Martín Vitaliti. # 31.I Revista intervenida. 40 x 40 x 20 cm 2011 A partir de: R. STERN-T. GRUMMET & B. BREEDING. SUPERMAN: MAN OF TOMORROW. #1 dc COMICS (1995)
Román Gubern, Eloy Fernández Porta, Felipe Hernández Cava, David Hernando y Santiago García desmontan al Hombre de Acero
Superman, el padre de los superhéroes y para algunos el más perfecto de todos ellos, cumple ahora 75 años (80 desde que fue engendrado pero cinco menos desde que se publicó) entre nuevas publicaciones sobre su mito, una superproducción adaptada a la generación presente y una indudable potencia pop que no parece que vaya a apagarse jamás. Objeto de estudio de intelectuales como Umberto Eco, decimos que es el más perfecto de los seres creados por DC y Marvel porque, entre otras cosas, Superman nunca tuvo que disfrazarse de Superman. Su verdadera piel era la del superhombre. Su ceñido traje azul con la letra S en el pecho no era un disfraz, lo eran las anodinas camisas y las corbatas de su alter ego, Clark Kent, un periodista panoli que le sirvió para pasar desapercibido entre los humanos.
Portada del primer número de Superman, subastado en 2011 por 1'6 millones de euros.
La mitología griega también está en su concepción, desde el uniforme y la capa, que remiten a los héroes de la antigüedad, a cuestiones como la kriptonita, su talón de Aquiles, o el paisaje urbano que sustituía a las montañas por las que peleaban los viejos héroes y dioses. "Es un mito polisémico, con aristas. Los debates sobre envejecerlo no han funcionado porque el público es fiel a los arquetipos fundacionales. Hércules, Sigfrido, Aquiles... todos fueron superhéroes". Durante el nazismo, Goebbels llegó a construir un discurso insultando al personaje, al que llamaba judío, tal es la relevancia que adquirió en sus primeros años de vida. Mientras tanto, entre la pobreza americana, funcionaba como un mito euforizante que -prosigue Gubern- "nos reforzaba en nuestra propia consideración de que somos superhombres a los que la gente nos ve como Clark Kent". Superman, pues, nos consuela: "La vanidad occidental no se entiende sin él. Es una condensación de sueños que todos tenemos en el corazón y no morirá porque es muy funcional", remata.
¿Superman hijo de la crisis?
Por otro lado, el hecho de que sea un vástago de la Gran Depresión y un espejo de nuestros sueños ¿podría terciar una vuelta al héroe ahora que otra gran crisis asuela el planeta? El escritor y ensayista Eloy Fernández Porta opina que de producirse esta relación sería de forma superficial: "La amenaza que se cierne sobre el mundo, que es el origen de todas sus aventuras, es una idea prepolítica, por mucho que la decoren con referencias incidentales a la actualidad. Los superhéroes son muy oportunistas; sus guionistas los pueden hacer vigilantes o liberales, imperialistas o decolonizadores. Es verdad que Alan Moore, en Watchmen, incorporó a la mentalidad superheroica un rasgo nuevo: la mala conciencia política, la certeza de haber servido a intereses gubernamentales inconfesables. Pero esta "nueva conciencia", hoy generalizada, no suele dar lugar a una crítica al status quo. Los superhéroes actuales suelen ser mandaos con dudas, confunden la tolerancia con la liberación y se buscan archienemigos muy siglo XX, como corporaciones secretas, que no son realidades históricas sino alegorías del Mal. Me temo que para Superman el tema de la crisis sea sólo un accidente más en el paisaje de acontecimientos extremos donde vive, y en que lo mismo dan las catástrofes meteorológicas que las financieras".Discrepa el guionista, crítico y traductor Santiago García, autor de Supercómic, que sí apoya la idea de una nueva vinculación de Superman a su carácter primigenio de héroe de la clase obrera: "Últimamente se ha subrayado mucho la relación de su origen con la crisis económica del 29, y no es casualidad. El primer Superman tiene un perfil de héroe del pueblo. Era un verdadero campeón de los desvalidos. Pero fue rápidamente dulcificado por DC y cayó en el olvido casi como una aberración curiosa a favor del perfil más institucional que consolidaría durante los años 40 y 50. En los 70, ya era un personaje desfasado, el pionero superado. Y nadie se preocupó jamás de rescatar su vertiente 'socialista' hasta 2011, cuando DC decidió reiniciar todas sus colecciones y el guionista británico Grant Morrison estableció una relación entre el espíritu de los tiempos y los movimientos tipo Occupy Wall Street y la personalidad y el contexto del Superman de 1938. De pronto, la crisis económica ha dado un argumento para que un personaje desfasado vuelva a ponerse de actualidad", expone Santiago García, que, por otra parte apunta a que esta nueva imagen también será pasajera.
