”, según recuerda Camus, el novelista accedió y vendió los derechos.

Una sola visita le hizo Delibes durante el rodaje, pero fue suficiente para que el cineasta no olvidara que se plantó allí, en Alburquerque, donde fueron a cobrar vida Azarías, Paco y los demás, conduciendo “un coche inmenso y después de haber hecho noche en Cáceres”. Más tarde, durante el almuerzo, sus propios personajes en carne, caracterizados de campesinos para la película, se le fueron presentando. “Aquello fue muy curioso, más adelante nos acordamos mucho de ese momento”, rememora Camus.

Luego el escritor no volvió a decir palabra hasta que pudo ver el resultado: “Fue una proyección en el Palacio de la Prensa, donde estaba la productora, y vino a verla con varios miembros de su familia. Cuando acabó me comentó que era un buen trabajo”. ¿Sólo le dijo eso?, se tercia preguntarle al director. Y él, enseguida, lo aclara: “Sólo eso, sí, para mí era ya mucho. Yo no pongo epítetos a lo que hago, sólo sé que se hizo un buen trabajo con un buen grupo de profesionales y que luego se confirmó con el público”.

Delibes y Camus, que durante los años conservaron la amistad que empezó con aquella película, solían hablar de cine y de libros, pero también de humor, y de fútbol. “Hablábamos mucho del Real Valladolid, que ganó al Racing de Santander en los años 49 o 50, qué se yo. Yo me acordaba muy bien de aquella paliza porque era un niño y él solía restregármela”. Con la muerte de Delibes, Camus dice haber perdido “un amigo y un hombre entrañable con el que compartía muchas cosas”, pero además insiste en la pérdida nacional de “un gran narrador”. Y continúa: “No es frecuente encontrar personas de ese alcance y nivel. Era, también, uno de los últimos de la brillante Generación del 50 y un hombre de una entidad humana, cultural y creativa irrepetible, como lo fueron Aldecoa y Baroja”, se emociona.

Su último encuentro fue hace un año y medio en Valladolid. Allí se encontró Camus con “el mismo personaje que siempre había conocido”, pero fastidiado por la enfermedad. “Hablamos de algo muy concreto, de mi última película, y luego de cosas me imagino que banales. Y lo encontré con la cabeza muy bien, cansado y escéptico, como siempre, y también mordaz. Estuvo encantador y entrañable”.

Para destacar esa altura humana de Delibes Camus recupera una anécdota que el propio escritor le contó: “En una ocasión me dijo que tenía una novela en proceso comprometida con la editorial Planeta y que, cuando llevaba apenas unos capítulos, alguien vino a comunicarle que le había sido concedido el Premio de narrativa de esa casa de libros. Él respondió: '¿Cómo van a dármelo si no la he terminado? ¿Qué van a pensar de mí?'”. Quien se lo había propuesto le insistió diciéndole que él sería el mejor de cuantos se presentaran, pero Delibes, tal como era -concluye Camus- “no quiso entrar en ese juego chusco”.