Richard Matheson
Pero lo que singularizó especialmente a Matheson fue su específico y genial instinto para, precisamente, modernizar los mitos, iconos y temas propios de la fantasía clásica, no solo sin que perdieran su oscura belleza original, sino transformándolos en renovados instrumentos visionarios para una nueva era. Así, con Soy Leyenda (1954), no solo reinventó y reificó el personaje del vampiro a la luz de la ciencia ficción, sino que introdujo en el género un relativismo humanista inesperado, a la par que propició la aparición del moderno zombivírico y apocalíptico, sirviendo de inspiración a George Romero. Con El último escalón (1958) y La casa infernal (1971), llevó el relato de fantasmas tradicional al moderno terreno del thriller paranormal, como en El increíble hombre menguante (1956) utilizó la ciencia ficción de nuevo para entonar un bello canto épico a la naturaleza humana, pese a su pequeñez frente al cosmos.
Como ya se habrá notado, prácticamente toda su obra fue llevada a la pantalla, para la que trabajó también como prolífico guionista de excepción. Maestro del relato corto, varios de sus cuentos se convirtieron en base para episodios míticos de Dimensión desconocida (TheTwilightZone), entre ellos Pesadilla a 20.000 pies, que formaría parte también de la película En los límites de la realidad. Matheson era puro animal de Hollywood, y su talento y talante moldearon el género en la pantalla. Junto a Corman creó el fastuoso ciclo de films dedicado a Poe, a mayor gloria de Vincent Price, entre ellos El péndulo de la muerte (1961) y La caída de la Casa Usher (1960); para la Hammer escribió La novia del diablo (1968), y para Spielberg su primera gran obra: El diablo sobre ruedas (1971). Pergeñó para la televisión el personaje de Kolchak, investigador de lo oculto, proto-padre de "Expediente X", y dio al "Drácula" (1974) de Dan Curtis la dimensión romántica que luego explotó Coppola. Su lado más sentimental afloró en la película de culto En algún lugar del tiempo (1980), que sacó al malogrado Christopher Reeve de su pijama de Supermán.
No. Richard Matheson, no estaba muerto. De hecho, en los 90 se volvió a otro de sus géneros favoritos: el western, publicando novelas de frontera bien recibidas por la crítica, como The Memoirs of Wild Bill Hickcok, entre otras, mientras seguía también escribiendo fantasía y ciencia ficción. Educó a su vástago, Richard Christian Matheson, en su misma fascinación por el género, mientras el cine seguía nutriéndose implacablemente de sus obras: Más allá de los sueños (1998), El último escalón (1999), Masters of Horror: Dance of the Dead (2005), Soy leyenda (2007), La caja (2009), Acero puro (2011)... Pero ahora sí. Ahora, Richard Matheson ha dejado de ser un simple hombre vivo, para transformarse, definitivamente, en lo que ya sabíamos que era: una leyenda.