Image: Ética de urgencia

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Letras

Ética de urgencia

9 noviembre, 2012 01:00

Decía Voltaire que todos los géneros literarios son buenos, salvo los aburridos. Atento a esta observación de un pensador muy apreciado por él, el escritor y filósofo Fernando Savater (San Sebastián, 1947) nunca ha aburrido a sus lectores y siempre ha cultivado géneros de los buenos: ha escrito novela, ensayo y teatro, abundando también en el género periodístico. Con sus textos ha contribuido además a que esos géneros mantuvieran su excelencia, tal como se le ha reconocido con numerosos premios (Anagrama y Nacional de Ensayo, Ortega y Gasset de Periodismo, Planeta y, muy recientemente, premio Primavera de Novela). Y, desde luego, no se ha prodigado en géneros aburridos como el manual o el tratado sistemático. Sus famosos libros Ética para Amador y Política para Amador no tienen el formato convencional, pesado y poco atractivo de los manuales de ética y filosofía política al uso, sino que son verdaderas guías, muy entretenidas, para quienes quieran iniciarse en la reflexión sobre estas cuestiones.

Siempre ha mantenido Savater una sana distancia frente a la filosofía académica y ha gustado de describirse más como un intelectual, con un vivo tono polémico y una referencia directa a la realidad cotidiana, que como un sublime pensador retirado a la contemplación del mundo de las ideas. Esto le ha supuesto menor reconocimiento del debido por parte de la filosofía oficial. Sin embargo, no deberíamos ignorar el verdadero alcance y significación de su obra. Estamos, sin duda, ante uno de los filósofos españoles más conocidos; pero también ante uno de los más necesarios: pocos pensadores de la generación de la democracia han sido tan capaces de lograr que nuestra filosofía se haya sacudido su caspa académica y clerical (no sólo la escolástica, sino también la analítica y la marxista) y haya vuelto a lucir con aire ilustrado y vitalista. En ese sentido, su opción por un estilo de comunicar los grandes temas de la reflexión ética más ágil y accesible no es una mera cuestión de gusto o de carácter. Es también una decisión urgida por el tiempo que le ha tocado vivir. Y es, fundamentalmente, una imprescindible manera de recoger la herencia orteguiana del pensador dispuesto a bajar a la plazuela pública y debatir con el conjunto de la ciudadanía, en un modo más inteligible para ella, lo que a todos nos urge pensar.

Por eso, el propósito de este nuevo libro no es, sin más, el de divulgar lo que piensa Savater de determinados asuntos, sino, sobre todo, transmitir lo que piensan los jóvenes, analizar qué problemas acucian a quienes tendrán que asumir en el futuro las responsabilidades del mundo y cómo se posicionan ante ellos, tratando de ayudarles a esclarecer sus puntos de vista. Concebida como prolongación y complemento a lo que hace veinte años llevó a cabo en su mayor éxito editorial, Ética para Amador, la obra recoge diálogos que el autor ha mantenido recientemente con alumnos de bachillerato de varios centros de enseñanza de nuestro país sobre cuestiones de actualidad -la corrupción, la crisis, el 15-M, internet y las descargas ilegales de internet, etc.- a las que se suman los grandes interrogantes de siempre -la felicidad, la belleza, la muerte o la solidaridad- y una especial preocupación por la tarea de pensar lo público. Con la espontaneidad propia de un texto que transcribe esos diálogos, el recorrido por una serie tan amplia de temas obliga a la concisión. Asuntos como el de la verdad o el de la belleza acusan un tratamiento demasiado breve. En cambio, otros como la educación, la libertad, las razones para la ética o la participación política resultan espléndidamente sintetizados en unas pocas páginas con argumentos pregnantes.

En cualquier caso, van cambiando las temáticas, pero permanece un mismo hilo conductor, aquél que remite a los principios éticos sobre los que Savater viene reflexionando a lo largo de toda su trayectoria. Tal como se mantiene asimismo la actitud abierta y dialogante de un autor que sabe escuchar a esos jóvenes a la vez que aconsejarles, enseñándoles a formular adecuadamente las preguntas para reivindicar de ese modo, con el propio ejercicio, la importancia de una pedagogía moral.

Y es que la urgencia invocada en el título de esta obra no es la de la prisa insustancial, ni la de la eficacia inmediata pretendida hoy por una formación orientada exclusivamente al empleo, sino la que demanda ineludiblemente nuestra atención porque en los asuntos que ahí se dirimen nos va nada más y nada menos que aquello que verdaderamente somos, aquello que queremos y que debemos llegar a ser.