Antonio Gala en el homenaje que le dedicó la Universidad de Alcalá el pasado día 6. Foto: Sergio González
El amor, claro, tiene un capítulo muy extenso, pero también están Andalucía, el arte, la belleza, el conocimiento, el corazón, la creación artística, la cultura, la democracia, el destino, dios, el dolor, la guerra, la muerte, los perros, la política, el sexo, la soledad, la vejez... y la vida, el libro acaba con la vida. Algunos de estos temas tienen, escribe Gala, las facciones de su rostro de juventud; otros, sus "sonoros momentos de tristeza o de alegría", pero en todos, al cabo, se acaba reconociendo su paso por el mundo:
- No son unas memorias, esas memorias que me piden como perros rabiosos. Esto es otra forma de contar, otro objeto de la literatura. Aquellas memorias las iba a titular Autorretrato con paisaje al fondo pero ahora me ha sobrevenido un humor penúltimo, así que las llamaría No os molestéis, conozco la salida.
Lo cierto es que este libro, tan de mesilla de noche, tan guía espiritual ("Quien envejece con gracia y comprensión es siempre joven y como tal será considerado", reza, por ejemplo, uno de los aforismos) podría valerle al escritor para hacer que ese humor bruno del que presume se imponga a la pena que, de otro lado, no puede evitar padecer. Para él estos mensajes de su pasado bien podrían ser la versión más literal de un libro de autoayuda, contra el desconsuelo.
- Es verdad, eso me convendría, me convendría releerlo. Podría leerse como una guía espiritual como dice, aunque hay fragmentos que no. Por ejemplo, en la política soy ajeno y tengo mis opiniones. No obstante, incluso cuando creo un idioma familiar y solidario estoy empleando el mío. Cuando hablo de amor, hablo del mío. Una biografía no es, porque hay tantas anécdotas que no están ahí... pero el idioma es muy mío, se reconoce que soy yo el que lo ha escrito. La vida en sí misma merece la pena, porque es lo único que tenemos, podemos hacer con ella lo que nos dé la gana, es nuestro único bien a mi entender, aunque hay quien piense que hay otra.
- Dice en el libro que ahí está la vida que procuró vivir intensamente. ¿Sólo lo procuró?
- Procuré vivirla más intensamente todavía de lo que la he vivido, pero no ha sido un éxito completo.
Quizá la satisfacción del poeta no es plena en lo emocional, pero en el camino literario el éxito sí ha sido redondo. Se sabe un brillante escritor y, más aún, un escritor muy querido por los lectores que acaba de recoger su premio número 500, por el que le nombraron miembro de honor del Claustro de las Artes de su querida Universidad de Alcalá.
- ¿Es que existen 500 premios literarios? Lo digo medio en serio, medio en broma.
- (Se ríe) Bueno... son también los extranjeros. Este último que me han dado, el último seguramente, lo daba la universidad de Alcalá. Yo no iba a ir porque había mucha cena y mucho almuerzo, pero me permitieron no cenar ni almorzar y como a Alcalá le tengo un aprecio especial, fui. Poco antes alguien me contó, de una manera casi póstuma, los premios que están aquí exhibidos, y eran 499, así que le dije al secretario que llamara corriendo por aquello de redondear.
