Todo lo que una tarde murió con las bicicletas
Llucia Ramis
26 julio, 2013 02:00Llucia Ramis. Foto: Santi Cogolludo
Afirma José Carlos Llop en el prólogo a este libro que Llucia Ramis es «esa escritora (…) que en Cataluña llevan buscando, sin encontrarla, desde que murió Montserrat Roig». No parece descabellada la apreciación. Llucia Ramis recuerda, por lo menos en su actitud vital, en su desparpajo, en el gusto por romper moldes y a veces, incluso, en la elección de los temas, a la escritora barcelonesa, fallecida en 1991, en lo mejor de su trayectoria como enfant terrible. No creo que a Ramis le moleste este turno de sucesión propuesto por Llop y, desde luego, a los lectores nos llena de esperanza y optimismo.Desde que en 2008 publicó su primera novela, Coses que et passen a Barcelona quan tens 30 anys (Cosas que te pasan en Barcelona cuando tienes 30 años), Ramis no ha dejado de crecer libro a libro. Si en sus dos anteriores novelas -la mencionada y Egosurfing (Destino)- fue fiel a los temas y al discurso de una generación que comenzaba a parecer perpetuamente joven, en esta tercera se aleja de aquello y da un paso de gigante. Es la misma autora capaz de narrar con pasmosa naturalidad hasta la más insignificante anécdota, pero al mismo tiempo es otra, preocupada por lo íntimo, menos exhibicionista, más metafísica.
El título del libro -un verso de Gimferrer- evoca la nostalgia de lo perdido, un territorio de infancia y felicidad. Con este ánimo nos sumergimos en lo que podría ser un relato autobiográfico o una novela autoficcional y de pronto tropezamos con esta negación en toda regla, situada en la página de la dedicatoria: "Esto no es una autobiografía".
No lo es, sin duda. Es mucho más. Con mimbres autobiográficos, autorreferenciales, construye Ramis un relato en que la visita a unos parientes da pie a un relato familiar cargado de matices, personajes entrañables, momentos hilarantes, diálogos estupendos, reflexiones existenciales y, cómo no, sus dosis de dolorosa nostalgia por el paso del tiempo. El relato familiar la lleva a ahondar en grandes cuestiones: la memoria, la iniciación, el amor, la pérdida, lo que se va para no volver, como las bicicletas del verso de Gimferrer.
Las anécdotas se tejen con naturalidad, espontaneidad y gracia. Ramis es una escritora gigante, meticulosa, que parece improvisar pero lo tiene todo calculado. Capaz de convertir un material doméstico que podría pertenecer a la vida de cualquiera en una novela maravillosa, cargada de sentido del humor, que deja el poso de la buena literatura. No se priven de su lectura.