Javier Marías. Foto: Ricardo Cases.
Está tan satisfecho que en el primero, dice, podrían encontrarse "algunas de sus mejores piezas de ficción" de toda su obra. Una afirmación llamativa y que hay que tener en cuenta en alguien que ha firmado novelas como Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí y la trilogía Tu rostro mañana. En Mala índole se recogen una treintena de relatos, que abarcan desde 1975 a 2005. Cuatro décadas en total. Sus poco más de cuatrocientas páginas incluyen los dos libros de cuentos que había publicado hasta la fecha Marías: Mientras ellas duermen (1990) y Cuando fui mortal (1996).
Aparte, añade otros cuatro que habían aparecido en prensa pero nunca en un libro en español. Entre ellos, el que da título a la recopilación, Mala índole, escrito "de manera improvisada, como todos mis cuentos". Y por encargo, para el diario El País, que distribuyó su publicación a lo largo de varias entregas. "Yo reivindico el encargo, aunque está muy mal visto. En determinados casos un poco de presión viene muy bien, resulta estimulante. Si realmente crees en lo que estás escribiendo, da igual que impulso provenga de uno mismo o de alguien ajeno.
Marías, con algo de sorna, ha dividido los treinta cuentos bajo dos rótulos. Un primer bloque, que comprende los primeros 23, los califica como Cuentos aceptados, que, según él mismo los describe, "son de los que no me avergüenzo". Y después vienen los Cuentos aceptables, "de los que sí me avergüenzo un poco pero no demasiado". Pero en general, más allá de esta diferenciación entre aceptados y aceptables, el autor madrileño, miembro de la Real Academia Española, tiene un concepto muy elevado del género del cuento: "Las novelas tienen cosas muy latosas para quien las escribe y para quien las lee. Todas esas transiciones, descripciones, explicar cómo un personaje ha llegado a un determinado lugar, algo que el cine resuelve con un plano de una avión o una imagen de Londres, o la ciudad que sea... Es algo que me irrita mucho como escritor, pero hay que hacerlo".
Es la arquitectura que sostiene las pocas páginas que realmente merecen la pena leer. Sin ella, esos valiosos pasajes se quedarían suspendidos en la nada y no brillarían. Así lo pensaba Juan Benet, uno de los grandes maestros de Javier Marías. Pero el cuento no necesita de toda esa amalgama, en opinión de este último: "Un relato te puede gustar desde la primera hasta la última línea". Algo que le ha sucedido, confiesa, al releer para preparar esta reedición del ya citado Mala índole, y también con La canción de Lord Rendall, Mientras duermen (texto cuyos derechos ha comprado el cineasta Wayne Wang con vistas a rodar una película), Lo que dice el mayordomo y Cuando fui mortal. Ese es el canon que fija su propio creador.
A Vidas secretas, publicado en el 92 y el 99 (con el añadido de una sección titulada Mujeres fugitivas), le tiene un cariño especial. Y se nota cuando habla de él. "Creo que es uno de mis libros más divertidos". Marías cose una diversidad de anécdotas más o menos mundanas, más o menos cotidianas, de diversos escritores renombrados. A partir de ellas logra penetrar en aspectos representativos y simbólicos de la personalidad de cada uno. Es una manera novedosa de acercarse a vacas sagradas como Rilke, Kipling, Isaak Dinesen... Biografías jocosas, en las que asoma el lado menos sacralizado de todos ellos. Como Conrad vestido con Albornoz y provocando incendios domésticos con sus cigarrillos; a Faulkner tanteando los cartas remitidas por su editorial para comprobar si contenían los deseados cheques; el matrimonio espistolare de Lampedusa con la condesa letona con la que se casó... En fin, un auténtico recreo para mitómanos de la literatura.