Luigi Pirandello
Durante la edad de la imagen, cuando políticos y famosos remodelan sus caras, el interés por lo exterior desbanca a cuanto pueda forjarse en las galerías interiores. El gesto, lo externo, cuenta ahora más que lo íntimo, mientras la autenticidad del individuo y la ética pierden en estimación social. La obra del premio Nobel Luigi Pirandello (Agrigento, Sicilia, 1867-Roma, 1936), sea su teatro, la novela, o en nuestro caso la narrativa corta, refleja precisamente lo contrario, el interior. Sus relatos constituyen miniespejos donde cientos de seres de ficción buscan encontrar el equilibrio personal dentro de sí mismos, casi siempre ante circunstancias adversas, luchando por desmentir su clasificación en casillas sociales preestablecidas.Al leer a Pirandello un español recordará a Miguel de Unamuno, su narrativa posee la misma pasión autobiográfica y sus seres de ficción defienden la autonomía del ser individual hasta los mismos límites de la escritura (Seis personaje en busca de un autor, Niebla), como luego haría inspirándose en ambos Julio Cortázar. El italiano y el vasco también tuvieron algún desfallecimiento ideológico, lo que les valió críticas de la izquierda.
Los cuentos ofrecen una novedad para el tiempo presente: la extendida cultura de la queja brilla por su ausencia. Siempre resulta fácil culpar a otros o a una institución de nuestros infortunios, en cambio este escritor busca las razones en la persona, en su personalidad.
Se abre esta colección de cuentos completos con "Mantón negro", un relato donde se plantea un tema eterno, el casamiento por conveniencia. Gelardo un joven sin oficio ni beneficio entra en tratos con una mujer de clase media extremadamente gorda y bastante mayor que él; en resumidas cuentas, el chico acabará aceptando el trato. Fuera del argumento, lo destacable es la radiografía que el narrador hace de los personajes, usando el estilo realista para describir la avaricia de los padres y el sentir del chico, que se transforma en expresionismo al trata de la gordura de la esposa, y llega al esperpento en la expresión dramática de la situación.
Una abundante número de los relatos ocurre en su Sicilia natal, donde un ambiente católico conservador asigna los papeles de por vida a los ciudadanos, sean campesinos, abogados, pobres o ricos, y constituye la fuente de inspiración del autor. Viven aprisionados entre la tradición y el deseo de ser ellos mismos. Cuando el personaje se quiebra, incapaz de conjugar las exigencias del medio con su identidad, acaba en muchos casos suicidándose.
"Nada" resulta escalofriante, porque los lectores no podemos saber si el joven que se mató era un hijo ilegítimo del narrador, si lo hizo por la miseria en que vivía, por poseer un exceso de sensibilidad, escribía versos, o por el abandono de su protector. La ventana abierta para dejar que salgan los gases tóxicos responde mal a nuestras preguntas del por qué.
No sorprende que una característica formal sea su maestría en el manejo del diálogo, como en "Guerra", que tiene lugar en un compartimento del tren, donde un hombre comienza a disculpar el mal humor de su mujer, pues su hijo tiene que partir para la guerra (1914). Los demás viajeros comparten penas semejantes. La señora parece incapaz de afligirse por las desgracias ajenas, le falta el sentido de la empatía. Pirandello no especula, ni intenta explorar conciencias, ni juzgar, simplemente presenta el crudo retrato de una situación dramática. El realismo de la situación carece de amables explicaciones psicológicas, que excusan una conducta tan inhumana o, mejor dicho, tan fríamente humana.
Tampoco falta el humor ni la ironía en los textos. "El traje nuevo"relata la historia de un pobre empleado, hambriento, que recibe una herencia. Cuando llega a la casa con un traje recién comprado, y la hija le pregunta si había cenado. Contesta simplemente: "Wagon-restaurant" (II, pág. 711). En los últimos relatos Pirandello abandona el verismo para ahondar en temas más sicológicos y metafísicos. Los famosos hermanos Taviani llevaron a la pantalla cinco de relatos situados en su Sicilia natal en la película Kaos (1984), excelente homenaje a quien ahondó en la realidad para penetrar en sus secretos.