Emilio Bueso. Salto de página. Madrid, 2013. 288 páginas, 18 euros

No es Emilio Bueso (Castellón, 1974) un escritor que se lo ponga fácil al lector, o que busque la conjunción de su mirada, como se puede constatar con los títulos que nos ha ido dando (Diástole, Noche cerrada, Cenital, el mejor, hasta la fecha). Tampoco es habitual un estilo como el suyo: críptico, ajeno a las convenciones, minimalista y poético, efectista y efectivo. No brinda argumentos fáciles, ni es fácil enredarse en el sentido de lo que cuenta. Y sí: es un buen escritor, capaz de subyugar, de adueñarse de la voluntad de lectores exigentes, y de dominar una constante en su estilo, que no es otra que un lenguaje literario, trabajado y pulido. Esa es su fuerza, la que pone al servicio del relato fantástico y de terror.



También la de Esta noche arderá el cielo, su cuarta novela: una trama abismal que sobrecoge y nos llena de incertidumbre y confusión. Algo en ella recuerda a la realidad desconocida con la que soñaba aquel personaje de Cortázar en La noche boca arriba, algo inexplicable que se impone en lo que se suponía iba a ser un fin de semana especial para Mac y Perla, y para Ian y Roger, un padre y un hijo aficionados a las estrellas. La inmensidad de un bosque canadiense, adonde solo llegan quienes buscan perderse o asistir al espectáculo de la aurora boreal, es el escenario que les envuelve durante una noche. Pero no están solos, y nada de lo que sucede parece responder a lógica alguna: ni los movimientos de los indios que lo habitan, ni lo que podría ser el desmantelamiento de una red de traficantes de algo "mucho peor que la heroína". Lo que allí se desencadena parece una pesadilla kafkiana que causa un pavor inexpresable. Y vale la pena. Detrás late la condición humana: miedos atávicos y huidas.