Ni facsímiles ni manuscritos: las joyas de la biblioteca de Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) son dos, Travesuras de Guillermo, de Richmal Crompton (Molino, 1935), que "es el primer libro que recuerdo haber leído. Tenía seis años. Estaba en cama. Me habían operado de vegetaciones: 24 horas sin hablar. Lo devoré. Ahí nació mi pasión por la lectura, a la que ya era aficionado. Decidí ser como Guillermo. En mi mesilla de noche siempre hay varios de los libros protagonizados por él".El segundo reúne toda la saga (cuatro novelas) que Mark Twain dedicó a Tom Sawyer y a Huck Finn (José Janés, 1945). "Mi madre y mi padrastro me lo trajeron al volver del viaje de novios. Tenía yo ocho años. Decidí ser como Tom. Había perdido el tálamo nupcial, en el que dormía con mi madre hasta sus segundas nupcias, pero tenía, a cambio, esa obra. ¿Salí ganando? Los dos libros están en un atril, junto a mi mesa de trabajo".
Recuerda Dragó que prestó su Twain, pero no se lo devolvieron, y que cuando su mujer se lo regaló en uno de sus cumpleaños, "me eché a llorar". No va a librerías, "ni de lance ni de las otras. Cuando necesito algun libro, lo pido y casi siempre llega". Su biblioteca atesora hoy cien mil volúmenes: "Puede que sea la mayor biblioteca privada del mundo. Ignoro lo que harán mis herederos, pero me temo lo peor. Debería donarla, pero no sé cómo se hacen esas cosas. Necesito todo mi tiempo para escribir", apostilla.
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