El Instituto Cervantes es el mascarón de proa de nuestra cultura, el anzuelo que atrapa a lectores e intelectuales de todo el mundo interesados en el español, jugando con Goya y Pedro Almodóvar, con Picasso y Carlos Fuentes, con Borges y Cristóbal Halffter.

Su presupuesto, claro, sigue menguando (menos de 103 millones de euros en 2011 frente a los 330 del Instituto Goethe, su equivalente alemán), pero su nuevo director, Víctor García de la Concha, sabe que no hay otra: tiene que sacar aún más provecho de la ilusión de los directores y profesores de los distintos centros, y apostar por América como raíz y destino. Los datos son contundentes: a pesar de los recortes, el año pasado se ofrecieron 14.800 cursos y hubo 134.487 matrículas de español, un ocho por ciento más que en 2010. Pero ¿quiénes son y por qué dirigen los 78 centros repartidos en cuarenta y cuatro países de cinco continentes?, ¿cómo viven el día a día de las actividades? ¿por qué parece que siempre acuden los mismos como invitados a los distintos centros?, ¿hay tanto amiguismo como parece en la dirección, en la elección de los invitados a las diversas actividades, y en las exposiciones?, ¿se aprovechan las nuevas tecnologías y las redes sociales?
Antonio Muñoz Molina, responsable del Cervantes de Nueva York entre 2004-2006, se hizo cargo del centro por invitación de su entonces director, César Antonio Molina. “Yo había pasado temporadas en la ciudad y había sido profesor visitante en la City University. Y supongo que también influiría el que había publicado Ventanas de Manhattan”. No recuerda el presupuesto con el que contó, aunque sí que “era bastante limitado” y que tampoco dispuso del “numero suficiente de personas cualificadas en la gestión cultural. La comparación con entidades semejantes, como la Alianza Francesa o el Instituto Goethe, sería reveladora”, por lo que gran parte de su trabajo consistió en buscar patrocinios públicos y privados, tanto de España como de los Estados Unidos. Con todo, se siente especialmente orgulloso de la celebracion del Centenario del Quijote en la New York Public Library de Nueva York, “con escritores de todo el mundo”. Sin embargo, tuvo que dejar de escribir sus artículos, porque “es un trabajo que ocupa la vida entera, si se toma en serio, en parte por falta de ese personal cualificado intermedio en la gestion cultural. No quiero decir que no lo haya, y con frecuencia muy bueno. Es que no hay suficiente. A los que dicen que dirigir un Cervantes es un chollo les recomendaría que consultaran el número de horas de trabajo, el sueldo y la parte del sueldo que se va en alquiler de vivienda”.

