La Hidra, la bestia mitológica con la que luchó Heracles, es para Taleb la mejor metáfora de lo Antifrágil

Traducción de Genís Sánchez Barberán y Albino Santos Mosquera. Paidós. 656 páginas. 24,60 €

El lector podría quedarse fácilmente sin adjetivos a la hora de describir el nuevo libro de Nassim Nicholas Taleb (Amioun, Líbano, 1960), Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden. Los primeros que se nos vienen a la cabeza son exasperante, atrevido, reiterativo, moralista, desmedido, erudito, reduccionista, astuto, autocomplaciente, provocador, ostentoso, perspicaz y pretencioso.



Antifrágil es una especie de secuela o de continuación lógica del libro de Taleb de 2007, El cisne negro (Paidós), que fue un éxito de ventas, y de su anterior libro ¿Existe la suerte? Engañados por el azar (Paraninfo, 2006). En esas y en otras obras ha sostenido que los Cisnes Negros -acontecimientos importantes, improbables y muy significativos como la Primera Guerra Mundial o la aparición de Internet- no son predecibles. Ha señalado que, a pesar del gusto de los seres humanos por los patrones racionales de causa y efecto, y de sus ansias por imponer historias al mundo, resulta imposible calcular los riesgos de los acontecimientos Cisne Negro o predecir que se van a producir.



En el mundo actual, afirma en Antifrágil, "los efectos del tipo Cisne Negro están aumentando por fuerza, como consecuencia de la complejidad, de la interdependencia entre las partes, de la globalización y de esa espantosa cosa llamada "eficiencia" que hace que la gente pise hoy en día un terreno "demasiado peligroso". Entonces, ¿cómo enfrentarse a los peligros que plantea esta proliferación de incertidumbre y volatilidad?



Nassim Taleb afirma que debemos aprender la manera de hacer que nuestras vidas públicas y privadas (nuestros sistemas políticos, nuestras políticas sociales, nuestras finanzas, etcétera) no sean simplemente vulnerables frente al azar y el caos, sino que sean realmente "antifrágiles", que estén listas para sacar provecho o para beneficiarse del estrés, de los errores y del cambio, de la misma manera, pongamos por caso, que la mitológica Hidra generaba dos cabezas nuevas cada vez que le cortaban una de ellas.



En opinión de Taleb, "hemos estado fragilizando la economía, nuestra salud, la vida política, la educación, y casi todo el resto de las cosas" al "eliminar el azar y la volatilidad", del mismo modo que "impedir sistemáticamente que se produzcan incendios forestales para estar seguros hace que uno importante sea mucho peor". De hecho, afirma, los esfuerzos verticalistas para eliminar la volatilidad (tanto si se trata de "padres neuróticamente sobreprotectores" como del intento del expresidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, de solucionar las fluctuaciones económicas inyectando dinero barato en el sistema) acaban haciendo que las cosas sean más frágiles, no menos. El tratamiento excesivo de una enfermedad o de los problemas físicos, indica, pueden conducir al error médico, del mismo modo que el apoyo estadounidense a los regímenes dictatoriales "por el bien de la estabilidad" en el extranjero pueden llevar al "caos después de una revolución".



Este es el argumento principal -el árbol de Navidad desnudo, por así decirlo- en este libro extremadamente discursivo, que procede a colgar todo tipo de guirnaldas intelectuales y de adornos filosóficos de sus ramas. Antifrágil no solo es muy ambicioso y multidisciplinar, y aborda temas del ámbito de la política, la economía, la política social, la filosofía y la medicina, sino que también adolece de una especie de trastorno de déficit de atención, saltando de un tema a otro, al tiempo que vuelve continuamente sobre sí mismo. Es un libro que podría haberse beneficiado enormemente de una edición sensata.



