El Encuentro de Editores de la Casa del Lector se prolongará durante jueves y viernes.

La coordinadora de la cita madrileña, Aurora Sotelo, y los editores Jaume Vallcorba y Manuel Borrás, que participarán en sendas mesas redondas, debaten sobre las dificultades actuales del sector y los desafíos del futuro




El sector editorial afronta en este comienzo del siglo XXI un cambio de paradigma crucial. Hay mucho en juego. Incluso su supervivencia. En la Casa del Lector, dirigida por César Antonio Molina, son muy conscientes de la complejada encrucijada ante la que se hallan y por eso han organizado para el jueves y el viernes un encuentro de editores europeos. "Será una plataforma para el intercambio de ideas, con la finalidad de dar a conocer en la sociedad el papel de los editores. En definitiva, se trata aumentar la sensibilidad de la gente por este oficio, porque sólo así se pueden atajar problemas como el de la piratería", explica a El Cultural la coordinadora de la cita, Aurora Sotelo, que en su larga trayectoria como gestora cultural ha pasado por la dirección del Instituto Cervantes de Dublín, ha sido editora de Mondadori y directora de Formación en Santillana y del Centro Cultural del Círculo de Lectores.



El encuentro ha sido dividido en diversas sesiones, que abordarán la función social de los editores, los cambios tecnológicos que afectan al negocio, el mantenimiento de la independencia... Se abrirá fuego el jueves por la mañana reflexionando sobre la aportación de los editores en la forja de la identidad europea. Participarán Françoise Nyssen, directora de la editorial francesa Actes Sud; Ofelia Grande, editora de Siruela; y Jaume Vallcorba, fundador de Acantilado. Este último lo tiene muy claro: "Ha sido un papel fundamental. Los editores han contribuido muy seriamente a la hora de decantar el imaginario europeo. Y no sólo lo han hecho desde la invención de la imprenta. Su sello ya está presente desde el Imperio carolingio", comenta a este suplemento.



A juicio de Vallcorba la "elección, pulimentación y puesta en circulación" de libros es una función determinante a la hora de configurar un "paisaje emocional y cultural". El libro, ese producto que manufacturan los editores, sirve de marco al paisaje. "El marco es esencial, porque sin marco lo único que tenemos es naturaleza, perdemos la perspectiva". Así pues, el editor lo que hace es ofrecer a la sociedad "una perspectiva". El fundador y director de Acantilado encarna a la perfección la figura del editor independiente en nuestro país. Un concepto que ofrece diversas lecturas en España, algunas contradictorias, porque es cierto que por un lado el mercado se concentra, con peces gordos engullendo a los pequeños, pero también que en los últimos años han florecido un sinnúmero de editoriales de recursos limitados pero que están agitando el panorama literario.



Para Manuel Borrás, director de Pre-Textos, que participa precisamente en una de las mesas redondas dedicadas a esta cuestión, "es más acertado establecer una distinción entre editores literarios e industriales". Pero aquí hay algunos lugares comunes que Borrás quiere matizar: "Es un cliché decir que Planeta es una editorial puramente mercantilista porque edita best-seller, porque también lanza libros literarios magníficos. Y hay editoriales consideradas independientes por el simple hecho de que sus gestores son gente joven. Hay que juzgar libro por libro, y sobre todo el catálogo", afirma. "El catálogo es libro que escriben los editores", remacha Borrás.



Vallcorba suscribe esa posición: "Yo distingo entre editores de libros concretos de mucho relumbrón. Son libros de autores tan llamativos que incluso encubren el sello de la editorial, que pasa a un segundo plano. Y luego están los que insertan los libros en una línea editorial trabajada con coherencia, como intentamos hacer en Acantilado". En este segundo caso se intenta llegar al lector con un trabajo riguroso de años, de decantación prolongada en el tiempo. El catálogo se convierte así en el aval de cada uno de los títulos que pasan a formar parte de él. Y un autor nuevo desconocido, como Pablo Martín Sánchez, puede suscitar el interés de una serie de fieles lectores (en este caso los de Acantilado) por el simple hecho de figurar ahí, aunque hasta la fecha haya sido un completo desconocido. Cuestión de confianza. Porque, como dice y repite Borrás, como si fuera un mantra para ejercer su trabajo: "Hay que seducir al lector pero sin engañarle".



Borrás no quiere resultar catastrofista. Y aunque denuncia muchos timos en el mercado (como por ejemplo el rescate de traducciones de los años 20 o 40, muy lejanas a la sensibilidad del lenguaje actual), reconoce en algunos ellos hijos naturales de su propio trabajo hasta la fecha. "Me refiero a algunos de los sellos agrupados en Contexto (Impedimenta, Nórdica, Sexto Piso…). Son editores serios y cultos. Y los resultados ahí están. Ellos son como yo cuando tomaba como referencia al empezar a Esther Tusquets, Beatriz de Moura, Jorge Herralde...".



Estos clásicos de la edición, ya envueltos en un halo casi de leyenda, no podían concebir en su día los cambios estructurales que ha supuesto la irrupción de internet en el negocio. Y su consecuencia más indeseable: la piratería. "Otras de las intenciones del congreso, de hecho, es redactar al final unas conclusiones para hacérselas llegar a las instituciones encargadas de legislar sobre este ámbito. Los editores de los diversos países de Europa están reclamando desde hace tiempo una armonización de la legislación en el entorno continental, que sirva para eliminar barreras a la comercialización de libros, pero también para poner en marcha mecanismos más eficaces contra las descargas ilegales". En las charlas sobre estos puntos concurrirán representantes de editoriales tan señeras como Gallimard, Penguin, Planeta...



Serán dos días de intenso debate, que intentará aclarar en alguna medida la confusión reinante en estos tiempos en el sector editorial, que es golpeado por la recesión económica y a la vez empantanado por la utilización de nuevos soportes para la lectura. Cambios demasiado rápidos para un área de negocio muy apegada a ciertas tradiciones casi artesanales y que, sin embargo, deben asimilar a toda velocidad. Un desafío que en muchos le está superando porque es complejo seguir el ritmo de Steve Jobs y compañía. "Los cambios están aconteciendo a una velocidad tan extrema que ni un editor superman podría estar al mismo ritmo", concluye Aurora Sotelo. ¿Es cuestión de correr o de pararse a pensar? Seguramente de las dos cosas.