Memorias de Manhattan

Otro escritor, Eduardo Lago (1955), fue su sustituto. Colaborador habitual de El País, llevaba 20 años viviendo en la ciudad “y enseñando literaturas hispánicas en la universidad”. El presupuesto le pareció “razonable”. Se trataba, afirma, de “hablar poco y hacer mucho. Lo más importante no es salir en la foto en España y que en Nueva York nadie se entere de nada. Lo importante es el día a día, lo que no se ve, pero que crea un movimiento que penetra en el tejido de la ciudad. Por supuesto, siempre hay actos glamurosos, que se promocionan solos, pero no quería fuegos de artificio” ¿El mejor momento? “Cuando celebré la rueda de prensa el día que Vargas Llosa ganó el Nobel. Estuvo más de 7 horas en la casa. Había más de 250 televisiones de todo el mundo en el auditorio y quizá 400 periodistas. Llamaban los presidentes de gobierno de América Latina y el nuestro, por supuesto. Hubo muchísimos otros momentos: Antonio Banderas trabajando como un currito más, hablando al público del cine español de la posguerra, mientras la cola daba la vuelta a la manzana. Vila-Matas en conversación con Paul Auster. Ana María Matute dirigiéndose al público neoyorquino una semana después de haber ganado el Cervantes. Y mil momentos más”. Lo cierto es que, ya sea como reclamo o publicidad, el Cervantes ha elegido a menudo para dirigir sus centros a escritores como el ya mencionado Muñoz Molina o como Vicente Luis Mora, que ha pasado del IC de Alburquerque al de Marrakech, donde suele coincidir con Juan Goytisolo, que acude a menudo a tomar café por la tarde. Mora no se volvió loco con el cambio de continente, a pesar de sufrir “cierto ‘estrés cultural' al principio; son dos países muy diferentes, con modos diversos de trabajar”. Con un presupuesto este año de unos 60.000 euros, que “dará para lo que dé, teniendo en cuenta que con eso debemos pagar desde la iluminación y sonido de los conciertos hasta el transporte de las exposiciones y viajes de los artistas”, Mora está especializado en “la negociación para expandir territorialmente los centros” y se siente muy orgulloso de la ampliación en Essaouira que inauguró el jueves pasado, aunque lo más emocionante de estos años haya sido ver “cómo la crisis ha hecho surgir tejidos humanos y culturales que hacen muchas actividades uniendo poco dinero pero mucho esfuerzo humano”. Para hacer compatible las labores de gestión y la creación, pasa de un trabajo al otro sin descanso, “levantándome sábados y domingos a las siete de la mañana y apurando hasta el máximo las noches para escribir o leer”. Otro escritor al cargo de un Cervantes es el poeta Julio Martínez Mesanza, responsable hoy del de Tel Aviv, “el cuarto centro del Instituto que dirijo. Antes dediqué buena parte de mi vida profesional a tareas relacionadas con el mundo de la cultura, en la administración, en la empresa privada y por cuenta propia”. Para compaginar la gestión del centro y su poesía le basta, como a González Iglesias “un ángulo, un rinconcito de tiempo. Además, los libros de poesía se hacen solos, por mucho que nos cueste cada uno de sus poemas”. En otros casos, el nombramiento parece una regalía. Así, en mayo de 2011 y para que tomara posesión en septiembre, dos meses antes de las elecciones, Carmen Caffarel nombró al periodista y cineasta Javier Rioyo director del IC de Nueva York. Antes, en 2008, había elegido a Manuel Lombao, periodista de RTVE, como responsable del de Brasilia. La elección de Rioyo suscitó cierta polémica, aunque él niega la mayor y asegura que era “la tercera vez que a lo largo de los veinte años de existencia de la Institución me ofrecían un Cervantes. Por distintas razones tuve que decir que no, pero esta tercera era muy difícil de rechazar. NY es una ciudad de mis referencias personales, culturales, emotiva”. En la misma línea de nombramientos polémicos estuvo el de la cantante Rosa León como directora del Cervantes de Casablanca en 2008. Hoy dirige el de Dublín, con 2.630 alumnos en 2011, y se siente orgullosa, sobre todo, de los profesores y gestores que trabajan en el centro -“Tengo la enorme suerte de contar con un equipo excepcional que ya estaba cuando llegué a Dublín. Tanto los profesores como el jefe de estudios, la gestora cultural, el administrador, la oficial de administración, el jefe de biblioteca y los auxiliares administrativos son excelentes profesionales y personalmente además, espero que amigos”. También se enorgullece del festival de literatura que organiza cada año, con autores latinos, españoles e irlandeses. ¿Las razones de su nombramiento?: “Supongo -explica- que sería mi dedicación al mundo de la cultura a lo largo de toda mi vida. Empecé a cantar en la universidad y durante casi 20 años he sido profesional de la música, y he tenido la suerte de trabajar con muchos escritores y poetas. Mis labores posteriores en la producción musical y mi paso por el Ayuntamiento de Madrid como concejal me acercaron a la gestión cultural”. En el otro lado del espejo están los profesionales del idioma, como Federico Arbós (1946), que ha dirigido los Cervantes de El Cairo (1993-1997); Casablanca (2000 y 2003) y Rabat (desde 2007) y que en 1998 obtuvo el premio Nacional de Traducción por su versión del Epitafio para Nueva York. Marrakesh- Fez, de Alí Ahmad Sahid. O Víctor Andresco, licenciado en Filología Eslava por la Universidad Complutense de Madrid y diplomado en Lengua Rusa por la Universidad Politécnica de Járkov, que dirigió el Cervantes de Moscú y hoy está al frente del de Milán, en el que se impartieron en 2011 más de 90.000 horas de clase frente a las 50.600 del año anterior, lo que representa un crecimiento del 180%. Actualmente, el Cervantes mejor dotado presupuestariamente es el de Nueva York; que el que tiene más alumnos matriculados en cursos de español es el de Moscú, con 5200, seguido por el de Pekín, con 4758 matrículas y un aumento medio anual del 44 por ciento en los últimos cuatro años; el de mayor crecimiento estadístico, el de Recife, que en dos años ha pasado de 126 alumnos a 900 y el menos afortunado, el también brasileño de Florianópolis, que acaba de cerrar por falta de alumnos. Nada que ver con las cifras que manejan los centros equivalentes de otros países: así, la Alianza Francesa, creada en 1883, cuenta mil centros en 140 países y que el Instituto Goethe (fundado en 1951), con 165 centros y 200.000 alumnos, maneja un presupuesto de 330 millones de euros.

