José Luis Cancho. Foto: Archivo

Papeles Mínimos, 2013. 116 páginas, 15 euros

Lento proceso es un libro sobre la escritura. También sobre el conocimiento de uno mismo, que se manifiesta gradual, paulatino y fragmentario, parecido en lo moroso a la formación de una perla, "que brota de la acumulación de secreciones" (p. 106). Su autor, José Luis Cancho (Valladolid, 1952), lo es también de las novelas El viajero junto al mar (1999), Grietas (2001) e Indicios (2004). La lectura de Lento proceso revela una obra híbrida, a caballo entre el diario, el libro de memorias y el ficcional; y en ella domina un indudable componente de realidad que impregna toda la escritura, hasta la que se finge ajena como los relatos intercalados de Julia al final de Luz de invierno. Dividido en tres partes, el libro pretende avanzar en el desnudamiento del personaje mediante el uso consecutivo de las tres primeras personas gramaticales. Al inicio se utiliza la forma 'él', aparentemente objetiva; después el 'tú' -más íntimo- y finalmente el 'yo' -ya sin máscaras-, como hiciera Baroja de forma magistral en El mundo es ansí. En Lento proceso prevalece la figura encubierta de un ego, y los relatos en segunda y tercera persona se perciben como formas falsas porque la voz del autor, omnipresente, resulta imposible de disimular. Se trata de una escritura de carácter autobiográfico, no ajena a cierto exhibicionismo, como se insinúa en algún pasaje del libro.



Externamente, la obra se estructura sobre la idea del viaje como proceso de búsqueda en el que el protagonista conoce a personajes que permiten introducir nuevas historias. Así sucede en relatos emblemáticos de la literatura, desde la Odisea al Ulises, pasando por el Quijote. Y no resulta extraño hablar de literatura cuando el mismo autor la utiliza de forma insistente, acumulando epígrafes y citas previas al volumen y cuando dentro de la narración se intercalan comentarios sobre libros leídos y amados. Cancho revela un buen conocimiento del oficio - algo academicista-, tanto por la técnica como por el uso de un lenguaje cuidado, centrado en la descripción de estados interiores como conviene a un relato sobre la experiencia personal.