Hay mucho donde elegir en la biblioteca de Félix Ovejero, profesor de Economía, Ética y Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona, y su dueño no sabe si optar por títulos o géneros como “la literatura científica, o filosófico científica, de principios del siglo XX, en particular de biología. La afición comenzó a propósito de mi tesis doctoral y se prolongó algunos años. Durante un tiempo también conservé algunas primeras ediciones de poesía, pero casi todas las acabé por regalar a alguna amiga, cuando me hacía con ediciones de las obras completas. En un primer momento uno lo lamenta, aunque más tarde descubre, cuando estudia racionalidad en serio, que cortar en seco y con desgarro es el mejor modo de evitar enfilar una adicción que puede resultar muy cara en dinero y en neurosis; basta con ver alguno de los personajes que asoman en los diarios de Trapiello, en sus visitas al rastro. Al final, hay unos cuantos que releo (leer es releer, lo otro es puro informarse, decía Gil de Biedma), unos con más periodicidad que otros. La poesía de Borges, y sus prólogos, los diarios de Trapiello, e incluso, cada dos años con cierta disciplina y por no perder la tensión mental, un excelente manual de matemáticas de mis años de estudiante de economía, de Alpha C. Chiang, que ya no sé si se sigue utilizando”.
Pese a la contención y los regalos, los efectivos de papel de Ovejero superan hoy los 10.000 volúmenes. “Se superponen, se sedimentan, según años e intereses, según en lo que esté trabajando en cada momento, con predominio de la filosofía de la ciencia y la filosofía política, como Si eres igualitarista, cómo es que eres tan rico (Paidós, 2001). No he pensado mucho en que haré con ellos. La verdad es que, salvo que uno se crea Goethe o alguien crea que lo es, y piense que han de poner una placa en algún sitio, serán un estorbo, también para las instituciones. Finalmente el libro es un soporte de transmisión de información que ha funcionado con cierta eficacia durante poco más de 500 años, una anécdota en la historia de la humanidad. Supongo que ahora mismo estamos en tránsito, camino de una extensión de nuestras capacidades: es posible que yo sea yo y mi circunstancia, lo que pase es que mi circunstancia incluirá el acceso permanente a una dotación -que ni siquiera se podrá calificar como externa- de herramientas cognitivas. De momento, yo mismo compro casi todo en ebook, sobre todo literatura y ensayo ligero. Si tengo que trabajar en serio, ya necesito el papel. Pero es cuestión de tiempo”.