Las reputaciones
Juan Gabriel Vásquez
3 enero, 2014 01:00Es muy pobre la memoria que sólo funciona hacia atrás, como decía la Reina Blanca de Alicia en el país de las maravillas, aunque así es como actúa a este lado del espejo y como nos recuerdan, a modo de leitmotiv, los personajes de Las reputaciones. Pero en un momento de lucidez, Javier Mallarino consigue cambiar el orden natural de los recuerdos y proyectar su memoria hacia el futuro. Así se narra el final de la última novela de Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973). Columnista de El Espectador, novelista, ensayista y traductor de John Hersey, John Dos Passos, Victor Hugo y E. M. Forster, Vásquez ha escrito la obra con la mano maestra de entregas anteriores. Su estilo, ágil, brillante y muy personal, está cuajado de imágenes cuya atmósfera atrapa al lector.
Javier Mallarino, caricaturista político de un periódico bogotano cuyos dibujos y comentarios crean opinión y consiguen instaurar reputaciones, está a punto de recibir un reconocimiento público que premia su trayectoria profesional. A partir de un presente con el que el lector se encuentra de bruces y que le instala, como aconsejaban los clásicos, en el centro mismo del conflicto, se van desgranando acontecimientos de la biografía del protagonista que explican la circunstancia actual, dibujan el mapa de su vida y encaminan la obra hacia su desenlace. Nos encontramos ante una forma original de contar la historia que recurre al sucesivo encaje de piezas a medida que aparecen nuevos personajes. Cada uno de ellos introduce algún momento importante que, a su vez, enlaza con otros hasta que el mosaico está completo. Con Magdalena se recupera un tiempo diáfano de amor compartido, la búsqueda del equilibrio emocional, el ascenso laboral y un componente ético que terminará por desestabilizar el matrimonio y la vida de Mallarino.
A su lado aparece Beatriz, en cuya mirada infantil se percibe el fracaso familiar. Magdalena es alfa y omega, una presencia continua y una especie de conciencia alerta que advierte el poder de las caricaturas y el peligro que eso entraña para Mallarino. Su visión inteligente e intuitiva de la realidad le permite salvarse a tiempo y estar un paso por delante de su marido. El encuentro casual con Samanta Leal trae a la historia acontecimientos desconocidos, también relacionados con las reputaciones, que de nuevo enlazan con el pasado, recogiendo los dos temas clave de la obra: una reflexión sobre cómo se elabora el prestigio social y la constatación de que el pasado, a través del recuerdo, puede quebrar la estabilidad de las personas. Novela que engancha, rica en matices, ironía e intertextualidades, cuya historia quizá se diluye un poco en la tercera parte.