Miguel Ángel Ortiz

Caballo de Troya, 2013. 334 pp., 13'90 e. Ebook: 8'99 e.

Fuera de juego es una novela sobre fútbol aunque el tema principal solo es el cañamazo sobre el que se teje una historia de mayor calado. Sorprende que sea una ópera prima por la seguridad con la que su autor, Miguel Ángel Ortiz (Ciudad del Cabo, 1982), se enfrenta a un argumento bien perfilado y bien resuelto, y sorprende también que el fútbol constituya la urdimbre de la trama porque este deporte no ha gozado del beneplácito de los escritores españoles. De hecho, han sido pocos los que han tentado géneros ficcionales sobre el tema, aunque siempre existen excepciones. Cela ya compuso Once cuentos de fútbol (1963), Vázquez Moltalbán hizo trabajar a Carvalho en El delantero centro fue asesinado al atardecer (1989), Ana María Moix dejó entrever una gran afición en Un poco de pasión y otros cuentos de fútbol (2012) y Ramiro Pinilla publicó la recientemente galardonada Aquella edad inolvidable (2012).



En Fuera de juego se habla de un fútbol en tono menor (el que se practica en un descampado) y se relatan escenas mínimas de la vida cotidiana en un pueblo castellano. Sus protagonistas son cuatro niños que transitan hacia la adolescencia inmersos en un mundo de adultos que apenas entienden y del que dependen emocionalmente. Son hijos de trabajadores que se enfrentan a dificultades importantes como la paternidad en solitario, la escasez de recursos económicos, la emigración o la soledad. Lo que interesa es contar la insignificancia de unas vidas ahora en agraz que al evolucionar repetirán las de sus padres. También dibujar la complejidad inherente a la infancia y mostrar que no es el paraíso que algunos se empeñan en evocar. El fútbol no solo es la malla en la que se teje el argumento. Metafóricamente se convierte en un lugar franco, de encuentro entre iguales lejos del control familiar; en un juego que redime de la vida pautada en casa o en el colegio, y en un espacio donde se aprende a vivir.



La narración, sencilla y realista, se organiza en torno a unos diálogos que captan con naturalidad y exactitud la expresión de los personajes, mientras muestran de forma activa su comportamiento y su carácter. La huella de El Jarama (1955) es evidente tanto en el lenguaje coloquial como en la trivialidad de la acción y en la concentración temporal. Está bien resuelta la reconstrucción del tiempo de la historia, que remite a un pasado austero y más candoroso, conocido por el lector adulto. Así, se recuperan palabras desterradas del vocabulario actual (playeras, rodilleras, mercromina o cassette), y actividades casi olvidadas, como la escritura de cartas, así como los juegos (el escondite o el fútbol) en espacios abiertos, llenos de suciedad y objetos peligrosos. Fuera de juego es una interesante novela de un autor al que habrá que seguir la pista.