Image: Queridos monstruos

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Letras

Queridos monstruos

Álvaro Pombo, Rafael Argullol, Luis Alberto de Cuenca y Andrés Neuman, entre otros, nos descubren aprovechando la festividad de los muertos quiénes son sus bestias literarias preferidas

29 octubre, 2010 02:00

Frankenstein, Drácula y Jeckyll en alguna de sus adaptaciones cinematográficas.

El día de los difuntos ya no es lo que era: ahora se multiplican las calabazas y los disfraces, y Don Juan Tenorio sestea, casi olvidado, mientras se apoderan de las calles extraños zombies y vampiros de pacotilla. Sin embargo, como casi siempre, lo mejor está en los libros. Álvaro Pombo, Rafael Argullol, Luis Alberto de Cuenca y Andrés Neuman, entre otros, nos descubren hoy quiénes son sus monstruos literarios favoritos. El ganador, por escaso margen, es Frankenstein, pero Jeckyll o Drácula no le van a la zaga. Y otros, acaso inesperados, asoman tras alguna esquina: el niño del Tambor de Holajata, Shakespeare, Moby Dick o la tintinesca Castafiore nos acechan. También otros que ni siquiera tienen nombre ni rostro. Son lo innominado, lo oscuro y reclaman su lugar. Y tampoco ellos tendrán piedad. Alvaro Pombo Mi favorito siempre ha sido Frankenstein, pero ahora lo es más porque su monstruosidad/marginación, entre aterradora y desconsolada, ha reverdecido con ocasión de la espléndida película Gods and Monsters, como con una biografía peliculada del primer director cinematográfico que hizo Frankenstein. Andrés Neuman Mi monstruo literario favorito no tiene nombre, ni cara, ni atributos concretos. Es una fuerza invisible y, quizá, podríamos denominarla Eso. Protagoniza casi toda la poesía y muchas narraciones, como por ejemplo 'Casa tomada', de Cortázar. Eso: lo desconocido o postergado. Eso: lo silenciado que vuelve, empuja y reclama su lugar en nuestra casa. Rafael Argullol Moby Dick. El monstruo creado por Herman Melville tiene la capacidad de integrar los distintos miedos y aspiraciones humanas. Es la alteridad absoluta -cósmica, instintiva, ciega, metafísica, moral-,una alteridad que acaba convirtiéndose para el capitán Ahab en intimidad absoluta. Llega un momento en que Ahab ya no puede desprenderse de la ballena blanca,con la que conforma una unidad. Al igual que Fausto con Mefistófeles o el Doctor Jekyll con Mister Hyde y todas las grandes parejas de baile de la mitología literaria. Carlos Marzal Drácula siempre, el Príncipe de las Tinieblas, ni muerto ni vivo del todo, arrastrando su melancolía por el mundo y consolándose con su ración nocturna de sangre fresca. Berta Marsé Frankenstein, el monstruo más triste, el más trágico. Una criatura repugnante que su ambicioso creador, el doctor Frankenstein, se empeña en traer al mundo para luego abandonarla, horrorizado, tras su primer soplo de vida. Sin madre, sin afecto, sin origen ni misión, sin tan siquiera un nombre, el huérfano monstruoso vaga por el mundo huyendo del miedo y del desprecio que provoca en la gente. Pero logra sobrevivir, y nace en él el deseo del amor y también de la venganza. Entonces vuelve para buscar a su padre y perseguirle hasta los confines del mundo con las grandes preguntas: ¿Quién soy? ¿Por qué me has abandonado? Luis Alberto de Cuenca Mi monstruo literario favorito es, sin lugar a dudas, Drácula, el conde transilvano de Bram Stoker que se compra una finca en Londres y se pasea por allí vestido de inmaculada etiqueta, del Covent Garden al Albert Hall. Un personaje que no tiene absolutamente nada que ver con ese Vlad el Empalador del siglo XV del que hablan los folkloristas o, por lo menos, a mí no me interesa nada esa vertiente cutre del mito (adoptada por Coppola en su mediocre cinta sobre la novela de Stoker). Conseguí una primera edición de la novela, publicada en 1897, y me lo paso bomba enseñándola a los amigos. Vicente Molina Foix Mi monstruo literario favorito no es de laboratorio, sino de nacimiento. Se llamó en la historia Richard Plantagenet, duque de Gloucester, aunque nosotros le conocemos como Ricardo III, el rey contrahecho que Shakespeare, según todos los indicios, hizo en su tragedia mucho peor de lo que el hombre fue en realidad. Su sanguinaria monstruosidad moral está, como sucede en el repertorio de grandes 'malos' shakesperianos, redimida por el ingenio y la invención verbal del personaje. Juan Aparicio Belmonte Me parece que Mister Hyde. Porque representa a la perfección al hombre ciclotímico. Mister Hyde es el lado oscuro que