Jean Echenoz. Foto: Carles Mercader

No hay gran premio literario francés que Jean Echenoz (Orange, 1947) no haya ganado con alguna de sus trece novelas, desde que allá por el año 1979, y tras dudar de su porvenir literario, publicara su opera prima Le Méridien de Greenwich (premio Fénéon). Luego vendrían el Médicis, en 1983 para Cherokee, y el Goncourt, en 1999 con Me voy. Su nombre suele escucharse todos los meses de octubre en los pasillos de la Academia Sueca como un firme candidato al Nobel de Literatura. A pesar del éxito que arrastran sus obras, Jean Echenoz es de esos autores que no se quedan reescribiendo eternamente su primera novela. Le gusta cambiar de género, tratar nuevos aspectos literarios, retar su escritura a romper barreras narrativas.



Sus primeras novelas, siempre publicadas en la famosa editorial Minuit de Jerome Lindon, se acercaban a ese estilo del Nouveau Roman que jugaba con el enigma, el noir y la literatura. Hasta que la imagen de una persona real empezó a imponerse en su escritura. A partir de ese momento, en sus tres últimos libros que forman ya una trilogía y que en España ha publicado Anagrama, Ravel, Correr, y, más receintemente Relámpagos, Echenoz ha dejado el género puramente de ficción para adentrarse en personajes reales: "Fue un encadenamiento un poco venturoso. -asegura a El Cultural-. Al principio, quería que apareciese el personaje de Maurice Ravel en un proyecto de ficción, y es el que, finalmente, abrió esta aventura entre realidad y fábula. Trabajar sobre su vida, de forma romanesca más que biográfica, reemplazó mi primera tentativa. Dos libros siguieron a este proyecto, Correr y Relámpagos, porque me apeteció explorar un poco este modelo y abordar tres vidas muy diferentes: un artista, un atleta y, luego, un sabio".



Estas tres biografías literarias ponen de relieve al personaje, su carácter particular, su dedicación absoluta al trabajo, de una forma tan novelesca que, a veces, nos olvidamos de que ha existido de verdad. ¿Hay más imaginación o investigación? Para Echenoz "la investigación ha sido un elemento esencial en la redacción. Antes de empezar a escribir sobre Ravel, por ejemplo, creo que leí, más o menos, todo lo que se había escrito de él en francés, testimonios de sus contemporáneos, sus propios escritos, etc. No existían tantos testimonios sobre Emil Zàtopek, de modo que cuando escribí Correr lo que hice fue investigar en la prensa deportiva de la época. Y para Relámpagos, que es la novela más 'romanesca' de las tres, utilicé varios elementos de la vida de Nikola Tesla".



Echenoz confiesa que la documentación siempre ha sido una parte muy importante en la redacción de sus libros. "Es un momento que me gusta mucho. No trabajo solamente sobre textos, también con fotografías, películas, sonidos, etc. A partir de todo esto, la imaginación puede hacer su trabajo". 



Las novelas se acercan a Maurice Ravel, Emil Zàtopek y Nikola Tesla, tres personajes que, aparentemente, no tienen nada en común, pero que, sin embargo, muestran actitudes similares ante la vida. "Yo creo, imagino, que su punto en común es la soledad. El hecho de dedicar su vida a una obra y que esta obra les robe la vida".



¿Podemos descubrir aspectos de Jean Echenoz a través de ellos? "Tuve que identificarme más o menos con los tres al trabajar sobre ellos, aunque también me identifiqué con los personajes de ficción. Si tuviera que escoger a uno por afinidades particulares elegiría a Maurice Ravel por varias razones. Entre otras cosas, conozco su obra musical desde mi infancia y he visitado su casa muchas veces".



Para terminar, le pedimos que nos hable de lo que escribe en estos momentos: "No me gusta mucho hablar sobre lo que estoy trabajando. Pero sí que es cierto que no quiero seguir escribiendo sobre vidas reales. Prefiero hoy en día volver a la ficción. Fue la ficción la que me condujo a jugar con un modelo más o menos biográfico, y es precisamente este último el que me impulsa ahora a volver a la novela".