La cadena editorial clásica

Los acontecimientos se precipitan. En los últimos días la tantas veces anunciada reconversión digital del libro en España ha dado pasos de gigante. La llegada de Amazon inició la avalancha. De pronto, los anuncios de los grandes del sector se multiplican a toda velocidad y en la misma dirección: potenciar el libro electrónico con acceso en la Nube simplificando el proceso de compra y abaratando su precio. El Cultural consulta hoy a escritores, agentes, editores, distribuidores y libreros, para que sean ellos, los eslabones de la cadena editorial, los que expliquen sin pudor cómo se plantean su supervivencia tras la revolución digital que va a transformar la lectura.

Si Planeta anunciaba recientemente la creación de los sellos digitales Zafiro Ebooks, especializado en novela romántica, y Scyla Ebooks, dedicado a la ciencia ficción y el terror con títulos que no superarán los 5 euros, Ediciones B respondía la semana pasada con B de Books, su propio sello digital, que promete ofrecer 300 ebooks al año, la mayoría novedades, desde 1'99 euros.



Casi a la vez, la Casa del Libro presentaba Tagus, su propia librería virtual de ebooks en la nube y lector propio a sólo 119 euros, y la FNAC respondía con una iniciativa similar también con reader propio. A punto de caer están los ebooks de Amazon, que llegó a España sólo con libros físicos, sin alimento para su famoso Kindle, y Google Books, otro gigante. Mientras, Libranda, que fue pionera del libro digital en nuestro país, languidece. Y la piratería acecha. Según el informe del Observatorio de Piratería, los ebooks pirateados suman el 50% del total.



Iniciamos así la convergencia acelerada hacia lo que ocurre en EE.UU y en muchos países europeos, donde los ebooks venden en ocasiones más que sus iguales en papel. Pero, al igual que allí, los distintos agentes de la cadena clásica del libro (ver gráfico) temen por las transformaciones que van a sufrir y hasta por su supervivencia en un plazo cada vez más corto. Hasta ahora, quien engullía la porción más sustanciosa de la tarta del libro, según el Observatorio de la Lectura del Ministerio de Cultura, era el editor, que se embolsaba un 43% de la misma. Le seguían el librero, con un 34%, el distribuidor, con un 12'9 y, por último, el autor recibía un 10%. Por su parte, el agente cobraba en torno al 15% de los beneficios que conseguía para su autor.



Autores, agentes, editores, distribuidores, libreros... ¿Cómo piensan sobrevivir? ¿Cómo se redistribuirán los porcentajes y cuántos eslabones quedarán en la nueva cadena del libro digital?



Los autores.

En el principio siempre estuvo -y estará- el autor. Y sin embargo, salvo en los contados casos de opulentos bestselleros, sólo reciben un euro de cada diez que genera la industria. Si tenemos en cuenta que la escritura de un libro es tarea ardua, que la mayoría no alcanzan tiradas de más de 1.500-3.000 ejemplares..., es lógico que ante la digitalización y la amenaza de la piratería quieran dar el do de pecho y exijan subir su parte hasta un 30 e incluso un 50%. Porque nadie es imprescindible, salvo ellos, y la autoedición digital es más que una posibilidad.



Lorenzo Silva, tal vez el autor español más combativo en el terreno digital, aspira a estar "en todos los soportes cuanto antes. Y a ello me he aplicado desde hace meses [ocho llevan sus ebooks a la venta a precios bajos]. Como escritor en español, además, creo que es una oportunidad estratégica para crear esa Hispanidad real que sería la cultura en español, lejos de la cháchara hueca de las cumbres iberoamericanas. Como parte de la industria, sugiero que ésta dé pasos decididos, bajando precios y ampliando la oferta. Eso la legitimará para pedir protección de sus derechos, hoy despreciados. Al nuevo gobierno le tocará gobernar: no puede dejar desprotegidos derechos, ni renunciar a cobrar impuestos por transacciones gravadas. La difusión de copias que excede el ámbito doméstico lo es. Y no demos por muerto al libro de papel. Hace una década que hay diarios digitales, y se siguen imprimiendo periódicos. Pero no defendamos el papel trabando el digital: eso sólo crea piratas".



