Antonio Escohotado. Foto: Begoña Rivas
Es el proyecto de su vida. Antonio Escohotado (Madrid, 1941) publica el segundo volumen de Los enemigos del comercio (Espasa, 2013), una historia moral de la propiedad y de sus enemigos, de Jesús a Karl Marx, de la que sólo resta un tomo. En este libro, entre la revolución francesa y la rusa, desfila, devorando tópicos, el imponente siglo XIX: la revolución industrial, el milagro liberal, las dos caras del socialismo, la derrota final de Marx, los anarquistas españoles, la Comuna, Blanqui, Hegel, Weber, Rosa Luxemburgo, Lenin... Es domingo por la tarde cuando nos presentamos en casa del filósofo, en una urbanización de Torrelodones. Filósofo, jurista y futbolero. Y hoy juega el Madrid.
-Oye, ¿a que es más interesante el tomo dos que el uno?
-Sí. Es verdad que el primero vuela alto a lo largo de 20 siglos, pero es que el XIX...
-¡Para mí mucho más también! El XIX es un pedazo de siglo. Confieso que hubo un momento, al principio, cuando estaba persiguiendo el romanticismo, el utilitarismo, etc., que estuve a punto de dejarlo, no podía controlar tal cantidad de material. Pero gracias a Internet la labor de documentación se ha facilitado muchísimo, los mejores y más grandes archivos están ya digitalizados. Por ejemplo, en el MIA (Marxists Internet Archive) está todo. Y es curioso porque es de los marxistas pero no son nada sectarios, lo mismo está Trotski que Lenin, Stalin, Babeuf. Te puedes copiar los documentos originales y luego traducirlos. Antes tenía que transcribir a mano de biblioteca en biblioteca. Oye, que empieza el partido, hay que verlo, que es el estreno de Bale. ¿Cerveza? ¿María?
-Cerveza, gracias.
-Pues del primero no se publicaron reseñas.
-¿Quizás porque abrumaba?
-Hombre, mucho más abrumarán dos tomos que uno.
-¿No tiene a veces la sensación de que la gente le confunde? Recuerdan a Escohotado como aquel tipo de las drogas que salía en la tele pegándose con un forense y debía ser de izquierdas. Si supieran que es usted un peligroso neoliberal...
-Jajaja, el "neo" sobra. Hombre, están los liberales previos al descubrimiento de la utilidad marginal, los que pensaban que el valor se medía por tiempo de trabajo, Hume o Adam Smith, y con el marginalismo llega la poderosa escuela austriaca. Luego algunos austriacos se vuelven tan sectarios que expulsan a Schumpeter, uno de los grandes.
-A propósito de los austriacos. En el primer tomo databa el origen de esta obra en una playa tailandesa, unos anacardos picantes y un libro de Menger. ¿Qué ocurrió en aquella playa?
-Lo que más recuerdo es que los anacardos picaban como el demonio, echaba fuego por la boca y tuve la intuición de que las sociedades son ricas cuando son educadas. Estén donde estén, no influyen la geopolítica o los recursos. Y por educadas entiendo que dejen fluir la información. Es el intercambio de bienes, y de ideas, lo que hace a las sociedades prósperas. La tragedia del experimento comunista es que intentó revisar el capitalismo para lograr sociedades más prósperas e invariablemente consiguió llevarlas a la más extrema depauperación. En la Revolución Rusa, como se verá en el tomo III, en seis años Lenin, con el decreto de expropiación general y la militarización del trabajo, se lleva por delante a 31 millones de personas, el 28% de la población rusa. Y además la guerra civil. Del 18 al 23 hay tal hambruna que el propio Gobierno pasa hambre.
-Los enemigos del comercio es una historia de la propiedad y de sus enemigos, de Jesús a Marx. Afirma que nadie había hecho algo así. ¿Cuál es la razón?
-La misma razón por la que nadie ha abordado el asunto de las drogas. Porque son temas tabúes donde sólo se admite a las personas con prejuicios, pero no el juicio y la investigación. Por ejemplo, en la Historia de las drogas yo decía: hasta ahora, todos los argumentos que nos dicen son del tipo "qué pasaría sí", por ejemplo, "qué pasaría si se derogase la prohibición". Bien, pues yo les dí un libro sobre "qué pasó cuándo". Cuando prohibieron el té, la marihuana, el opio... Pero es que el amor a la realidad caracteriza a un tipo de espíritu. Y luego hay otro, romántico, que quiere la fantasía, no le gusta la realidad y dice "ah, qué aburrida, qué previsible". ¡Al contrario! La realidad supera siempre la más delirante fantasía. ¡Que empieza el partido del Madrid y el Getafe! ¡Y se estrena Bale!
Bale no saldrá al final por lesión en la previa del partido.
-¿Es del Madrid?
-No, del que juegue mejor. Soy muy aficionado al fútbol, jugué mucho de joven. ¡Pero mira dónde la da! ¿Quién ha hecho eso? ¡Pero qué loco está ese tío! Cristiano es muy bueno pero no es tan bueno como Messi.
