Viñetas de Las oscuras manos del olvido, de Cava & Seguí.

Abordar el terrorismo de ETA en el cine, la literatura o cualquier otro arte, tanto en el ámbito documental como en el de la ficción, es un asunto delicado con el que pocos autores se atreven, conscientes de que la obra resultante será, casi seguro, objeto de polémica por algún motivo. En esta nómina hay que sumar ahora los nombres del guionista Felipe Hernández Cava y el dibujante Bartolomé Seguí, que forman tándem desde Las serpientes ciegas, álbum con el que ganaron el Premio Nacional del Cómic en 2009, la tercera edición del galardón. Su cuarta obra conjunta, Las oscuras manos del olvido (Norma Editorial), entra de lleno en el tema y lo hace agitando unas aguas que han sido apaciguadas por el poder político en aras de lo que los autores consideran una "falsa paz": "No hemos pretendido ser equidistantes. Aborrecemos ese término", afirma Hernández Cava. Así, el objetivo de los autores del volumen es "subrayar la reclamación más honda de las víctimas de ETA, que es la de una justicia verdadera y el respeto hacia su dignidad".



Publicado en Francia antes que en España, Las oscuras manos del olvido tiene como protagonista a Antoine Duhamel, un mafioso marsellés que acaba de cumplir una condena de 30 años. Antes de ingresar en la cárcel, asumió un encargo de Julen Larramurdi, un empresario vasco amenazado por ETA por negarse a pagar el llamado impuesto revolucionario. Si le pasaba algo a él o a su familia, cosa que acabó sucediendo, Duhamel debería liquidar al autor del crimen a cambio de una gran suma de dinero. Pero no es la recompensa sino el cumplimiento de la palabra dada y sus propias convicciones lo que lleva al pistolero a emprender la búsqueda de Itzala, nombre en clave del etarra que mató al empresario, tantos años después. El mafioso, convertido en sicario y detective, no sólo tendrá que enfrentarse al entorno etarra. El mismísimo CNI protege al principal sospechoso, ya que desde su alejamiento y relativo anonimato se ha convertido en interlocutor de las negociaciones entre ETA y el gobierno español.







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Situar la acción en el momento actual -2013, para ser exactos- tiene sus riesgos: "Hemos trabajado con el miedo de que nuevos acontecimientos dejaran obsoleta la trama, pero afortunadamente no ha sido así", explica Cava. Sólo la derogación de la doctrina Parot ha supuesto un cambio significativo en el actual escenario de la lucha contra ETA, pero no lo suficiente como para tener que revisar el argumento del cómic, asegura el guionista, que ha colaborado con Basta Ya, la Fundación y la Asociación Víctimas del Terrorismo en la realización de guiones para documentales.



"Sabemos que este es un álbum incómodo para los que abogan por una convivencia sustentada en el aire, para los que consideran que es mejor olvidar y mirar hacia delante y, como veremos a partir de ahora, para quienes equiparan fácilmente a las víctimas de un lado con las del otro", dice Cava pensando, por ejemplo, en la película Lasa y Zabala, de Pablo Malo, que se estrenará este año. "Ningún demócrata puede dudar de que el asesinato de los etarras Lasa y Zabala fue un crimen absolutamente execrable, pero habrá que ver qué papel cumple la narración del caso. Desde que ETA declaró el alto el fuego, ha empezado un pulso para ver quién consigue el relato hegemónico del conflicto".



El proceso creativo

Cava no ha necesitado documentarse mucho para escribir el guión de Las oscuras manos del olvido, ya que es amigo de varias víctimas de ETA y de sus familiares. De hecho, el álbum está dedicado a Cristina Cuesta, hija de Enrique Cuesta, "asesinado en 1982 simplemente por ser delegado de Telefónica en el País Vasco".



Una vez acabado el guión, y antes de hacer un solo trazo sobre el papel, Cava y Seguí se ponen de acuerdo en la estética que tendrá la obra. "En este caso, acordamos que la atmósfera visual fuera opresiva y fría, como en las películas de Jean-Pierre Melville, y que el protagonista debía tener el físico y la envergadura del actor Lino Ventura". Entonces comienza el trabajo de documentación gráfica. Guionista y dibujante se intercambian fotos que le sirven a Seguí de inspiración. Gracias a Google Street View, no ha importado que ninguno de los dos haya estado jamás en Marsella, una de las ciudades que aparecen en el cómic. Buceando juntos en esta herramienta que ofrece panorámicas a nivel de calle de cualquier rincón del planeta, han seleccionado los escenarios por los que se mueve el protagonista.



Las oscuras manos del olvido guarda una estrecha relación estética y argumental con los trabajos anteriores de Cava y Seguí, Las serpientes ciegas y Hágase el caos, impregnados de los ingredientes del cine y la novela negros. El primero es una historia de venganzas con la Guerra Civil española y la Nueva York de la Gran Depresión como telón de fondo, mientras que el segundo relata un complot para eliminar al mariscal Tito durante la Guerra Fría. En los tres álbumes el lector sigue a un personaje enigmático mientras va descubriendo qué busca, qué le mueve y cuál es su pasado, explica Cava. Además, "los tres tienen en común una obsesión muy mía: dar voz a las víctimas del poder".