Fernando García de Cortázar
A nadie sorprenderá que el historiador Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) haya dado el salto a la novela. La voluntad de estilo de sus obras profesionales -un contar el pasado con fuerte andadura narrativa y una prosa fluida- lo hacía previsible. Así ha ocurrido en Tu rostro con la marea, título sugeridor y poético que da una clave primera de su nueva aventura: atenerse sin concesiones a la mirada propia del novelista.El libro tiene de fondo un entramado histórico, pero de ninguna manera cae en las rutinarias ficciones de moda que consisten en enjaretar datos verídicos y exotismo de época en una trama inventada. Tras prohibirse el pintoresquismo fácil y oportunista, García de Cortázar pinta un amplio mural del extenso periodo de grandes mudanzas que abarca la primera mitad de la anterior centuria. Unas pinceladas subrayan lo fundamental de la crisis jalonada por la primera gran guerra, la revolución rusa, el ascenso de los fascismos y, en España, la república y guerra civil. Un investigador actual (alter ego del autor) pretende rescatar un enigmático y olvidado personaje que anduvo enredado en varios episodios de entonces, Ángel Bigas. La figura de este conspirador barojiano y escritor se reconstruye con la técnica perspectivista de alegar testimonios de personas que lo trataron o conocieron (Sánchez Mazas, Foxá, Azaña). Al cabo, su personalidad solo se despeja en lo que importa al fondo de la narración: un idealista sacrificado a la inútil pasión de la libertad en un fin de época que amortizó valores establecidos. Esa tensión entre lo viejo y lo nuevo, entre una sociedad en irremisible decadencia y otra que augura cambios impredecibles, es la sustancia de la novela.
La anécdota progresa con un eficaz planteamiento de suspense, se sostiene en atractivos personajes y se enriquece con sucesos significativos de su tiempo histórico. Al final, la peripecia de Bigas resulta ser no tanto el motivo de una recreación del ayer como la semilla de una visión de la propia historia. García de Cortázar ha escrito no una novela histórica sino una reflexión sobre la historia: un emotivo relato de amor donde el pasado alcanza densidad elegíaca. Quizás no fuera ésta la pretensión inicial del autor, pero la viva sensación de que todo lo hermoso pasa y el tiempo aprisiona en una cadena de incertidumbres es el turbador efecto que produce este libro intenso y a la vez ameno.