Luis Garicano. Foto: Sergio González

Desde las primeras páginas Luis Garicano (Valladolid, 1967) deja bien claras dos cosas. La primera es que España ha entrado en una senda económica, política, institucional y social cuyo escenario final sería lo más parecido a una república bananera. La segunda es que para hacer tortillas hay que romper huevos. El "hoy por ti mañana por mí" tiene que cortarse de raíz aunque sea necesario pisar callos y reventar de una vez los múltiples chiringuitos que unos y otros han levantado. La entrada de España en el euro eliminó "el riesgo cambiario". A ello se unió un boom financiero mundial que propició un proceso de desregulación cuyas consecuencias hicieron creer a todo el mundo que el consumo podía estirarse hasta límites poco antes inimaginables. El sector inmobiliario concentró ese afán de gasto y, al final, la acumulación de capital produjo una burbuja que al explotar ha producido unos daños colaterales de muy difícil arreglo. Para Garicano, los dos grandes soportes de la sociedad, el capital humano y las instituciones, han quedado brutalmente tocados.



Catedrático de Economía y Estrategia de la London School of Economics, Garicano lleva años analizando la realidad económica española y se ha convertido en una de las cabezas insoslayables para entender la crítica situación política, económica y social de España. Tras licenciarse en Economía y Derecho por la Universidad de Valladolid, completó su formación con un máster en el Colegio de Europa (Brujas) y un doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Fundador del blog económico de alto impacto Nada es gratis, sus clases, conferencias e intervenciones en medios de comunicación le han convertido en una de las más singulares figuras mediáticas crecidas al calor de la crisis. Trabaja en Londres y su familia vive en Holanda.



El dilema de España se estructura en un formato clásico de tres grandes partes que se cierran con un recetario de buenas prácticas. En la primera se traza una visión del crecimiento y del trabajo a escala mundial. Garicano quiere a los estudiantes eficientes del futuro con un excelente conocimiento de las matemáticas y la estadística añadidos a una capacidad de escritura y persuasión. Todo ello apoyado en el manejo de la lengua inglesa. En el segundo arco comparece la España destrozada por la burbuja. La contaminación de la ética y la economía del ladrillo habría llegada al Banco de España, convertido con el boom en un espacio más de los políticos en el poder. Algo semejante a lo ocurrido con el Constitucional. A esta nefasta ocupación por parte de la política se añade el bajo nivel educativo tanto de los jóvenes que dejan de estudiar para trabajar en la construcción y de unas élites caracterizadas por su provincianismo y pereza. A título de ilustración se toma el bajo nivel de inglés exhibido por el presidente del Comité Olímpico Español (COE) en su parodiada frase: Sorry, no listen the ask.



En el tercer tramo Garicano presenta un modelo económico y político en el que la pieza clave es un mercado potente pero sometido a regulación. Y una educación que fomente la capacidad creativa y no olvide las matemáticas y las nuevas tecnologías. Un futuro feliz requiere reformar a fondo el país pero "sin tocar la monarquía y el perímetro de España".