Leila Guerriero. Anagrama, Barcelona, 2013. 152 páginas, 14,90 euros

Saca todo el partido a su vocación híbrida periodístico-literaria Leila Guerriero (Junín, Buenos Aires, 1967) en esta vibrante crónica novelada que es Una historia sencilla, "la historia de un hombre que participó en una competencia de baile". En concreto, el prestigioso Festival Nacional anual de Malambo (baile gaucho) en Laborde, Pampa. El adjetivo "sencilla" del título no debería confundir: juega en los inicios al detallado reportaje a pie de espectáculo, pero cobra calor, complejidad y entidad novelesca conforme avanza el texto. Como en los propios bailes de malambo, los inicios y tanteos del zapateado/escritura producen unos compases finales del libro (unas "figuras" y "mudanzas") capaces de robar el aliento del bailarín y del lector. En Laborde se baila puro folklore tradicional, danza gaucha acompañada de guitarra y de bombo, sin remix y sin efectismos, y Guerriero, que acompañó a sus "héroes" entre 2011 y 2013 para contar su historia, está a la altura de esa austeridad del certamen, en una narración limpia, rítmica y sin desmayos.



Nos embarca en una experiencia conforme los protagonistas, sus testimonios y sus esforzadas vidas van compareciendo. Bailarines, campeones, entrenadores, familiares... componen un tejido donde fluye la naturalidad del habla y del diálogo con gracia, sin manierismos ni estilizaciones. Impresiona la precisión para traducir a palabras la épica y la tragedia entre bambalinas y sobre las tablas, en el momento de la verdad. Un año de preparación para un baile agónico de cinco minutos, donde se pretende la "consagración máxima" y el recuerdo imperecedero, por encima de la ganancia económica. Un estricto reglamento obliga a los campeones a renunciar a competiciones futuras, con lo que fama y adiós van aparejados.



Gran giro y gran acierto de la escritora prendarse de uno de los competidores y seguirlo (obsesivamente) a través del tiempo: esa figura impecablemente definida del aspirante a campeón Rodolfo González Alcántara: "Ese fue el momento exacto en que esta historia empezó a ser otra cosa". De la mano de este malambista de origen humilde, acostumbrado a mil privaciones, Leila Guerriero sabe transmitirnos cuanto de experiencia ascética y de transfiguración mística hay en estos atletas, agigantados, iluminados: "cuando bailás no te queda ni un rincón del cuerpo sin hervir. Lo que sentís es fuego (...) Acá estoy, vengo de esta tierra (...) Vos te vaciás y el que está abajo se lleva todo".



En esta historia de superación personal, refleja Guerriero la honestidad y la sabiduría vital de su protagonista, que pese a las penurias y la falta de oportunidades, quiso prosperar y aprender ("siempre está dispuesto a encontrar una enseñanza en las cosas que le dicen (...) Cuando cuenta una historia lo hace como los buenos narradores orales: se toma tiempo, sabe generar suspenso e imita a la perfección a los protagonistas".