todos tenemos. El hombre decente que, de pronto, se libera y se transforma en un salvaje. Es un acierto literario como pocos y le tengo cariño porque es una de las novelas que más me influyó durante la adolescencia. Además, explica muy bien la época cibernética en la que vivimos, en la que respetables individuos con trabajo y novia llegan a casa, se conectan a internet y arremeten como trolls contra todos aquellos a los que odian o envidian. Con internet, Mister Hyde nunca habría salido de casa. José Ovejero Uno de mis monstruos favoritos es Oskar Matzerath, el niño de El tambor de hojalata. Siempre he envidiado la radicalidad de ese niño que se niega a crecer, y que se defiende de quienes quieren forzar su voluntad con su chillido monstruoso y aporreando el tambor. Su mirada a la vez infantil y sabia acaba mostrando que lo verdaderamente monstruoso es el mundo de los adultos. Alejandro Gándara Mi monstruo favorito era hasta hace poco el minotauro, lo propio de un hombre de polis. Hoy mi novia ha disfrazado a nuestra hija de seis meses de vampiro y he caido rendido a sus encantos, lo propio de un hortera. Pero lo llevo bien, que quieres que te diga. Lola Beccaria Mi favorito es Frankenstein. Aún siendo en teoría un monstruo, está planteando, en realidad, problemas bien humanos. La soledad, la necesidad de amar y ser amado, ser como los demás o ser un bicho raro, marginado... ¿Cuántos de nosotros, siendo en teoría normales, no nos hemos sentido alguna vez monstruosos, indignos de ser tocados o amados? Lo que más me conmueve del personaje de Mary Shelley es su estremecedora sensación de soledad. Lo que él envidia de los hombres no es la belleza, el poder o la riqueza, lo único que él envidia es la posibilidad que los seres humanos tienen de disfrutar de una relación amorosa plena, y es su carencia lo que lo hace tan desgraciado. También es su carencia lo que lo hace malvado. "Soy malvado porque soy desgraciado", dice él mismo, desgarradoramente. José Carlos Llop No procede de las humedades subacuáticas de Lovecraft y tampoco de la vampiria transilvana, hoy repartida por todo el mundo. Mi monstruo es operístico y humano -aunque sólo la conocemos en dibujo- y se llama Castafiore. La cantante ideada por Hergé es un monstruo benéfico que me ha acompañado desde la infancia hasta la edad adulta y espero que lo haga -como sus compañeros de aventuras- el resto de mi vida. En cuanto a lo literario, tal vez los haya que no le otorguen esa categoría, pero para mí los álbumes de Tintín también son literatura. David Torres Frankenstein. Siempre me sorprendió que, en aquella apuesta hecha en una noche tenebrosa junto a un lago suizo, una jovencita llamada Mary Shelley avergonzara a dos de los grandes poetas de su tiempo con lo que iba a ser el mayor clásico de la literatura fantástica. ¿Cómo se le ocurrió crear un ser cosido con pedazos de muertos? Una Criatura que sólo quiere amar y obtiene a su alrededor el odio. Alguien puro e inocente a quien juzgamos sólo por su fealdad y sus cicatrices. ¿Quién es entonces el verdadero monstruo? Jesús Palacios Mi "monstruo" literario y de ficción favorito no es un monstruo... sino una "monstrua": la "femme fatal", ejemplarizada por personajes como la vampira Carmilla de Le Fanu, pero también por reinas despóticas e inmortales como la Ayesha de Haggard o la Antinea de Benoit, y deslizándose hacia otros terrenos tan interesantes como la vanguardia -la Lulú de Wedekind- o la Serie Negra -tantas y tantas...-. Representación quintaesenciada de la vagina dentata, dominatrix sádica, bisexual y lésbica a menudo, es lo que más miedo me da, porque, claro, nos fascina y la deseamos, aunque sea nuestra destrucción última. Jorge Carrión Aunque sean originalmente monstruos literarios, Hannibal Lecter y Dexter han ingresado en el imaginario colectivo gracias a sus versiones audiovisuales. El primero, en cine; el segundo, en una teleserie que va por su quinta temporada. Me interesa, sobre todo, la gran cantidad de matices que ambos poseen. Nada es blanco ni negro para ellos: están constituidos por un sinfín de grises. La esencia de ambos es la vuelta de tuerca respecto a asesinos psicópatas precedentes. De modo que los leemos tanto por su biografía y sus acciones en sí como por lo que representan en una tradición que define la narración contemporánea. Fernando Marías Jeckyll y Hyde, porque se parece tanto a mí que no puedo evitar quererle, sufrir su ansiedad, pensar que algun dia podra derrotar a su parte oscura.