Taleb -que ha trabajado como agente de derivados y analista cuantitativo, y que posee el título de profesor distinguido de ingeniería de riesgos del Instituto Politécnico de la Universidad de Nueva York- escribe con gran seguridad y energía. Lo mejor es que ofrece unas teorías provocadoras que nos animan a mirar el mundo otra vez. Nos recuerda los límites de la razón iluminadora, nos incita a pensar en por qué lo pequeño podría ser menos frágil que lo grande (una norma, insinúa, válida tanto para los animales como para las empresas) y nos proporciona una renovada comprensión del conocimiento práctico (del tipo que poseen los ingenieros y los empresarios) en contraposición con el tipo de conocimiento académico que se adquiere en la universidad.



Pero Taleb imparte dichas lecciones con intimidación y con apartes desagradables que exageran su propia imagen. Presume de ser capaz de levantar un peso muerto de 150 kilos y de ser "un intelectual que tiene el aspecto de un guardaespaldas". También se jacta de descubrir ideas en la obra del filósofo Séneca que ningún otro experto ha identificado. Nassim Taleb es alguien que acudió una vez a urgencias con la nariz rota y que le preguntó al médico si disponía "de alguna prueba estadística sobre los beneficios de aplicar hielo" sobre su nariz, o si la aplicación de hielo era solo un caso de intervencionismo ingenuo, es decir, de la necesidad humana de "hacer algo". Es alguien en cuya página de inicio se lee: "Por favor, absténganse de ofrecer doctorados honoris causa, premios, clasificaciones en las listas de ‘los 100 más...', y degradaciones del conocimiento parecidas que lo convierten en un deporte espectáculo".



Taleb resta fuerza a sus ideas más convincentes al dispersarlas por un libro que también está repleto de generalizaciones y de afirmaciones temerarias lanzadas indiscriminadamente. De vez en cuando, hay algunos ejemplos bastante concretos de estrategias de antifragilidad: por ejemplo, cuando emplea lo que él llama la técnica de las pesas para realizar inversiones, al poner, digamos, el 90% de los fondos de una persona en "efectivo aburrido", y el 10% "en valores muy arriesgados o de máximo riesgo". El hecho de evitar un terreno intermedio evitaría el "riesgo de ruina total" que supondría invertir el 100% en "los llamados valores de riesgo ‘medio'". Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, al autor se le da mucho mejor identificar los ejemplos de fragilidad que exponer estrategias concretas para ser más antifrágil.



La narración salta, con frecuencia, de las hipótesis a las anécdotas personales, y de los ataques inconformistas a la gente que Taleb desdeña (entra la que se incluyen muchos profesores universitarios, médicos y periodistas) a las taxonomías parecidas al Power Point, enumerando las diferencias entre, pongamos por caso, la no linealidad cóncava y la no linealidad convexa, o lo artesanal y lo industrial. Taleb hace observaciones provocadoras. Se pregunta por qué "tuvieron que pasar cerca de 6.000 años" entre la invención de la rueda y la invención de la maleta con ruedas. Y se pregunta por qué la gente de-sembolsa dinero continuamente para comprar teléfonos móviles nuevos con pequeños cambios, la mayoría de ellos estéticos (se refiere a esto como "insatisfacción tecnológica rutinaria"), sosteniendo que la sociedad contemporánea sufre "neomanía" ("el amor por lo moderno solo por el hecho de serlo").



Nassim Taleb parece disfrutar mostrándose conflictivo y controvertido, quizás pensando que dicha notoriedad hará que él y su libro reciban más atención. Incluye a la televisión, al aire acondicionado, a los periódicos y a las previsiones económicas en la categoría de "molestias ofensivas". Y habla de racionar el suministro de información porque, insiste, "cuantos más datos recibes, menos sabes qué está pasando".



Antifrágil también es contradictorio. Taleb ofrece predicciones sobre el futuro, aunque sigue hablando de la poca fiabilidad de las predicciones. Ataca repetidamente a los teóricos y a los profesores universitarios por ser la clase de personas que se atreverían a "enseñar a los pájaros a volar". Y sin embargo, él mismo es profesor universitario (cuyo tema de discusión principal, nos dice la sobrecubierta de su libro, es "la toma de decisiones en la opacidad"), y el libro que ha escrito es una teoría importante, enormemente extendida y general sobre cómo vivir en un mundo azaroso e incierto.



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