Mono blanco, mono pardo

Cada director tiene su historia. Su presupuesto. Sus deseos. Sus historias. Pero pocos tan entusiastas como Óscar Pujol, responsable desde su creación, hace dos años, del IC de Nueva Delhi, gracias, entre otras cosas a su conocimiento del hindi y de la cultura de la India. A Pujol le tocó abrir el centro, es decir, conseguir la autorización del gobierno indio, buscar el terreno, hacer una obra, etc., pero valió la pena, dice ahora, pues “en su corta trayectoria ha conseguido situarse entre los diez primeros puestos de la red Cervantes en número de estudiantes y el centro sigue experimentado un fuerte crecimiento en el número de matrículas, lo que demuestra el interés que hay en la India por el español donde ha pasado de ser un idioma prácticamente desconocido a ser uno de los idiomas extranjeros más solicitados. El centro ha desplegado también una actividad cultural desbordante con más 170 actividades sólo en 2011, incluyendo la exposición Goya Los desastres de la guerra”. Fue la primera vez que se vió a Goya en la ciudad. Lo mejor, con todo, es que han tenido que contratar “un gran mono blanco para ahuyentar las manadas de monos pardos que nos asaltan. ¡Y eso que estamos en pleno centro de la ciudad!” Menos felices son los recuerdos de Víctor Ugarte, responsable del Cervantes de Tokio, al volver la vista al terremoto y al tsunami que hace un año arrasó el país: “Las horas de pánico fueron más bien fuera de Japón ya que en el extranjero se reflejó una imagen de la catástrofe nuclear mucho más grave que la real en zonas como en Tokio, a una distancia más que suficiente para estar fuera de cualquier peligro. Es ridículo ver cómo vienen a Tokio extranjeros con pastillas de yodo y mucho peor aún los que se niegan a venir por miedo a contaminarse. Las redes sociales jugaron un papel importante . Un mensaje en tweeter o facebook se convertía en noticia como si proviniera de unaagencia de noticias. Realmente absurdo.” Menos mal que sus alumnos (2000, 278 más que el año anterior) y el éxito de sus actividades le compensan: “celebramos unas 200 el año pasado, y la gran mayoría repletas de público japonés que suele agotar las localidades en horas. Como ejemplo, en los últimos meses han pasado por nuestro centro Vargas Llosa o Teresa Berganza. También me satisfacen actividades inéditas hasta hace poco en Japón, como las dedicadas a la ciencia, la historia y la tecnología en español.” Antonio Gil de Carrasco (1954), director de los IC de El Cairo/Alejandría (1998-2002), Tel Aviv (2002-2004), Damasco (2004-2007), Beirut (2007) y Estambul (Turquía) desde el 2008, admite que su experiencia actual está siendo más que positiva: si en 2010 tuvieron 2.828 matrículas, en 2011 han sido 3.105 los alumnos matriculados. ¿Lo mejor? La Gran Sultana de Cervantes, “representada en turco, pero con el fin de que se reviviera el ambiente de tolerancia y comprensión interreligiosa que Cervantes muestra en su obra; se decidió que la dirigiera un director español de gran prestigio, José María Pou. Los resultados fueron espectaculares”.

¿Primavera sangrienta?

