El escritor francés Jérôme Ferrari presenta El sermón sobre la caída de Roma (Salamandra). Foto: Antonio Heredia

Recién llegado desde Abu Dhabi, en donde vive desde hace poco, el escritor francés Jérôme Ferrari (1968, París), presentó anoche, en el Instituto francés de Madrid, El sermón sobre la caída de Roma (Salamandra) Premio Goncourt 2012. Séptima novela de este autor, antes del premio, Ferrari ya era considerado por la crítica como una de las voces más interesantes y originales del panorama literario francés. Su obra anterior, Donde dejé mi alma, que publicó hace unos meses en España la editorial Demipage, había dejado atónitos a los lectores. Relataba a través del dialogo entre tres personajes, las torturas que se cometieron durante la guerra de Argelia.



Usted escribió esta novela tras vivir unos años en Argelia, le preguntan. ¿Abu Dhabi también va a tener su novela? Jérôme Ferrari sonríe. "Los cambios de residencia despiertan mi imaginación. Por ahora Abu Dhabi no me ha inspirado como Argelia. Es una ciudad completamente nueva, mucho más moderno. Pero seguro que saco alguna historia interesante de la comunidad de emigrantes pakistaníes".



El detonante de El sermón sobre la caída de Roma, fue una frase de San Agustín: "El mundo es como un hombre. Nace, crece y se muere". Una novela que parte de otro texto y que contiene en ella a varios escritores y filósofos. Ferrari, durante la presentación en la Biblioteca del Instituto, habla de Schopenhauer, de Leibniz, de Bulgakov. Además de escritor, Jérôme Ferrari es profesor de filosofía. Compagina estas dos actividades desde que en 2001 publicase su primer libro de relatos Variétés de la mort (Variedades de la muerte). "Pero para mí la literatura no es una pastilla edulcorada que hace pasar mejor las teorías filosóficas. Espero que los pasajes en los que se puede distinguir las ideas filosóficas están integrados en la propia literatura".



Durante la presentación, Ferrari habla de su novela El sermón..., y en concreto de sus personajes. "Concibo a los personajes de mis novelas de forma simétrica. En este caso, Marcel y su nieto". La vida de Marcel atraviesa todo el siglo XX. "Marcel ve nacer y morir muchos mundos. Siempre ambiciona estar en la brecha del huracán de la historia pero su vida lo deja siempre apartado de los momentos importantes. Sus sueños de heroísmo no se realizan jamás y a su nieto le pasará lo mismo".



¿Y que hay de esos personajes que en sus novelas comparten su biografía? "Eso es lo único que hacen, compartir mi biografía. No son yo. Al construir a Mathieu, por ejemplo, he tratado de hacerlo de forma distante. Lo mismo ocurre con Marcel que comparte experiencias de mi tío abuelo, pero no es en ningún caso un retrato de mi tío abuelo".



En la novela, Ferrari juega con el lenguaje y su estilo le ha hecho escribir frases tremendamente largas, saltándose algunos signos de puntuación. ¡Algunos críticos han contado las palabras de algunas frases! "La verdad es que me ha parecido un tanto absurdo. Lo que pretendía en la novela es que una frase condujera a la otra, como la acción recorre, en toda una novela, los años del siglo XX".



Las preguntas conducen a Ferrari a hablar del tipo de "lector" culto que se necesita para adentrarse en su literatura. "Cuando uno escribe, no puede estar pensando en el lector. Sino se escribe un producto de marketing", contesta.



Al final del encuentro, el humor y la simpatía de Ferrari le llevan a describir con detalle la tensión que vive un escritor los meses en los que se encuentra en la lista de los seleccionados para el Goncourt. "Durante dos meses, vas viendo como esa lista de autores nominados, disminuye. Primero hay doce, luego van bajando, hasta acabar con cuatro. Todos los seleccionados deseamos ser los afortunados, por supuesto, la esperanza no la pierdes jamás aunque luches por olvidarte de ella. Es verdaderamente angustioso. Durante el proceso de selección, los medios de comunicación no ayudan, se ocupen de hacer publicidad y aumentan la angustia con hipótesis y entrevistas. Luego, el último día, en noviembre, ya cuando el jurado se pronunció sobre mi novela, cometieron un error en el título y cambiaron "caída" por "montaña". Me sentí algo aturdido y llegué a pensar si el que emitía el comunicado, ¡había leído mi novela! Lo que pensé seguro es que él no parecía haber votado por ella (risas). A la vez, un periodista me estaba llamando al móvil para decirme, Jérôme, creo que eres el ganador. -¿Cómo que crees? Que significa que 'crees'!".