Como un homenaje a lo fantástico decimonónico, en efecto, puede leerse esta novela breve. También como un homenaje a algunos de sus autores, muy presentes en estas páginas: de Kafka a Borges pasando por Poe, Melville o el propio Hawthorne, que alienta la trama. Ésta nos sitúa ante un escritor en ciernes, que pelea por acabar su primera novela y que es plagiado por un enigmático personaje llegado de dos siglos atrás, el escritor Nathaniel Hawthorne (1804-1864). Un delicioso libro sobre libros, sobre leerlos, sobre escribirlos, que proclama a gritos la finalidad -¿redentora?- de la literatura y nos descubre un autor a tener muy en cuenta.
El joven Nathaniel Hathorne
Víctor Sabaté
11 enero, 2013 01:00Como un homenaje a lo fantástico decimonónico, en efecto, puede leerse esta novela breve. También como un homenaje a algunos de sus autores, muy presentes en estas páginas: de Kafka a Borges pasando por Poe, Melville o el propio Hawthorne, que alienta la trama. Ésta nos sitúa ante un escritor en ciernes, que pelea por acabar su primera novela y que es plagiado por un enigmático personaje llegado de dos siglos atrás, el escritor Nathaniel Hawthorne (1804-1864). Un delicioso libro sobre libros, sobre leerlos, sobre escribirlos, que proclama a gritos la finalidad -¿redentora?- de la literatura y nos descubre un autor a tener muy en cuenta.