Poeta, narrador, ensayista y exquisito editor, Andrés Trapiello (Mazaneda de Torio, León, 1953), es un incansable descubridor de joyas literarias en el Rastro madrileño, en librerías de viejo y bibliotecas particulares. Podría resultarle difícil elegir entre tanto tesoro, pero no lo duda: "La Fontana de Oro, de Galdós. Dedicado de su puño y letra a José María de Pereda. Lo compré en el Rastro hace muchos años, a Conchita, una librera encantadora, paciente y comprensiva con nuestra pobretería. Creo que leía los libros como Ruben Darío, por emanación, y eso le bastaba para ser una buena librera".



Lo que lo hace tan especial para Trapiello es "la novela galdosiana que trajo consigo: ¿cómo y por qué llegó al Rastro? Nos recuerda también que en los márgenes y desechos de la vida nos espera lo más valioso. ¿No hubiera sido mejor haber encontrado Fortunata y Jacinta dedicado a Baroja? Desde luego, pero la realidad, aunque no esté a menudo a la altura de la ficción, es más generosa: nos da lo inexplicable".



Hoy no sabe muy bien cuántos libros tiene: "Es difícil contarlos, porque entran unos y salen otros al librero de viejo. En una biblioteca particular tan importante es lo que entra como lo que sale. El destino final de un libro es difícil conocerlo. Ahí está La Fontana de Oro para relativizarlo todo". ¿Cómo se imagina las bibliotecas del futuro? ¿Resistirán el desafío digital? "Las imagino como las de hace cien años: solitarias, secretas, silenciosas".