Carmen Amoraga. Foto: Eugenio Torres
La vida no es tan solo sobrevivir. Ante la pérdida de alguien o frente a un cambio sustancial e importante, debemos pasar por una etapa de adaptación, en términos psicológicos, el duelo. A veces, las redes sociales ayudan en estos nuevos planteamientos. Esto es lo que se narra en La vida era eso de Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969), obra que le ha valido el Premio Nadal de 2014. Puede que los detractores de las redes sociales cambien de opinión al leer esta historia "llena de vida y positivismo" que cuenta cómo Giuliana, su protagonista, se enfrenta a la muerte de su marido, William, y sale adelante, sigue viviendo, cuando se da cuenta de que fantasear con algo vivido significa que puede volver a ocurrir.La chispa que inspira esta novela es la historia de una amiga de Amoraga, una argentina que se muda a un pueblo de Valencia, a su marido le diagnostican cáncer y el pronóstico no se cumple. Él, usuario activo de Facebook, en el lecho de muerte le dicta los últimos posts y le pide que cuando fallezca siga haciendo lo propio. "Las publicaciones que la protagonista de La vida era eso escribe el 29 de cada mes (día de la defunción) son reales, menos el último. A partir de ahí todo es ficción; quería que el personaje de Giuliana fuera introvertido, con una enfermiza timidez, que usase Facebook y, a veces, confundiera la vida virtual con la real", explica Amoraga.
"Me gusta leerte en Facebook porque pareces feliz", le dice en un momento Marie, la hija mayor. Es entonces cuando se da cuenta de que tiene que seguir adelante. La vida era eso "es un homenaje a todas las personas que se levantan cuando la vida les tumba. Es una gran batalla; a veces se gana y otras se pierde", y la vida es lo que ocurre mientras se libera la pelea. Pero a pesar de la crudeza de lo narrado hay espacio para la lucha y la superación con un trasfondo "positivo y lleno de vida", matiza.
Las etapas
Pregunta.- La vida era eso está dividido en Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación. Son las fases del luto o duelo, deduzco, por tanto, que ha habido una investigación.Respuesta.- Sí. He hablado con psicólogos y he leído literatura y libros sobre esto. Tengo la suerte de que he perdido lo normal, es decir, a mis abuelos y quería que fuera una historia creíble, con una base real. Aunque no es la historia de mi amiga es un sentimiento familiar, pero no quería que las personas que han tenido esta clase de pérdida leyeran y sintieran que les estaba contado una milonga. Es una novela llena de vida, de cómo salir adelante.
Hay algo curioso, de todos modos, en la idea sobre la muerte y es que no se lo lleva todo sino solo lo malo. Se lleva todas las pequeñeces que nos hicieron enfadar, "no se puede hablar mal de un muerto, supone parte de la sublimación. Muy muy mala tiene que ser una persona para pensar que mejor ahora que está muerto. Pero Giuliana vuelve a recuperar, en cierto momento, la parte negativa porque, al fin y al cabo, cuando quieres a alguien en vida lo haces con todo lo bueno y todo lo malo", explica la ganadora del Premio Nadal.
Las fases del duelo "no solo se viven cuando alguien muere sino en todo tipo de cambios: cuando alguien nos deja, nos echan del trabajo, nos mudamos, alguien muere, etc. A cada uno le lleva un tiempo determinado pero hay que pasar por todas ellas". Pero el luto y salida del mismo no es la única trama. Otro de los hilos conductores imprescindibles es el uso de las redes sociales, tan criticadas y alabadas al mismo tiempo.
La aceptación a través de las redes sociales
P.- Han cambiado por completo la manera de comunicarnos incluso de hacer periodismo. ¿Cree que es contraproducente? ¿Nos estamos convirtiendo en pantallas, algo frío e intangible?R.- Creo que es un cambio y nada más. En su momento, cuando se inventó el teléfono también modificó la forma de comunicarnos y de ejercer la profesión. El tema está en el uso que le demos, si usamos Twitter como una redacción o cómo un Sálvame pues bueno, cada uno lo que quiera. De todos modos, la gente es más cariñosa en las redes sociales, no vamos por la calle dando abrazos a todos, en cambio en Facebook, por ejemplo, con un 'me gusta' o con un comentario se mandan besos y abrazos. Eso es de agradecer.
P.- Es usted, pues, de las que alaban a las redes sociales.
R.- Sí, agradezco a la gente que me ha felicitado por el Nadal, tanto por las redes como por la calle. Y también todos los ánimos que me enviaron cuando dije que mi padre estaba muy enfermo.
P.- Hay gente que ha publicado libros a través de tuits de sus seguidores. Lo han bautizado como tuiteratura. ¿Qué opina?
R.- Me parece fenomenal, publicar es muy fácil. Hay editoriales o existe la autoedición, que la desaconsejo. Lo interesante no es publicar sino que llegue a la gente. Cualquier persona que escribe es escritor para mí. De modo que la tuiteratura, etc, permite que lo que escribes lo pueda leer todo el mundo.
Y sin querer destapar los entresijos de la novela, el final es desconcertante, abierto. "Recupera la fantasía y la proyecta al futuro para recuperar la esperanza", apunta la escritora. Una enseñanza, una moraleja sobre la superación. El sueño que nos saca de nuestro ensimismamiento y nos devuelve a la cruda realidad. El sueño, que tiempo más tarde, con la misma intensidad nos devuelve las ganas de vivir al hacernos sabedores de que una etapa ha terminado. La fantasía, el imaginarse otra vida, el recuerdo, cerrar puertas, pasar páginas. Porque después de la desesperanza vuelve la esperanza y la aceptación. Porque soñar con alguien es como estar con esa persona y, a su vez, sirve para cerrar un capítulo que abre el camino a uno nuevo. Porque vivir y sobrevivir nunca es lo mismo. Porque las ensoñaciones forman parte de nosotros y al fin y al cabo, "la gente normal puede hacer cosas extraordinarias".