Obra incluida en la retrospectiva De gustibus non disputandum, que el Reina Sofía dedicó al artista Antoni Miralda. Foto: Archivo
¿Es moralmente aceptable comer carne? Éste es, probablemente, uno de los debates en los que el acuerdo entre las partes parece más difícil. El escritor estadounidense de origen judío Jonathan Safran Foer aborda la cuestión en su último libro, Comer animales. El detonante: la noticia de que iba a ser padre y la preocupación por la manera más responsable de alimentar a su hijo. "La paternidad fue el empuje inmediato para emprender el viaje del que saldría este libro, pero lo cierto es que llevaba la mayor parte de mi vida haciendo esas maletas".El autor de las novelas Todo está iluminado, llevada al cine en 2005 por Liev Schreiber, y Tan fuerte, tan cerca, se adentró hace tres años en esta nueva andadura literaria, a camino entre el ensayo filosófico y la investigación periodística. "Antes de ir a ver granja alguna, pasé más de un año empapándome de textos sobre el tema de comer animales: historias sobre la ganadería industrial, documentos del sector y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), panfletos de activistas, obras filosóficas relevantes y numerosos libros existentes sobre comida que tocan el tema de la carne".
Con un lenguaje coloquial y un estilo exento de florituras, Safran Foer repasa la historia de la relación entre humanos y animales, transcribe testimonios de granjeros y ecologistas, relata sus visitas (algunas concertadas, otras furtivas) a explotaciones avícolas, sigue los pasos que llevaron a la hegemonía de las "granjas industriales", establece conexiones entre la salud de los animales destinados al consumo y la de la población mundial y pone sobre la mesa una ristra de datos numéricos, cuanto menos, sorprendentes ("Los norteamericanos escogen comer menos del 0,25% de los alimentos conocidos del planeta").
En algo más de 300 páginas el autor esgrime argumentos de todo tipo para cuestionar los hábitos alimenticios dominantes y la moralidad con la que éstos se sustentan. Y algunos son tan simples como irrefutables desde la lógica: "Ningún lector de este libro toleraría que alguien blandiera un arpón contra la cabeza de un perro. Nada podría ser más obvio y necesitar menos explicación. ¿Acaso esa preocupación está más fuera de lugar cuando se aplica al pescado, o somos tontos por tener esa consideración incuestionable hacia los perros? ¿El sufrimiento de una muerte provocada es algo cruel, sea cual sea el animal al que se le inflija, o sólo cuando hablamos de unos animales concretos?".
En Comer animales los interrogantes derrotan en número a las respuestas taxativas. Pero en todos ellos se atisba la certeza que subyace en la pluma de Safran Foer: "La elección de los alimentos viene determinada por muchos factores, pero la razón (incluso la conciencia) no suele ocupar los primeros puestos de la lista".