Javier Moro. Foto: Christian Maury

A Javier Moro (Madrid, 1955) le pesaban los párpados este domingo un par de toneladas. El sábado por la noche le entregaron el galardón más mediático y mejor dotado económicamente de la literatura española, el Premio Planeta, por su novela El imperio eres tú, basada en la megalómana peripecia vital de Pedro I, el monarca que proclamó la independencia de Brasil. No ha podido dormir apenas. Son las dos y desde las nueve de la mañana lleva atendiendo a periodistas de toda España. Aun así, mantiene el tipo y cuando evoca la figura Pedro I no puede impedir arrebatarse en sus comentarios.



Pregunta.- Decía que lo que ha hecho ha sido "contar por dentro lo que lo que los historiadores han contado por fuera". ¿Cuáles han sido las principales dificultades para meterse en la piel de Pedro I?

Respuesta.- Dificultades son siempre muchas cuando escribes un libro de este tipo. Como manejar la documentación, para que no ahogue la narración. Eso siempre es un encaje de bolillos. También me propuse que el lector empatizase con Pedro I, algo que no era fácil. Hay que tener en cuenta que era un tipo pendenciero, trató a su mujer con crueldad. Fue viendo a Los Soprano como me di cuenta que eso era posible. Tony Soprano fue el que me inspiró: un tipo que mata a quien sea, que es inmoral, y sin embargo te irías a cenar con él. De todas formas a él le salva que siempre estuvo del lado de la libertad.



P.- Pero se proclamó emperador y promulgó una constitución en la que se arrogaba casi todos los poderes...

R.- Aceptó proclamarse emperador por las múltiples muestras de adhesión que le mostraron. Él era autoritario por naturaleza pero un liberal convencido. Por eso chocó con el parlamento, que no era un parlamento democrático. En él estaban los grandes terratenientes y los esclavistas. No representaban ni a un uno por ciento de la población. Hay que tener en cuenta que en el Brasil de aquella época casi un tercio de ella estaba compuesta por esclavos. La economía se sustentaba en ese tráfico de personas. Río de Janeiro era el mayor mercado de esclavos del mundo. Por eso enfrentarse al Parlamento requería mucho valor. De hecho, su padre, Enrique II, abolió la esclavitud y por eso le echaron del poder.



P.- ¿Llevaba tiempo rumiando esta novela? ¿Cuándo pasó de ser una idea vaga a una determinación?

R.- Yo viví dos años en Brasil en los 90. Fui con la intención de documentarme para un guión de una película de Ridley Scott, que luego nunca se rodó. Ahí fue cuando conocí la historia de Pedro I. Guardé la idea en mi cabeza, otra más. Hasta que un amigo brasileño me dijo que escribiera su historia, que no había nada escrito sobre él como lo podía escribir yo. Empecé a leer todo lo que había sobre él, que es mucho, pero es verdad que no había nada que me diera su humanidad. Y eso es lo que he intentado conseguir yo.



P.- En Brasil es uno de los próceres de la patria, pero ¿cómo se le recuerda en Portugal?

R.- Se le recuerda poco, la verdad. Allí fue rey sólo una semana. Le guardaban rencor por haber llevado a Río la capitalidad de la monarquía lusa, pero como luego vino a luchar contra el cerril de su hermano Miguel para defender las libertades, y ganó esa guerra civil, ahí empezó de nuevo a considerársele un héroe.



P.- ¿Qué credibilidad tiene lo de que dejó un rastro de 120 hijos ilegítimos?

R.- Eso lo cuenta su historiador oficial. Lo que está claro es que follaba mucho. No podía estar sin mujeres. Estaba con su mujer, con su amante y la hermana de ésta. Las tres dieron a luz con un mes de diferencia.



P.- ¿De qué y de quién se acordó la noche que le dieron el galardón?

R.- Sobre todo de mi familia, porque este libro me ha robado mucho tiempo de estar con mis hijos.