Hispanista, investigador, filólogo y catedrático de Literatura Española por la Universidad Autónoma de Madrid, Pablo Jauralde (Palencia, 1944) no se decide a elegir un libro raro, extraordinario, sin apenas difusión de entre los numerosos que alberga su gigantesca biblioteca de más de 20.000 volúmenes. “No tengo un solo ejemplar de esas características, en realidad son varios: El Libro de retratos de Francisco Pacheco, en edición facsímil no venal (Sevilla, 1997); la edición del Cancionero y romancero de ausencias, de Miguel Hernández (hecha en imprenta artesanal en Madrid, 2004), que no se suele citar en ningún repertorio, ni siquiera por los especialistas”.
O tal vez ese explícito título firmado por Quevedo en 1612: España defendida de los tiempos de ahora y de las calumnias de los noveleros y sediciosos. Se trata de una desconocida laux Hispaniae que, explica Jauralde, “no se lee porque no está en el mercado. Existe el autógrafo en la RAH y alguna transcripción de hace cien años en revista”. ¿Y dónde se nutre la atestada biblioteca de Jauralde (de la que admite hacer sacas periódicas para sus alumnos de mil o dos mil ejemplares). ¿Cuál es su fuente de alimento? “Suelo pasear mucho por la Cuesta de Moyano y, desde allí, inquirir en las casetas a los libreros, cosa que también hago en la feria del libro antiguo. En realidad yo trabajo mejor desde el libro que veo en bibliotecas históricas, que luego busco en librerías”.