De la llamada “primavera árabe” recuerda sobre todo que la siguió con interés pero con distancia, pues no afectó a Turquía. Luis Moratinos, hermano del ex ministro de Exteriores, y responsable del IC de Tetuán considera también que “ no ha sido tal como las otras de la zona, excepto el movimiento del 20 de Febrero estudiantil y social con alguna manifestación no muy numerosa, pero en Tetuán no hay ninguna medida especial de seguridad”. En cambio, Cecilia Fernández Suzor, actual responsable del IC de Tánger, sintió “ilusión”, pues Tánger “ha sido una de las ciudades que más se ha destacado en la puja por un cambio democrático en el país, que ha dado lugar a cambios en la constitución y en las instituciones, aunque no todos los esperados. Me recordó la euforia de la España de la transición”. Claro que su primera reacción fue ver si las cristaleras de la sala de exposiciones, en pleno centro de la ciudad, habían sufrido algún daño, como algunas tiendas y cafeterías. Afortunadamente, “todo seguía intacto”. Hay más sueños, y más satisfacciones. Abel Murcia (Cracovia) asegura que “lo más emocionante es sentirse parte de una institución que repartida por todo el mundo difunde y acerca lo más valioso que tenemos: nuestra lengua y nuestra cultura”, y se felicita, sobre todo, de haber creado la Biblioteca Eduardo Mendoza; para Andresco (Milán) , lo mejor ha sido la celebración del centenario de El árbol de la ciencia, de Baroja y, sobre todo, “poder prestar apoyo a algunos hispanistas que han dedicado su vida a nuestra cultura -a menudo en condiciones heroicas”, mientras que Miguel Spottorno (El Cairo) destaca “el saberse la casa de los hispanistas egipcios que vienen realizando desde hace muchos años una ingente labor de difusión de lo español”, y desde hace años intenet y el Aula Virtual del Español son sus mejores aliados, ya que sólo en 2010 tuvo 74.093 alumnos, un 25 por ciento más que el año anterior. Para Gil Carrasco (Estambul) “El IC está en la vanguardia de las nuevas tecnologías. Fue pionero con la creación del AVE (Aula Virtual de Español) y además trabajamos permanentemente en la adaptación de los programas a los nuevos tiempos”. Lo que sí desmienten todos los responsables de los Cervantes es que alguien desde Madrid imponga el nombre de los invitados a sus actividades. “A veces -asegura José María Martín Valenzuela desde el IC de Lisboa- alguien afirma: ‘Este ha sido el invierno más frío de la historia.' Y el meteorólogo le corrige: ‘Lea las estadísticas”. Pues algo parecido ocurre con la impresión a la que Vd. se refiere. La presencia de creadores españoles y americanos en los centros del Instituto se corresponde con ese pluralismo que prestigia a la institución”.

Un futuro panhispánico

¿Y América, pues? Porque no se trata solo de contar con los autores y la cultura hispanoamericana, sino de expandirse en Norteamérica y Brasil, sobre todo si, como señala Eduardo Lago, “si se abrieran en Estados Unidos 50 Cervantes, uno por estado, funcionarían a todo trapo. La demanda es tal que la Alianza Francesa ofrece clases de español en muchas ciudades. ¿Cómo podemos no tener centros en Washington, Los Angeles, San Francisco, Houston? ”. Claro que Lago dice más. Que habría que estudiar una fórmula que acerque los centros del AECID a lo que son los Cervantes, superando miopías políticas. Y la fórmula se debería exportar a América Latina. “Un Cervantes en México, ¿por qué no? El Cervantes es querido por todos, es una fórmula feliz y de futuro. Y España la debe utilizar para integrar en el proyecto a los países hispanohablantes, llevando adelante una verdadera labor panhispánica, como se ha hecho en otros ámbitos. Hay que abrirse a América, es el futuro. Y debe haber un elemento de generosidad con los países hermanos. La lengua es de todos”.

C. A. Molina: “El pabellón nunca se arría”

Cuando César Antonio Molina llegó a la dirección del Instituto Cervantes, el presupuesto de la institución rondaba los 50 millones de euros. En cuatro años consiguió que superaran los 100 millones e inauguró 25 centros, entre ellos los primeros en China (Pekín), Japón (Tokio) y Australia (Sidney). -¿Qué países priorizaría en estos momentos, y qué centro cerraría? -Mi labor fue abrir centros en Europa, sobre todo en la central, Praga, Budapest, Sofía, luego Asia y Australia y, ahora, sería necesario reforzar nuestra presencia en USA. Y allí hacerlo con México. En su momento ya firmamos convenios con la UNAM y el gobierno del presidente Calderón. Lo que debe hacer ahora es modernizar muchas de sus instalaciones o cambiar las sedes. El Cervantes no puede ni debe cerrar ningún centro porque no sólo enseña el español (y también desde mi época las otras lenguas cooficiales del estado) sino que, además, en cada ciudad y país, es el eje de desarrollo y difusión de nuestra acción cultural. Por otra parte, como creo que decía uno de los personajes de Pérez-Reverte, el pabellón nunca se arría.