Por su parte, Manuel de Lope niega la mayor: no cree que la "era digital" sea "un asteroide que se nos viene encima. No siento la angustia o la ansiedad de ‘estar preparado'. En EE.UU. publiqué una novela en papel y en digital y todo ha sido igual. Los cambios en profundidad de la era digital tardarán en manifestarse varias generaciones".Vamos, que ni le importa ni le preocupa, sólo le produce curiosidad, porque "en la red todo el mundo habla y gesticula al mismo tiempo", aunque "el creador lo que tiene que hacer es responder a su necesidad íntima, intransferible, cualquiera que sea el instrumento de expresión".



Los agentes.

Los agentes no son obligatorios en la cadena del libro pero resulta indudable su estratégica importancia tanto para que el novel publique como para que, más tarde, explote. Los casos de García Márquez o Vargas Llosa, entre tantos otros, apadrinados por Carmen Balcells son suficientemente elocuentes. En España se pueden contar hoy más de 50 agencias pero, dado que sus ingresos provienen del 15% de media de los beneficios que consiguen para el autor, al abaratarse los ebooks su porvenir es incierto.



Antonia Kerrigan, que lleva ya tres décadas al frente de Kerrigan-Miro, no quiere decirlo... pero lo dice: "Vamos a desaparecer todos". Así que fía su esperanza a que el proceso de sustitución se dilate: "Yo lo que no puedo pensar es que el libro de siempre va a desaparecer mañana. Quiero creer que el papel seguirá existiendo al menos otros 20 años, y en cierto nicho de amantes de los libros, perdurará siempre. Aún faltan contenidos digitales y también los lectores de los mismos, que en España no se han popularizado. Por ejemplo, si tener un reader es una maravillosa ventaja para el trabajo de agentes o editores, sé de buena tinta que apenas lo usa una minoría".



Palmira Márquez, responsable de la agencia literaria y de comunicación DosPassos, reconoce estar "como el resto de los actores del sector", adaptándose al nuevo mercado, "y trabajando por conseguir las mejores condiciones para nuestros autores en la venta de sus derechos para la explotación digital, que trae un nuevo modelo de mercado en el que habrá que vender soporte digital". DosPassos es una agencia pionera en el uso de los book trailers para promocionar títulos como El aviso "de un autor joven, novel, Paul Pen. Una semana antes del lanzamiento de la novela lo estrenamos en la red y se convirtió en un éxito. De hecho, numerosas productoras de cine mostraron interés por la novela a partir del book trailer". Y dice más. Que hoy, "que tendemos a quedarnos con los titulares por el exceso de información, el trabajo de los agentes literarios puede ser fundamental como mediadores y gestores de derechos, haciendo trabajos de editing y, sobre todo, siendo parte activa de la transformación del mercado editorial".



Los editores.

A principios de la semana pasada, Ediciones B conmocionaba al sector al anunciar la creación de B de Books, que lanzará 300 titulos a precios reducidos a partir de 1'99 euros, y sin protección DRM. "La idea -explica el editor Ernest Folch- viene de los lectores. Es él quien demanda que haya precios bajos y que no haya DRM, porque dificulta su experiencia de compra. Respecto a los precios, seguimos la tendencia de lo que ya sucede en mercados mucho más maduros, como demuestra Amazon.com. Con el lanzamiento de B de Books nos colocamos en una situación óptima ante los nuevos retos del mercado del libro en España". Folch lo tiene todo estudiado. Por ejemplo, asegura que en España, la red necesitará "entre 3 y 5 años" para ser tanto o más eficaz que los medios de venta convencionales, pero asume el desafío como editor que ha visto el abismo: "El camino del ebook se puede abordar desde dos ángulos: los precios, que serán mucho más bajos, y los contenidos, que cada vez serán más exclusivos".



