Federico García Lorca.

FRANCISCO BRINES

Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías


"Es la elegía más grande escrita en castellano, a la altura de la que Jorge Manrique escribió a la muerte de su padre. Es un llanto universal e hímnico".



A las cinco de la tarde

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana

a las cinco de la tarde.

Una espuerta de cal ya prevenida

a las cinco de la tarde.

Lo demás era muerte y sólo muerte

a las cinco de la tarde.
[...]



LUIS GARCÍA MONTERO

La aurora, de Poeta en Nueva York


"La mirada más íntima y más social de Lorca se unen en este poema escrito con todo su poder metafórico".



La aurora de Nueva York tiene

cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime

por las inmensas escaleras

buscando entre las aristas

nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos

que no habrá paraíso ni amores deshojados;

saben que van al cieno de números y leyes,

a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos

en impúdico reto de ciencia sin raíces.

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

como recién salidas de un naufragio de sangre.



LUIS ALBERTO DE CUENCA

Gacela del amor imprevisto, de Diván del Tamarit


"Los dos poemarios de Lorca que más me han gustado siempre son Diván del Tamarit y los Sonetos del amor oscuro. Ambos fueron publicados póstumamente, lo que indica todo lo que podía crecer todavía como poeta cuando lo asesinaron".



Nadie comprendía el perfume

de la oscura magnolia de tu vientre.

Nadie sabía que martirizabas

un colibrí de amor entre los dientes.



Mil caballitos persas se dormían

en la plaza con luna de tu frente,

mientras que yo enlazaba cuatro noches

tu cintura, enemiga de la nieve.



Entre yeso y jazmines, tu mirada

era un pálido ramo de simientes.

Yo busqué, para darte, por mi pecho

las letras de marfil que dicen 'siempre,



siempre, siempre'
: jardín de mi agonía,

tu cuerpo fugitivo para siempre,

la sangre de tus venas en mi boca,

tu boca ya sin luz para mi muerte.



PERE GIMFERRERBR

Nueva York (Oficina y denuncia)


"Elijo Nueva York (Oficina y denuncia) porque es un poema que, por sí solo, sintetiza toda el surrealismo y la poesía social al mismo tiempo"



Debajo de las multiplicaciones

hay una gota de sangre de pato.

Debajo de las divisiones

hay una gota de sangre de marinero.

Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;

un río que viene cantando

por los dormitorios de los arrabales,

y es plata, cemento o brisa

en el alba mentida de New York. [...]



CÉSAR ANTONIO MOLINA

Danza de la luna en Santiago, de Seis poemas gallegos


"Lorca fue capaz de entender que en España había otras lenguas y otras literaturas. Con sus Seis poemas gallegos rindió homenaje a la luz de los cancioneros galaicoportugueses y a la luz de Rosalía de Castro, a la que tanto admiraba".



Mira aquel blanco galán

mira su transido cuerpo



Es la luna que baila

en la Quintana de los muertos



Cinta su cuerpo transido

negro de somas y lobos



Madre: la luna está bailando

en la Quintana de los muertos.



¿Quién hiere potro de piedra

en la misma puerta del sueño?



Es la luna Es la luna

en la Quintana de los muertos



¿Quién hita mis grises vidrios

llenos de nubes sus ojos?



Es la luna Es la luna

en la Quintana de los muertos



Me deja morir en el lecho

soñando con flores de oro



Madre: la luna está bailando

en la Quintana de los muertos



¡Ay hija, con el aire del cielo

me vuelvo blanca de pronto!



No es el aire, es la triste luna

en la Quintana de los muertos.



¿Quién brama con este gemido

el inmenso ir melancólico?



¡Madre: Es la luna, la luna

coronada de tojos

que baila, y baila, y baila

en la Quintana de los muertos!



ELENA MEDEL

Ciudad sin sueño, de Poeta en Nueva York


"Me quedo con Ciudad sin sueño, con ese 'panorama de ojos abiertos' y esa obligatoriedad de no dormir, de estar atento a cuanto ocurre, y esa vida que irrumpe en la muerte, e incluso la interrumpe".



No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.

No duerme nadie.

Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.

Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan

y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas

al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.




No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.

No duerme nadie.

Hay un muerto en el cementerio más lejano

que se queja tres años

porque tiene un paisaje seco en la rodilla;

y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto

que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.
[...]



LUIS MUÑOZ

Llanto por la muerte Ignacio Sánchez Mejías


"Es un poema que demuestra adónde puede llegar la expresión poética de una lengua. La clase de territorio que la poesía es capaz de fundar, de habitar, de movilizar".



[...]¡Que no quiero verla!



Dile a la luna que venga,

que no quiero ver la sangre

de Ignacio sobre la arena.



¡Que no quiero verla!



La luna de par en par.

Caballo de nubes quietas,

y la plaza gris del sueño

con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema.

¡Avisad a los jazmines

con su blancura pequeña!



¡Que no quiero verla!
[...]