Isabel Allende este miércoles en Madrid. Foto: El Mundo

Isabel Allende sabe mucho, a su pesar, de la droga y sus daños colaterales. Los tres hijos biológicos de su marido, el abogado y escritor californiano William Gordon, han sido adictos y uno de ellos, desgraciadamente, falleció por este problema. "He conocido la droga en todas sus etapas durante 25 años", ha confesado la escritora chilena este miércoles en la Feria del Libro de Madrid, donde ha presentado El cuaderno de Maya, su última novela y ya uno de los libros mejor vendidos de la edición, según han confirmado los libreros a elcultural.es. En ella Allende se olvida de su querencia por los hechos remotos y traslada su lenguaje al de su protagonista, Maya, una chica de 19 años con problemas de drogadicción que cae por ello en la prostitución y en la delincuencia y es perseguida por el FBI.



Dice que es uno de los personajes que más le ha costado y que más le ha exigido, no sólo por el lenguaje y el género, próximo a la novela detectivesca, terreno en el que entra por primera vez, sino por el tipo de peripecias que tenía que vivir, situaciones de las que la propia escritora no sabía cómo sacar a su protagonista: "Pensaba que podría pasarle a mi nieta, qué susto", ha expresado Allende, que dice haberse documentado en profundidad sobre las drogas actuales, "esas que pueden matarte con una sola dosis". En este sentido, ha distinguido entre el concepto de la droga en su generación, la del espíritu del 68, y la de los jóvenes de ahora: "A diferencia de lo que sucedía en la época de los hippies, no hay nada hoy de ideal en el mundo de la droga", ha condenado antes de referirse a los problemas del narcotráfico: "La de la droga es una lucha perdida".



Durante el encuentro con la prensa en la Feria la autora ha tenido palabras de reconocimiento para Jorge Semprún, que falleció este martes en París: "Su muerte es una lástima, pero tenía que suceder. En cambio, su obra quedará para siempre". La autora de La casa de los espíritus ha tocado seguidamente otros temas de actualidad, como la actual investigación en torno a la muerte de Salvador Allende, asunto sobre el que se ha mostrado tajante: "Es un misterio no aclarado que no puede quedar pendiente en la historia de Chile. La imagen de Allende no va a cambiar independientemente de si se suicidó o lo asesinaron, porque él es un héroe pase lo que pase, lo que sí cambiará cuando se averigüe es la imagen de los militares". Sin dejar la actualidad, la autora se ha referido también, de forma velada, al movimiento del 15M, explicando que si ella fuera joven en la actualidad también estaría "protestando orgullosa en la calle", como lo estuvo, ha recordado, durante sus años de juventud: "¿Cómo van a votar en un sistema que no les da trabajo?", se ha preguntado.



Muy concienciada con los problemas de la juventud, tampoco se ha olvidado de mencionar por qué, en su opinión, se lee tan poco: "Vivimos en una cultura de la pantalla, el papel les da miedo a los jóvenes, pero la tecnología es lo de menos porque siempre vamos a necesitar que nos cuenten cuentos. El problema es otro, es el hecho de obligar a los niños a la lectura. Claro que no les va a gustar leer Moby Dick, pero se leen Harry Potter en un momento. Cualquier cosa obligada se rechaza, así que yo directamente prohibiría la literatura para que se leyese más. Cuando yo era niña sólo quería leer lo que me estaba prohibido, la parte erótica de las novelas, y me escondía con los libros hasta encontrar las páginas cochinas", ha bromeado.



De vuelta a la novela, la autora ha establecido un paralelismo entre el viaje de Maya y el que "cualquiera de nosotros" puede experimentar en su vida: "Todos, después de muchos obstáculos, regresamos a lo que fuimos, y tienes de vuelta el premio, que es toda la experiencia". Y, sin embargo, a diferencia de títulos anteriores, no hay muchos elementos biográficos en la concepción de este personaje, aunque comparten "rebeldía" y el hecho de proceder de una familia desestructurada en un momento dado, además de la pasión por su abuelo. Sí se ve la autora más reflejada en otros personajes, como la abuela Nini: "Esa señora chilena podría ser yo si yo no viviese en Estados Unidos. Es ese personaje que viste vestidos de la India, que ha sido hippie, activista... con ella me identifico".



Ella, que también es abuela, asegura haber pensado mucho en sus nietos a la hora de escribir este libro, aunque ha confesado que no lo leerán porque "no leen español, bueno, no leen mucho en general", ha comentado entre risas. Al hilo, preguntada por la incomunicación entre distintas generaciones, Allende ha declarado que este problema no es hoy mayor que en su época: "Ha existido siempre, pero sí es verdad que los jóvenes de hoy son más poderosos, porque toda la cultura, todo el ocio, está pensado para ellos. El adulto ha sido desplazado por esa masa juvenil. Pero, por otra parte, los jóvenes están en un mundo con estructuras anquilosadas, del siglo XIX, de una democracia utópica que no les da soluciones reales, en una sociedad en la que no pueden trabajar", ha insistido, para concluir sobre este asunto que a los jóvenes "nadie les va a dar nada si no lo pelean".



Con todo, ha admitido, la Isabel niña y la joven, la adulta y la que es ya abuela son todas las misma: "Creo que hay una coherencia en mi vida y en mi obra, entre lo que escribo, lo que pienso y lo que hago. A los 15 era igual de feminista y rebelde que hoy, sólo tenía menos recursos, por ejemplo, no tenía un micrófono delante como tengo ahora". La misma opinión tiene de sus libros, dice que es incapaz de impostar nada, aunque en El cuaderno de Maya haya tenido que dar voz a una chica que no llega a los 20: "Esa fue la única limitación. Por lo demás, escribo como puedo, como sé, me encantaría poder hacer un Harry Potter, pero no me sale. Normalmente tengo una idea vaga, como la tuve con Maya, y desde ahí empiezo a desarrollarla. Las primeras semanas son puro balbucear y luego voy perfilando. Aquí he procurado mantener la tensión propia de la novela policiaca, pero sólo sabía que tenía esta chica a la que le iba a pasar de todo". Por último, ha recalcado que, pese a tener a la juventud en mente, no es la suya una novela de lecciones: "No quiero transmitir ningún mensaje, nunca lo he hecho, sólo lanzo preguntas. Mi oficio es contar historias, no escribir libros de autoayuda".



La autora más leída de América Latina dice sentirse muy feliz con el Premio Nacional de Chile, que le concedieron el año pasado, sobre todo porque lo fallan escritores de su país y suelen ser "muy mezquinos" con sus paisanos, "especialmente con los que vendemos libros, porque en Chile el éxito no se perdona". Al respecto ha destacado que gracias a la prensa y a las redes sociales la decisión del premio salió a la calle, y el jurado vio que los chilenos lo querían para ella. "El propio Piñera (presidente de su país), que es de derechas, me llamó y me dijo: 'Isabel, si yo fuera el jurado, te llevas el premio'", ha concluido orgullosa.

Isabel Allende estará este sábado en la Feria firmando ejemplares de su novela, que publica Plaza & Janés.