La autora británica J.K. Rowling. Foto: AP



La literaria historia de J.K. Rowling antes de Harry Potter es por todos conocida: una madre soltera, en constante equilibrismo económico, escribe en una cafetería escocesa las aventuras de un joven mago de nombre Harry. No sabe la autora que su futura saga acabará siendo la más famosa del mundo, ignora que se rodarán superproducciones sobre ella y no imagina que los apuros pecuniarios le parecerán un mal sueño cuando su fortuna supere a la de su reina, Isabel II. A sus lectores les gusta mucho este comienzo de cuento para la parte real de Harry Potter pero pocos saben de la adolescencia de la escritora en un pueblo del condado de Gloucestershire, del que ella escapó en cuanto pudo.



Una villa al sudoeste de Inglaterra que tiene mucho que ver con el escenario de su nueva novela, Una vacante imprevista, con la que ha trascendido a la literatura adulta y que en España publicará Salamandra. En ella, no hay una sola varita mágica ni un ápice de fantasía. Al contrario, Rowling ha apostado por una suerte de neorrealismo británico para recrear la historia de una pequeña localidad en la que la repentina muerte de un concejal aviva las luchas por ocupar el puesto vacante, una oportunidad a ojos de los aspirantes para quitarse de en medio a los marginados del pueblo.



El conflicto de clases sociales, con especial crítica al clasismo británico y a la hipocresía de la clase media, que tímidamente había aflorado en la saga del mago, es el tema de fondo de una novela que, asegura Rowling, sólo se parece a su literatura anterior "en el interés por los personajes". Cuenta la escritora que la única razón por la que la escribió, el único motivo que la empujó a la literatura adulta, fue el hecho de tener una historia que contar. "No tengo necesidad de escribir, puedo pagar mis cuentas tranquilamente, ya sabes. Estoy muy agradecida por ello. Sé el esfuerzo que exige una novela y no lo habría hecho de no tener algo interesante que decir. He sido feliz escribiéndola porque era lo que quería hacer".



Aunque sostiene Rowling que no le tembló el pulso a la hora de escribir para el nuevo público, la autora ha tenido la deferencia de plantarse en el mercado adulto de la forma más humilde, casi como una novata. Concede entrevistas, reconoce sus dudas y va a acceder a la promoción que le piden sus muchas editoriales por el mundo. Por su parte, la crítica de su país, donde se publicó hace dos meses, no ha tratado mal a la obra, a la que definen como un libro "sólido" en el que pude olerse, quizá a lo lejos, algo de Dickens, mientras que el público, y esto era más que esperable, no le ha fallado: en Inglaterra se despacharon casi 125.000 copias en los tres primeros días y va camino de convertirse en el fenómeno literario de las navidades.



Vista su buena estrella, la autora no descarta instalarse en el género adulto, aunque nunca como una obligación: "No es que viera como una necesidad escribir un libro para adultos. De hecho, lo más probable es que lo próximo que escriba sea para niños un poco más jóvenes que los lectores de Harry Potter. Me encanta escribir para ellos y hablar con ellos sobre mi trabajo, no quiero que esto termine, pero necesitaba escribir este libro", se justifica la autora, que no deja de ser consciente de que sus nuevas criaturas, por mucho que vendan, nunca llegarán a la altura del joven mago. "Lo único a lo que aspiro es a aprender, es lo que hace un escritor hasta su muerte", ha declarado en una entrevista reciente.



Además, Rowling dice haberse esforzado de la misma manera que con Harry Potter para tener toda la documentación necesaria para la escritura ("Siempre sé mucho más de lo que necesito saber") y ha adelantado que no volverá a la serie de personajes de este libro. "Es una historia discreta e independiente", promete. Historia de la que se siente orgullosa y que ha podido escribir con la calma (cinco años exactamente) que le arrebataron algunos tomos de Potter, que tuvo que renatar demasiado deprisa. Otras cosas sí han ido rápido, era de esperar: el libro, cuyos derechos se han cedido ya a 43 idiomas, ya tiene firmada su adaptación a la televisión.