José Manuel Lara y Rosa Regás durante el encuentro con periodistas en la víspera del Planeta. Foto: El Mundo

Tocaba hablar del Premio Planeta, que se falla mañana y cumple 60 años. Pero el jefe de todo esto, José Manuel Lara, ha tomado la palabra y ha lanzado a la atestada sala de prensa (en uno de los salones más amplios del Hotel Palace de Barcelona) un discurso (él, para restarle solemnidad, lo llamó "morcilla") sobre el estado de la cuestión en la industria editorial. El principal magnate de la comercialización de libros en nuestro país (y segundo en Francia tras la compra de Editis) lo ha dicho bien claro: "Si no respetamos la propiedad intelectual, mataremos a nuestros creadores de hambre". Y ha puesto una denuncia sobre la mesa: un equipo de "entre cuatro y cinco abogados" de Planeta ha conseguido eliminar de la circulación digital 20.000 títulos piratas de su catálogo desde enero hasta agosto. Algo que no ha servido de mucho: "Porque basta que retiren el contenido en el plazo de 48 horas y no pasa nada". Se van a otro lado y vuelta a empezar.



Lara ha adelantado que su grupo se está esforzando al máximo para adaptarse al nuevo entorno tecnológico. Ha desvelado que "antes de que acabe el año" Planeta presentará dos iniciativas encaminadas a no perder terreno en este ámbito. Por un lado, potenciar una librería digital a través de La Casa del Libro y la plataforma Libranda y, por otro, una especie de streaming literario mediante El Círculo de Lectores (del que Planeta ya ostenta una participación accionarial del 50 por ciento).



Ante este horizonte, el editor ha dicho que no "no van a ceder ni un centímetro en tres reglas de oro". La primera es que lo "lo que se ahorra con el libro digital se debe transferir al lector". Es decir, el consumidor final de los libros editados debe beneficiarse de los menores costes que supone la edición electrónica. Pero eso sí: "No permitiremos que el autor perciba menos dinero que por el libro en papel". Ese el segundo dogma. Y para conjugar los dos, Lara no ve otra alternativa que "crear la cultura y la legislación necesaria para respetar la propiedad intelectual". En tono grave, interpeló a los presentes: "¿Alguien ha visto top manta en Francia? Muy poco, ¿verdad? Es que allí comprar obras protegidas es una falta: el cliente puede acabar un par de horas en comisaría".



Soltado el speech (perdón por el imperdonable anglicismo), el turno de palabra recaló en Carlos Pujol, que en esta edición, en la que nuevamente ejerce como presidente del Planeta, cumple 40 años enjuiciando los manuscritos llegados con las aspiración de alzarse con el galardón (y los 601.000 euros con que está dotado económicamente). Pujol ha advertido de un cambio llamativo en la temática de los textos con respecto a ediciones precedentes, plagadas de candidatos empecinados en revivir los estragos de la guerra civil y las miserias subsiguientes. "Este año año hay más apertura, más matices, más fantasía, más elementos imaginarios y más escenarios exóticos", ha explicado. Y ante a la expectación y la rumorología (que si Javier Reverte, que si Cercas, que si Elvira Lindo... y bla, bla, bla de los mentideros), ha sacado el capote para dar una larga cambiada: "El jurado [con Alberto Blecua, Ángeles Caso, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas y Rosa Regás] no ha pasado de saludarse. No podemos adelantar ninguna noticia de interés periodístico". Bueno, mañana, con los príncipes por testigos, saldremos de dudas.