-Ferlosio cuenta que en un momento dado lo dejó todo para estudiar sintaxis. ¿Usted hizo lo mismo con la economía?
-Es que es la ciencia compleja por definición. Y nadie sabe nada. Mi vida es una conjugación del verbo estudiar, un verbo delicioso para quien lo disfruta. Para otros, una losa.
Aparece Lucas, un viejo gato gordinflón, uno de los tres que hay en la casa "¡Tiene mi edad, 14 años! Le queremos mucho mi mujer y yo". Va a por más cerveza "que tenemos mucha".
-¿Por qué hay tanto tópico en estos temas?
-Hay dos variantes: la del historiador conmemorativo o lacrimoso y el que no para de repetir lo que ya dijo Ibd Jaldún hace mil años, que las civilizaciones surgen, florecen y decaen. La misma idea de Gibbon, Toynbee o Paul Kennedy. Sí, de acuerdo pero, ¿qué más? ¡Gol! (El Madrid empata a uno). Por ejemplo, los "ciclistas", los de las teorías de los ciclos. ¡Eso no dice nada! Llevan ese corsé y no se lo quitan. Pero, ¿no se dan cuenta de que hay evolución en lugar de ciclos? Me recuerda a un bolero brasileño: "Ni todo lo que se balancea cae, ni todo lo que reluce es oro". ¿Sabe lo que les falta? Estudio, investigación al detalle. En estos dos libros lo he ido descubriendo todo, ha sido la realidad la que me ha ido guiando. Cada idea anterior, la realidad me la ha cambiado.
El vértigo de la libertad
-Cuenta que, al contrario de lo que pensamos (que la pobreza es semilla de revoluciones) éstas coinciden más bien con picos de prosperidad y las explica el miedo a perder.-El miedo a la prosperidad es el miedo a la incertidumbre, crea un vértigo que es la libertad misma. Pero ve, eso fue un resultado del estudio, me topé con que, cada vez que estallaba una revolución, había un brote de prosperidad muy marcado. Por ejemplo, el caso de Julio César y de Augusto, un momento de gran prosperidad material y ahí, justo, llega el pobrismo cristiano. O la Revolución Industrial.
-Llega en este tomo su enfrentamiento con Marx, "el héroe". Marx no terminó El Capital, fue Engels. Y avanza usted una hipótesis. Se sintió derrotado ante las nuevas teorías económicas, ¿Las pruebas?
-En el libro doy todas las seguridades pertinentes pero, en cualquier caso, de lo que estoy seguro es de que él abandonó el proyecto y que quien lo mantuvo con un tesón emocionante fue Engels. Porque no sabía lo bastante de economía como para entender lo que acababa de ocurrir. Marx sí sabía, comprendía que habían demolido su teoría, que convertir el plusvalor en precios era absurdo, que los precios se explicaban mucho mejor en función de la preferencia marginal, del número de bienes que tienes de cada cosa. ¡Huuuuuuy, mira Di María! Qué fuerte la pega, tiene un látigo en la pierna izquierda pero, en cambio, es cojo de la derecha. Un jugador de primera línea, ¡y le falta una pierna!
-Por cierto, que también rechaza la visión de la pareja Marx/Engels que pinta al primero como el genio caótico y al segundo como el simple que lo mantuvo. Afirma incluso que Marx prácticamente no sabía escribir...
-Es verdad que Marx tenía unos problemas increíbles para escribir y redactar. En realidad hacía chistes continuamente, expresiones gruesas, sin perjuicio de que, desde luego, algunas intuiciones fueron suyas. Pero la idea principal, la del plusvalor o plusvalía, viene de Engels.
El Madrid ya gana dos a uno.
-Siguiendo con el desmontaje. Niega que el comunismo sea heredero del socialismo democrático y explica que éste es más bien hijo del liberalismo.
-Sí, me apoyo mucho en Bernstein, en Kautsky y en Weber y entro con gran detalle en sus vidas, sobre todo en la de Bernstein cuyo socialismo evolutivo es de lo mejor del siglo XIX. Dice Bernstein: "Mire usted, si el socialismo no es una variante del liberalismo democrático, no es más que una doctrina mesiánica y salvaje".
-¿Pero entonces qué hay de aquello de que alcanzamos la socialdemocracia y el estado del bienestar gracias a las luchas obreras y al miedo a la URSS?
-En el libro entro al detalle del movimiento sindical, precisamente. Los estados del bienestar modernos no tuvieron que esperar al comunismo, ya estaban creados, los creó el partido liberal inglés y, por cierto, se hizo así el harakiri. Y al darle el voto a las mujeres. El sindicato que trabaja para mejorar las condiciones del trabajo y las de jubilación es tardío, aparece a finales del XIX. ¡Gol!
El Madrid marca el tercero.
-Describe a España en el XIX como el país europeo más inclinado al odio mutuo. ¿Los cantonalistas son nuestros primeros enemigos del comercio?
-Pues fíjate que los cantonalistas se cargan la primera república española, la fulminan. En el libro desarrollo una descripción del anarquismo ibérico. Cuento cómo el bakunista Fanelli visita España y nadie le entiende porque no hablan italiano. Y sin embargo, lo que nace ahí, al son de sus gritos de "¡exploitation!", crecerá de 13 tíos a tres millones en 1937.