Siegel y Shuster, los creadores de Superman. Vendieron los derechos por unos cien dólares. DC los compensó por este abuso años después, aunque el favor fue simbólico para lo que podrían haber ganado y para lo que crearon.
La complejidad editorial del hombre de acero
David Hernando, autor del libro de reciente publicación Superman: La creación de un superhéroe y director editorial de cómics de Planeta, fue editor de Superman en España e Italia de 2005 a 2011. A pesar de que coincide con Gubern en la duradera funcionalidad del mito, aporta que editarlo hoy no es tarea fácil: "Es complicado publicar historias apropiadas para cada contexto. Se publica ininterrumpidamente cada mes desde hace más de siete décadas y eso implica publicar un cómic semanal de 22 páginas. El editor lleva una coordinación absoluta entre las distintas colecciones para que las historias fluyan de un cómic a otro. Decenas de editores han pasado por Superman, aportando su impronta, rescatando la de compañeros de profesión que pasaron antes y guiando a cientos de guionistas y dibujantes a reconducir al personaje. Ser editor del Hombre de Acero es saber que dejas tu marca en un personaje inmortal". En el caso español, prosigue Hernando, hay que sumar el problema de la dependencia hacia Estados Unidos. Se trata, más bien, de seleccionar las obras más indicadas para cada momento, de atreverse con ideas nuevas, arriesgar con el formato... "Es traducir e interpretar al personaje para otro público distinto de su público objetivo y, aun así, dar en la clave y que una nueva masa lectora lo descubra, acoja y disfrute. Editar Superman es difícil, pero es uno de los mayores placeres profesionales que uno pueda tener".Mejor su origen simple e ingenuo que sus retorcidas revisiones
Con menos cariño que Gubern y Hernando habla de Superman el crítico y guionista de cómic Felipe Hernández Cava, a quien siempre le pareció un personaje profundamente ingenuo, "hijo de una época en la que a las masas se las entretenía con una concepción del bien y del mal tan sencilla como caricaturesca". Y sigue: "Sobre todo, le hallé falto de un poco de ironía o de humor, justo lo que le confirieron Mario Puzo, los Newman y Robert Benton en la adaptación al cine que hizo Richard Donner. Pero lo que nunca he acabado de entender es el interés que todos demostramos, o fingimos demostrar, ante una mercadotecnia que, cíclicamente, nos mantiene al tanto de los años que cumple, las desdichas que le acaecen (aún recuerdo todo lo concerniente a su muerte, y luego a su posterior y cantada resurrección), las dudas que ha ido experimentando sobre su misión en nuestro planeta, el autodescubrimiento de pulsiones sombrías, las pequeñas modificaciones de su apariencia... y tantas otras cosas que contribuyen a distorsionar aquel origen simple, y encomiable por esa misma elementalidad, en cuyas intenciones ocultas creo que también invertimos demasiado tiempo y esfuerzo", concluye.Pero seguimos devorando historias de Superman. No en vano, un ejemplar de su primer número ostenta el récord del cómic más caro jamás subastado. ¿Por qué? De nuevo al habla Fernández Porta: "En los cómics de finales del siglo pasado tuvo un lugar un proceso que podría llamarse el rito sacrificial de Superman. En El retorno del Caballero Oscuro, Frank Miller lo caracterizó como el arma secreta del ejército: un héroe oficialista, que vive en las alturas y, a diferencia de Batman, está desconectado de los problemas cotidianos y carece casi por completo de vida interior. Con esta crítica, realizada a mediados de los ochenta, Miller abre el camino que, aparentemente, culmina Dan Jurgens, a principios de la década siguiente, con su serie sobre la muerte del personaje. Con estos antecedentes, diría que Superman nos suscita dos reacciones complementarias. Por una parte, lo miramos como a una escultura, como quien busca la imperfección en la obra de Fidias. Por otra, una vez ha vuelto de entre los muertos lo vemos como un zombi benévolo, y esa desconexión que Miller le reprochaba la entendemos más bien como una beatífica ingenuidad. En nuestros tiempos, que son conspiratorios, sólo podemos creer en virtudes como la ingenuidad si previamente han tenido lugar ritos como ese".