En cambio, Juan Cerezo, editor de Tusquets, destaca que "el lector ‘fuerte', aunque también se maneje y lea ebooks, seguirá prefiriendo el papel, aunque por la inmediatez del medio puede que seduzca mayoritariamente a lectores más impulsivo, o la venta de libros más de moda. En cualquier caso, nos condicionará como editores para seleccionar con mayor rigor qué libro merece aparecer encuadernado, compuesto tipográficamente y en papel".



Para Tusquets, la red es un aliado "imprescindible, aunque no suficiente". En Facebook tienen cerca de 14.000 seguidores, su twitter cuenta con otros 3.000 "y enviamos periódicamente una newsletter a 8.000 suscriptores. Todo ello se ha traducido en nuestra web en más de un millón y medio de sesiones en lo que llevamos de año. También hemos preparado y firmado contratos con varios autores de nuestro catálogo para la comercialización digital de sus obras. Estamos en conversaciones con diversas plataformas digitales que ofrezcan garantías técnicas y jurídicas para el momento en que exista una demanda significativa".



Los distribuidores.

Existen en España 170 distribuidoras, de las cuales 121 se ocupan mayoritariamente de libros y 69 mueven publicaciones periódicas. Según el último estudio del sector preparado por la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (FANDE) en 2010 movieron 212 millones de ejemplares y recogieron 60 millones devueltos con una facturación de 1.664 millones de euros, casi un 2% menos que en 2009. La distribución en España atiende 2.122 puntos de venta y da empleo 10.955 empleados.



Las distribuidoras tradicionales se juegan el futuro en que la coexistencia del libro digital y el libro físico sea durante aún muchos años una realidad y no una quimera. Así piensa Verónica García, de Antonio Machado: "Desconozco el papel que tendremos en el mercado de los contenidos electrónicos, probablemente ninguno. La convivencia del libro físico y el digitalizado hará que el trabajo del distribuidor de libro físico se aproveche para que el librero pueda vender tanto el libro físico como el digital, pero habrá que esperar a ver cómo".



En la catalana Les Punxes, Oriol Serrano se muestra lacónico y contundente: "No jugaremos ningún papel", y por el momento sólo esperan que escampe la crisis: "Si se consigue que esta epidemia pase, volveremos a la crisis de toda la vida". Serrano apuesta por un reordenamiento que modernice un sector que mantiene su estructura desde hace ya demasiado tiempo. Pero previene también ante la visión reduccionista de su trabajo: "En casi todos los casos los distribuidores no nos limitamos a la logística, hacemos también labor comercial y administrativa; es decir, el editor se dedica a lo suyo, que es editar, y deja el resto a equipos comerciales".



Los libreros.

La inquietante y desangelada estampa de un mundo sin librerías podría tornarse en unos años algo más que una distópica pesadilla. A fin de cuentas, librerías grandes y pequeñas cierran sus puertas desde hace años en todo el mundo. Cadenas como Borders (se- gunda de EE.UU) o la española Crisol ya cayeron, pero la amenaza no da tregua y sólo las que han desarrollado una avanzada reconversión digital, como Barnes and Noble, se defienden.



En 2010 las ventas bajaron, según CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) un 10%, lo que unido a la desaparición "casi total" de las ventas a organismos públicos, -otro 10%- suma descensos del 20%. Las cifras del Comercio Interior del Libro cuentan que los libreros devuelven el 35% de lo que reciben aunque las grandes superficies podrían llegar hasta el 45%. Y según el Instituto Nacional de Estadística la facturación total del libro descendió un 10% -de 945 a 845 millones de euros-, y sólo el 3'7% de los títulos vendió más de 5.000 ejemplares.



