Una de las páginas de Gabo. Memorias de una vida mágica, que publica Sins Entido.



¿Por qué territorios transitará hoy la mente mágica de Gabriel García Márquez? ¿A qué épocas pasadas, vividas o no, viajará su conciencia, allá adentro, ahora que el desorden y el olvido se abren más y más paso en el mapa de su cabeza? El mismo escritor que admitió que la vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la recuerda, hoy se pierde en la desmemoria, mientras su fama, su modernidad y su apabullante obra literaria siguen conquistando generaciones. Una serie de estampas de su paso por el mundo cobra ahora vida en Gabo, memorias de una vida mágica, la primera novela gráfica que aborda la biografía del Premio Nobel.



Si su obra ya puede leerse en tinta digital, ¿Por qué no traer su figura al presente con un tebeo? ¿Hay algo más narrativo que la intensa peripecia de García Márquez, sus extravagancias, su constante diálogo con sus propios personajes, sus sacrificios para sacar adelante los primeros libros, su oficio periodístico, su compromiso y, a la vez, su amor a la fama y el poder? Claro que sí, estamos ante un superhéroe literario, casi un icono pop. Así lo tradujeron en la editorial colombiana Naranjo Ediciones, que ha publicado este atrevimiento del que acaba de aparecer la edición española, editada por Sins Entido. Óscar Pantoja firma un guión que oscila entre la crónica biográfica y la propia literatura y al que ponen viñetas cuatro dibujantes: Miguel Bustos, Felipe Camargo, Tatiana Córdoba y Julián Naranjo. Como no podía ser de otra manera, el volumen juega al realismo mágico, confunde las fronteras entre realidad y ficción para descubrir al personaje y sus novelas como partes de un solo ser.



En este sentido, el guionista de la obra, Óscar Pantoja, insiste en que vida y obra se confunden en el caso de Gabo: "El realismo mágico está pegado en sus huesos, cada etapa de su vida corresponde a una etapa fundamental de su obra, como en el caso de Cien años de soledad, que durante 20 años maduró y que escribió en 18 meses. Alguien que cargue con una historia 20 años necesariamente termina fundiéndose con ella y la experiencia vital está en función de la consecución de esta historia". Además, continúa, el personaje está dotado de una gran fuerza narrativa: "Se trata de alguien que nació en un pueblo olvidado de Dios y que llega a recibir el premio literario más importante del mundo".



La novela arranca con el viaje a Acapulco con su familia, el más importante de su vida, pues fue entonces cuando se le ocurrió la idea que habría de desencadenar esa novela que bailaba en su cabeza y que, al cabo, se convertiría en una de las cumbres de la literatura del siglo XX. Desde ahí, el orden de la narración va y viene y lleva al lector a la casa de Aracataca en la que nació y que siempre apareció en sus sueños, a las vidas de sus sus padres, a la infancia junto a sus abuelos, a la relación con mujer, Mercedes Barcha, a sus amistades literarias, al Premio Nobel... Salpicados entre viñetas, se van apareciendo personajes como Remedios la Bella y Aureliano Buendía y lugares como Macondo.





Y es que es el fascinante proceso creativo de Cien años de soledad marca el ritmo del libro, desde el famoso: A mis 38 años y ya con cuatro libros publicados, me senté en mi máquina de escribir y empecé: 'Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento...', a los 18 meses atado a la máquina de escribir que pasó después de hallar esa frase que, en un principio, no supo adónde le conduciría. "Es un proceso de creación muy singular, largo, detallado, metódico, casi como construir una casa inmensa. Algo que empezó con imágenes muy incipientes, con recuerdos, contrastes, luego se convirtió en un primer manuscrito, al que él llamó 'el mamotreto' y que tardó 20 años en madurar", amplía Pantoja.



La obra está solventemente documentada y para escribirla Óscar Pantoja, el historietista, acudió a las biografías de Plinio Apuleyo Mendoza, Gerald Martin y Juan Gustavo Cobo Borda. No obstante, el foco está puesto más en la escritura que en la vida y, de hecho, pasa por alto apuntes demasiado íntimos o demasiado políticos y chismorreos como el archiconocido rifirrafe con Vargas Llosa.



Ahora que las biografías se han convertido en un género de éxito en el cómic, en ocasiones demasiado explotado, no sería de extrañar que en lo venidero otros escritores del boom latinoamericano también tuvieran su novela gráfica. De hecho, lo raro es que no hubiera sucedido hasta la fecha. "Estaría encantado de escribir la vida de Borges o de Cortázar, espero las propuestas", concluye Pantoja.