Vicente Molina Foix

Anagrama. Barcelona, 2011. 208 páginas, 15'50 euros

Después del éxito cosechado con su espléndida novela El abrecartas (2006), con la que obtuvo el premio Nacional de Literatura Narrativa, Vicente Molina Foix (Elche, 1946) ha publicado dos libros de cuentos de alto mérito: Con tal de no morir (2009), y ahora El hombre que vendió su propia cama, en el que ha reunido 9 relatos que revalidan la calidad artística de los anteriores.



Hay dos partes bien diferenciadas en el libro. La primera consta de cinco relatos independientes en los cuales se tratan situaciones y conflictos de la vida cotidiana encarnados en personajes que viven diferentes conflictos en sus relaciones amorosas, familiares y laborales. Los cinco están narrados en tercera persona y ambientados en la actualidad. Casi todos nacen de la literatura, presente en la costumbre lectora de sus personajes. Los cinco me parecen buenos cuentos. Tal vez "A su edad" sea el mejor porque constituye una lúcida parábola de nuestra sociedad. Este cuento refleja muy bien las tribulaciones de dos empleados de correos, ambos viudos, que experimentan un amor tardío entre los apuros derivados de los primeros achaques de la edad, la rebeldía de los hijos y los recortes de personal en sus oficinas, con perversión del lenguaje incluida en el eufemismo que considera "adecuación humana" a lo que sólo es disminución de personal. En otros cuentos se abordan problemas de parejas en crisis, con gustos lectores que distancian a los protagonistas de "El cuento de Gogol" o el hallazgo de algo desconocido en "El buda bajo el agua". Y entre los cinco primeros se singulariza "Un sueño con la diosa", otro de los mejores, por su artística combinación de vida presente y pasado ignorado que se revela en un sueño con misteriosa ambientación oriental.



En la segunda parte, bajo el epígrafe "A partir de James", el autor continúa la idea de A. Barba y J. Montes desarrollada en After James, libro colectivo donde varios escritores completan sendos cuentos siguiendo una pauta común: a partir de las notas que Henry James apuntaba en sus cuadernos para futuras narraciones que nunca escribió, cada uno de los autores desarrolla un relato propio. Al texto publicado entonces por Molina Foix, "Los otros labios", se añaden ahora tres más. Estos cuatro cuentos, narrados también en tercera persona, resultan muy interesantes por el firme pulso narrativo desplegado en el desarrollo de intrigas con hábil combinación de narratividad, suspense, misterio, gracia y humor.



Los cuatro son de naturaleza realista, salvo "La segunda boda", donde los golpes fantasmales detrás de una puerta intensifican el interés de la historia familiar de dos hermanos gemelos. El humor aflora en "Los otros labios", unas veces combinado con la ternura y otras proyectado en sarcasmo, en la emotiva relación amorosa entre dos profesores ingleses enturbiada por las depresiones que en él producen algunas críticas hasta que la obsesión del autor con el misterioso crítico experimenta un giro que bien puede significar un canto a la creación literaria nacida de la autenticidad y concebida como acto solitario. El misterio del arte, su aprendizaje y su transmisión, también asoman en "El cuadro familiar". Por último, "El hombre que vendió su propia cama", que da título al conjunto, forma, con "Los otros labios", el par de narraciones mejor logradas, en este caso por su admirable recreación de las desavenencias matrimoniales producidas en varias generaciones de una familia por la posesión y el recuerdo de un singular dormitorio art déco fabricado en Alemania y depositario de una amarga memoria que gravita sobre el presente.