Lola Larumbe, de la librería Rafael Alberti de Madrid, prefiere mantener la calma. Dice que de revolución digital nada de nada, que "llevamos demasiado tiempo hablando de eso" por razones comerciales, mientras librerías como la suya siguen "llenas de libros, y los editores apostando por el papel. Nos hemos planteado no tener miedo a perder ningún tren, puesto que sigue habiendo muy buenos lectores a los que les gusta venir a la librería mientras que en la red las informaciones están muy contaminadas. Comprendo que las grandes superficies tengan miedo a la competencia digital y que eso les esté haciendo lanzarse a la piscina, pero una librería como ésta debe confiar en sus valores, y no ningunear al buen lector". Eso sí, tienen una web potente en la que vuelcan constantemente contenidos e información, y están en redes sociales, como facebook. Pero, insiste Lola, el problema es que precisamente ahora es cuando el buen librero va a resultar fundamental: "Ya lo estamos viendo. Lo de internet es un puzzle, un gazpacho, en el que convive todo sin criterio y aparentemente con el mismo rango..."



¿Y qué opinan en el gigante que ha puesto todo patas arriba con su aterrizaje? El Cultural ha hablado con Gordon Willoughby, director de Kindle para Europa y es un lógico y encendido defensor de los ebooks: "Sólo hay dos partes importantes en la industria del libro: lectores y autores; el resto somos intermediarios, y tenemos que innovar si queremos sobrevivir. Los libros digitales, sin duda, han revitalizado la industria del libro. Millones de personas en el mundo están ahora leyendo en un Kindle, y hemos visto un tremendo crecimiento de las ventas en los últimos cuatro años. Amazon.com ya vende más libros para Kindle que impresos, incluso teniendo en cuenta que el negocio en papel continúa creciendo. Los ebooks animan a la gente a leer más. Los propietarios de un Kindle compran tres veces más libros que antes de adquirir el Kindle".



Los críticos.

En este punto toma la palabra el crítico Ricardo Senabre, que no cree que el cambio digital afecte demasiado a su labor: "El crítico -dice- tendrá que hacer lo mismo que siempre y acostumbrarse a leer en una pantalla, de igual modo que quienes leían en pergaminos o manuscritos tuvieron que amoldarse -no en un día ni en un año- a la letra impresa. Tampoco creo que haya tantos lectores de libros electrónicos, aunque irán aumentando. Y los hábitos de lectura no tienen por qué cambiar únicamente porque cambie el soporte textual".



Sabe que los críticos internautas ("a menudo simples blogueros o amigos de los autores") están sustituyendo en la red a los "verdaderos especialistas, aunque con resultados deplorables, por lo general. Es ya asombrosa la cantidad de aficionados que pontifican sobre la literatura. De todos modos, la disminución de competencia y peso específico de la crítica se producirá de modo inexorable si continúa el proceso de trivialización y degradación cultural a que asistimos". Por eso no oculta su pesimismo, ya que, a su juicio, "es indudable que aparecerá un número mayor aún que ahora de obras infraliterarias, aunque bien aireadas y elogiadas por los mecanismos ublicitarios. Lo que habrá que hacer será procurar que el público no se deje engañar por la bazofia y vaya depurando sus gustos. Como ahora, sólo que en un terreno más infestado aún de productos nocivos.



Vicente Luis Mora es un ejemplo de "crítico internauta", pero no precisamente aficionado. Su Diario de Lecturas (vicenteluismora.blogspot.com) nació en 2005 y se ha convertido en referencia de la la Red. En enero publica en Seix Barral El Lectoespectador, donde precisamente se enfrenta a los retos de la crítica. Pero nos avanza que son "numerosos": "la ampliación (o voladura) del concepto de texto; la dificultad de unificar bajo el término ‘narración' experiencias muy diversas; y la necesidad de redefinir conceptos como página, autor y obra. Pero también se presentan oportunidades: el blog como plataforma idónea para la crítica; la posibilidad de una crítica en la nube, solo o con otros críticos; otras ediciones críticas, etc". Mora también desaconseja a los autores la autoedición porque "el editor es el primer y más decisivo crítico de un libro" y propone a los editores un sistema de pagos por acceso.