Darío Jaramillo Agudelo y Juan Manuel Roca

"La poesía es como el crimen: no paga". Esta sentencia de Juan Manuel Roca podría servir de eslogan para la situación del género en buena parte de Iberoamérica, además de evocar ese clima desasosegado desde que en la década de los 60 se conformaran las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En un contexto en el que zonas del país están vetadas al público mientras las bandas paramilitares y el Ejército de Liberación Nacional contribuyen a la escalada de la violencia, es inevitable que la permeabilidad de la poesía absorba este fenómeno. La Casa de América, en colaboración con la embajada del país latinoamericano, acoge esta tarde un encuentro con Darío Jaramillo Agudelo y Juan Manuel Roca, enmarcado en el ciclo "Escritores iberoamericanos y España", en el que ambos autores colombianos analizarán el papel de la lírica. El ciclo se completará con la mesa redonda del próximo día 17 con Juan Cárdenas y Juan Esteban Constaín, centrado en la narrativa.



La poesía es un hecho programático, y los poetas la han asumido como "una especie de resistencia espiritual, porque es imposible que la violencia no se filtre en la creación artística", explica Roca. De una manera casi sociológica, se planta con una visión coherente y no partidista ante las conversaciones de paz y no exclusión que se suceden desde hace años en Colombia. "Los poetas somos parte de una población que ha padecido. No somos diferentes", abunda Jaramillo. Ambos comparten el optimismo por las negociaciones, ahora más lentas que hace unos años, cuando se dieron varios pasos fallidos, en opinión de Roca, pero a la vez más sólidas en su avance por acabar con una guerra que ha envilecido al país.



La poesía no necesariamente afronta la situación de manera directa. No se puede hablar en bloque del género, opina Roca, sino de algunos poetas, que lo reflejan de forma más sutil, más metafórica, aunque no por ello escapista. "Personalmente, intento evitar la poesía del puño cerrado, la panfletaria. Se puede asumir la política a través de la ironía". Los versos colombianos, hace años contestatarios, han girado hacia una mirada desacralizada. Por el contrario, Jaramillo se aparta de esa temática. "Puede que se lea algo de eso en el trasfondo de mi poesía, pero no es mi tema. Yo doy testimonio de mi vida".



La cuestión editorial ha provocado que muchos poetas colombianos apunten hacia España en busca de más facilidades. "La poesía es, de todas las artes escritas, la más importante en la historia de nuestro país", cuenta Roca, "pero los sellos priorizan la novela". ¿La solución? Cambiar la mentalidad editorial, que está convencida de que lo que vende es sólo la narrativa y olvida el elaborado rigor y el cuidado rango estético de la poesía, que exige una larga digestión al escribirla. La novela, en cambio, transita rápidamente de la producción al olvido. Jaramillo es más positivo. "Como en todas partes, hay un público para la poesía. Es un género vivo en Colombia. Quizá no tanto como otros más comerciales, pero se edita y se lee". Lo que tiene que cambiar, coincide, no es la poesía, sino la gente.



Eso sí, exclama Jaramillo: "¡Yo no quisiera ser joven! Lo tienen muy difícil. Es un mundo demasiado competitivo, con unos valores que son antivalores y que dice que el hombre ha nacido para competir, no para compartir". Roca ve con mucho interés las posibilidades que abren las nuevas tecnologías. "Las vías electrónicas están facilitando la publicación de revistas virtuales, y hay grupos de jóvenes que se aúnan para difundir sus versos de esta forma".