Aunque parezca lo contrario, basta escuchar sus palabras o leer su Tronera para saber que Gala sigue observando el mundo, aunque sea desde un sillón. Lo mira y se enfada, se indigna, se lleva las manos a la cabeza. La política, se lee en el libro, sigue siendo "Esa desgraciada asistenta por horas que nos está echando de la casa y, cada vez más fuerte, nos muerde los talones" y ese lugar al que debe ir uno "a aprovechar, no sólo a aprovecharse". De estas consideraciones, sus enfados. El de hoy, va para Mas:
- Estoy atento a través de los periódicos. Leyendo alguno de distinta condición a otro me hago cargo de todo lo que sucede. Leo continuamente hasta que se me cierran los ojos de oscuridad. Por la mañana estoy más lúcido. Veo que vosotros os recuperaréis de esto que pasa, yo no. Veo ahora que estamos gobernados de una manera muy rara. Eso de Barcelona, esas votaciones... es increíble. Me gustaría que la democracia no se confundiese con la plutocracia. A las elecciones se presentan individuos que se hacen su propia publicidad extremosa, que alargan las manos de los electores. Son políticos profesionales que me desesperan. El público debería elegir a sus políticos de una forma más concienzuda, no que ellos se ofreciesen a independizar ¿Qué es eso? ¿quién ha hablado de eso? Ese hombre se subió al caballo del éxito y naturalmente ha tenido que apearse, eso pasa siempre ¡Qué políticos tenemos! Yo les he dicho de todo, este gabinete está perdido, con todos los movimientos que hay de médicos, de protestas de todo tipo. A una mujer que se llama Mato no pueden hacerla ministra de Sanidad. Es lo mismo que Bretón de los Herreros, que colocó en la puerta de los vecinos aquello de Vive en esta vecindad / cierto médico poeta / que al pie de cada receta / pone "Mata". Y es verdad. O la ministra de Empleo, ¿Cómo puede tener cara de desesperación?
- Se le nota que se enfada, La Tronera se ha puesto muy seria.
- Estamos muy mal ordenados, de verdad. Aquí se presta a los bancos y luego los bancos lo prestan cobrando el interés. Siendo así, ya no merece la pena hacer ironía, esto ya no tiene ninguna gracia.
En estos tiempos de homenajes que no cesan, Gala ha asistido casi de oídas a la reedición de su primer libro, Enemigo íntimo, del que lamentó no haber podido asistir a la presentación con los poetas nuevos. Pero le ha dado "una cierta alegría" que vuelva a la circulación aquel material que escribió con trece años. "Enemigo íntimo... así llamaba yo al amor", suspira. Repasadas sus quejas políticas, volvamos entonces al corazón, que es la quintaesencia verdadera de Gala. ¿Tiene presente aquellos versos primeros?
- Como se ha recitado mucho, lo tengo presente, como tengo presente la enemistad íntima muy clara del amor. Yo, que he sido una persona muy llamativamente adherida al amor, no he tenido suerte amorosa, ninguna. Recuerdo una vez en casa de Analía Gadé, cuando se había alejado ya de los brazos de Fernán Gómez y estaba, horror, con Espartaco Santoni. Me di cuenta de que íbamos a pasarlo fatal en la cena y dije con permiso de la anfitriona: "Como no nos conocemos, ¿por qué no nos permitimos de antemano hacer preguntas de carácter íntimo? Luego podríamos jugar a llegar a una conclusión que es decir si fulano o fulanita es amante o amado". Lo acogieron muy bien y no se cenó porque estaban muy interesados en la conversación. Al final me dijeron que hiciera yo el escrutinio y salía lo que yo había pensado de cada uno. La novedad de una persona y la no influencia de otras te daba una pista muy clara. En cambio, yo salí unánimemente amado. Y dije: "Este juego es una mierda, me he equivocado", así que me fui.
- Por dios, no dirá que no se siente querido.
- Los amados siempre me han puesto muy nervioso, yo he sido amado, es verdad, pero no en la pareja, he tenido muy mala suerte. Me alegra que me diga eso, por eso creo que me voy a animar en la presentación del libro, por eso he decidido ir.
Este del Jardín Botánico quizá sea uno de sus últimos actos en Madrid, si no el último. Después de Navidad, se marchará al campo. "Tengo muchas ganas de estar allí", anhela. De camino, pasará por su Fundación, su "amor cordial", donde volverá a encontrarse con sus jóvenes becarios, que ya van por la undécima promoción. Su voz suena mucho más cantarina que al principio de la charla y se ha disipado el tono elegíaco. Ahora, quizá sin saberlo, está haciendo planes. Y se viene a la cabeza un aforismo de su libro, que bien habla de él (y qué bien habla de él):
"No hay nadie más joven que un anciano lúcido"