Termina el primer tiempo. "Ahora podemos estar tranquilos media horita". El Madrid acabará goleando al final cuatro a uno.
-Para Tocqueville "hay un estrecho vínculo entre libertad e industria". ¿Cómo explicar entonces China, esa mezcla de mercado y autoritarismo?
-Lo dijo mucho antes Montesquieu: "en un pueblo donde florece el comercio, las costumbres son dulces". ¿Qué pasa con China? Pues que va fenomenal. Es apasionante. La figura política de Deng Xiaoping fue extraordinaria, comparable a un Jefferson. Pienso que los chinos van claramente hacia las libertades civiles, pero no lo sé.
Aparece Bea, su mujer, y Escohotado se ufana de que "en Ibiza me estoy haciendo una milla de natación todos los días, verás si me quito la camisa". "No te la quites que igual no me puedo controlar", se ríe ella.
-Ahora que parece remontar la crisis es fácil hablar pero, ¿el capitalismo estuvo en peligro?
-Lo dudo. Precisamente, lo que Marx ve como meritorio del capital es su dinamismo.
Estafas monetarias
-¿Y qué ha ocurrido?-Las crisis son crisis monetarias. Desde que se inventó el papel moneda puedes robar subrepticiamente a la población dándole a la maquinita de hacer dinero. El 90% de lo que se llaman crisis económicas son estafas monetarias. Y esta última lo es aún más. Hay algunos otros factores. El nivel de innovación tecnológica, el grado de cohesión social, el civismo, pero el factor primario que desencadena las crisis es el abuso en la política monetaria. Porque hay un coeficiente de caja crecientemente pequeño. Cada vez que tú llevas un euro y lo pones en el banco, va a disponer por lo menos de 90 céntimos para prestar. Y ese dinero desequilibra el sistema. Con el papel moneda se hace posible prestar lo que no se ha ahorrado. Por otra parte, si hiciéramos lo que proponen los anarcocapitalistas, la escuela doctrinaria de Murray Rothbard, fulminaríamos la financiación. Si impusiéramos una reserva del 100% ¡no habría televisores ni Internet! El despilfarro se ha revelado necesario, sin ese derroche no parece posible la revolución industrial ni la tecnológica.
-Pues usted se ha convertido en una referencia en España para esos anarcocapitalistas.
-Sí, y les meto unos palos que se quedan horrorizados. Se llevan unos disgustos conmigo..., pobres. Porque son maximalistas y yo no lo soy. El realismo nos lleva a aceptar el mal menor. Y el estado del bienestar no es un mal menor, es un bien, porque calma la rabia de los que están en inferioridad de condiciones con los demás.
-Entonces, ¿pone sus velas a Keynes o a Hayek?
-A los dos. Fueron dos genios, los dos me han enseñado mucho, y me parecen compatibles. Fueron amigos y se respetaron mucho y el que diga lo contrario es un ignorante.
-¿Cuánta naturaleza humana hallamos en la economía?
-La economía es el resultado anónimo e impersonal de millones de acciones. Y hay pulsiones e instintos. Pero la arrogancia de los del sermón de la montaña o el manifiesto comunista es pensar que las cosas se hacen por decreto, que la voluntad reina sobre la inteligencia. Es mentira, la inteligencia se sobrepone a la voluntad una y otra vez. Pero los voluntariosos son los que ponen bombas, levan tropas y cercan el Palacio de Invierno. Afortunadamente, la inteligencia acaba venciendo a la mera voluntad que no es más que obstinación, terquedad e ignorancia.
-Dice que ésta es la obra de su vida. ¿Y cuando acabe?
-Sin duda. La Historia de las drogas me la ventilé en siete años y con ésta llevo 14. Cuando acabe, haré una historia de Ibiza. Viví muchos años allí. Fundé la discoteca Amnesia, hice la revolución sexual, que consistía en follar bien y con gente digna. Y me parece que está por ver cómo demonios uno de los sitios más pobres de España se ha convertido en la rutilante estrella mundial de la superpasta. Escribiré una mezcla de historia, novela y recapitulación de mi ancianidad.
-¿Cree que esto de morirnos lo solucionaremos algún día?
-No creo. Para que se solucione la muerte, debe frenarse la fertilidad. Una humanidad inmortal sería una humanidad sin descendencia. Y el universo conspira porque no hemos logrado aún la suficiente perfección como para que valga la pena conservarnos. Me temo que tendremos que seguir muriéndonos hasta que seamos más perfectos.
-A mí me fastidiaría ser el último en morirme.
-Hombre, es que con su edad no puede aceptar morirse pero yo cada mañana me despierto diciéndome: "qué gusto morirme ahora, tranquilamente". Lo cierto es que he hecho muchas cosas y casi todas me salieron bien. No estoy dispuesto a vivir por vivir, sólo a vivir bien. Para ir pasito a pasito como un ancianito..., para eso tengo un buen botiquín.