Juan Soto Ivars, Sergi Bellver y Camilo de Ory durante la presentación de Mi madre es un pez en Madrid.
Mi madre es un pez es una antología de relatos publicada por Libros del Silencio hoy más famosa por su prólogo que por la, en general, notable calidad de sus textos. La historia es que los que la convocaron, Juan Soto Ivars y Sergi Bellver, escribieron para ella un prólogo con ciertos aires de manifiesto que, aunque no fuera esta su intención, aseguran, cobijaba bajo el mismo paraguas a todo el elenco de escritores del libro. De Eduardo Mendoza a Javier Calvo, de Mercedes Cebrián a Jon Bilbao, de Matías Candeira a Paula Lapido, entre otros muchos hasta un total de 33. Se trataba, han dicho los prologuistas en la presentación del libro en Madrid, de romper barreras dentro de la literatura española, tan tendente a las etiquetas y las pandillas, a los movimientos y las generaciones, de fulminar los muros de metacrilato que se erigen entre los autores jóvenes y los veteranos, los de un país y los del otro. En general, de reunir voces distintas -algunas a las que "odiaron" en su momento y a las que luego acabaron queriendo, según han recordado en la librería Tipos Infames este lunes- para celebrar la variedad de la narrativa.Pero el prólogo iba más allá de esto que han contado en la presentación y, aumentado a través de los medios y las redes sociales, se convirtió en polémica a finales de la semana pasada. En él, más que romper una barrera, levantaban otra nueva: en cierto momento declaraban una guerra a la literatura fragmentaria, se indignaban ante su "forma y su frialdad" para, se lee en el texto, "hacer añicos la foto de grupo en el museo de arte contemporáneo o la sesión de fondo de armario hipster en el suplemento dominical. Renegar, en suma, de la versión más vacua de la posmodernidad". Hasta ahí, bien, cualquier escritor tiene derecho a decir lo que no le gusta, si le complace el Afterpop o si, por el contrario, detesta la Nocilla. Pero lo que ha ocurrido es que más de un escritor se ha sentido ofendido al verse incluido en una especie de manifiesto soterrado en forma de prólogo bajo el que sonaba el nombre de un movimiento llamado Nuevo Drama.
Por eso vinieron las quejas de algunos escritores que aseguraban que la única premisa que se les pidió para participar en la antología era la de escribir sobre la familia y que en ningún momento se les informó de que se les iba a poner la etiqueta del neonato movimiento. Llegaron también las malas lenguas y las discusiones de anónimos y no tanto en blogs (¡380 comentarios para discutir sobre el tema!). Llegó un jocoso grupo en Facebook llamado Viejo Drama ("Nosotros somos el Viejo Drama, hay gente que es el Nuevo, nosotros somos el Viejo), del que los antólogos, dispuestos a participar del chiste, fueron expulsados. Llegó incluso un comunicado de la editorial llamando a la calma y, por fin el lunes, llegó la simpática presentación del libro en Madrid, en la que se ha demostrado que la sangre no va a llegar al río y que, juran Bellver y Soto Ivars, la intención no era arribar al panorama literario buscando guerra ni hacer caja a golpe de desprecio a los compañeros y con relatos de otros encima porque, entre otras cosas, habría sido una pobre estrategia.
Antes al contrario, han procurado reírse del entuerto y volver al origen, que no es otro que una treintena relatos (muy bien pagados, dicen quienes los firman), cuya selección nunca se configuró pensando, abundan, en hacer lo contrario a los fragmentarios, sino en función de los criterios más improbables. Así ha bromeado Soto Ivars durante el acto, cuando ha declarado que a Mendoza le pidió un relato porque lo tenía de amigo en Facebook, mientras que a Camilo de Ory lo pillaron, ha dicho entre risas, "porque gana premios Planeta y estaba en la portada de todos los suplementos culturales". Tras la charla de presentación, ha resuelto: "Pero que a mí me gustan muchas cosas de los fragmentarios, ¿eh? Lo que pasa es que me interesa también otro tipo de literatura a la que pueda acceder cualquier persona".
Sobre el prólogo famoso, Bellver ha manifestado que su objetivo era escribir algo "no tedioso, narrativo" y ha pedido "no ahondar en las polémicas sino en los textos". Con todo, vuelven a insistir, se trata de una selección de relatos que "merodean los límites de la familia" y que nada tienen que ver con el hecho de que ellos, por su cuenta, quieran dar a alas a su propuesta literaria particular. Matías Candeira, que ha acudido a la presentación junto a otros autores, ha puesto la guinda y ha zanjado la tensión: "Esto es pan para las palomas. Aparte de las guerras fratricidas, es una edición excelente". En resumen, si el resto de escritores incluidos en la edición estima que su nombre no ha quedado manchado por un supuesto sello puesto a la fuerza, el futuro de este libro, de sus prologuistas y de los jóvenes escritores que en él participan dependerá, exclusivamente, de su calidad. Lo anterior, una pompa de jabón ya extinta que no se sabe si les habrá hecho mal o bien.