Romain Puértolas
De mago a profesor, de empleado de AENA a policía, la única constante en la vida del joven escritor Romain Puértolas (Montpellier, 1976) ha sido la escritura. "He escrito desde pequeño. Al principio no conseguía pasar de la primera página. De hecho, tengo una carpeta entera de primeras páginas. Me encanta la primera frase". Habla un perfecto español. Su abuelo, de Huesca, se fue a vivir a Francia. Ahora que Romain Puértolas ha alcanzado el éxito con su hilarante novela El extraño viaje del Faquir que se quedó atrapado en un armario de IKEA (Grijalbo), con más de 300.000 ejemplares vendidos por el mundo entero, su deseo más grande es dejar París e instalarse con su familia en España. Su mujer es española y este verano se trasladan a vivir a Málaga. Hijo de militares, ha tenido que cambiar de residencia treinta veces a lo largo de su vida.-Se define a sí mismo como "un escritor compulsivo" y lleva puesta su camisa fetiche, es decir, una camisa blanca sobre la que ha escrito los dos primeros capítulos de su novela. Antes del El extraño viaje del Faquir…, Puértolas había escrito siete novelas que vio rechazadas, una tras otra, por los editores, tanto españoles como franceses. Hasta que, a finales del 2012, el director de la editorial Dilettante, se interesó por ésta última ¿Cuál ha sido su recorrido hasta la fecha?
-Empecé a escribir novelas en España, en el 2005, en castellano. Conseguí pasar de la primera página y que tuvieran un principio, un desarrollo y un final. Al aprobar la oposición de Inspector de Policía tuve que volver a Francia y pasé a escribir en francés. Yo ya pensaba que nunca en la vida me publicarían. Pero como para mí el leer y escribir es una verdadera necesidad, yo seguía escribiendo. Me invento mi mundo virtual. Unos juegan a la Play Station, yo escribo historias que me permiten vivir otras vidas y ser lo que quiera. -¿Esos rechazos le desalentaban a la hora de escribir?
-En absoluto. Yo siempre he sido muy feliz en mi vida. Con mi trabajo, mi familia... no necesitaba publicar. Escribía mis historias, las mandaba por si acaso, hasta que recibí la carta del editor Dominique Gauthier en la que me decía que mi manuscrito destacaba por encima de todos los que había recibido. Así empieza la otra historia. La enésima historia de mi vida.
-En cambio la nueva historia de su faquir empieza en un taxi. Un faquir que acaba de llegar al aeropuerto de Roissy Charles de Gaulle, después de haber volado 6.000 km para comprar una cama especial con clavos de IKEA. ¿Cómo se le ocurrió?
-Primero me vino el título, mientras estaba haciendo la cola para comprar el pan. Lo bueno de París es que hay que hacer colas para todo, y a mí me sirven para imaginar. Al día siguiente, me vino la primera frase. Yo trabajo así, sin estructura, y nunca quiero saber nada del libro. Si supiera el final, no me apetecería escribirlo. Es como si leyese un libro en el que supiera todo de su historia, pues ¡qué aburrimiento! Me vino el título en francés, l'Extraordinaire voyage que me recordó al libro de Julio Verne sobre los viajes extraordinarios. Luego seguí escribiendo. Uní las palabras faquir e IKEA porque me gusta mucho jugar con los contrastes, y sorprenderme a mí mismo. Como he dicho no pensaba ya publicar. Al faquir, que normalmente sale de una cesta de mimbre, lo imaginé saliendo de mi propio armario de IKEA.
-En referencia al título ha nombrado a Julio Verne, pero además se descubren en su libro frases de Du Bellay, de Voltaire, de Cervantes, una metaliteratura importante para un libro que habla sobre armarios de IKEA transportando a faquires.
-Es siempre el juego de contrastes. Tengo una cultura literaria clásica ya que estudié varias filologías. Me gusta hacer guiños con la cultura que a lo mejor no te esperas en un libro con un tono ligero.
-He visto que en la edición española y en la francesa, el nombre del faquir no es el mismo.
-¡Claro! Yo he sido con mi mujer el traductor de la novela al español y como en el libro hay trece trucos de palabras con el nombre, ese toque divertido tiene que funcionar en los otros idiomas también. Eso ha sido uno de los requisitos que he pedido en todas las ediciones extranjeras del libro.
-El faquir atraviesa Europa, llega hasta Siria, y, poco a poco, empieza a convertirse en otra persona. Más amable, deja de estafar, de aprovecharse de la gente. Usted que ha vivido en varios lugares, ¿podemos decir que su viaje, además de físico, es también un viaje espiritual?
-Por supuesto. Me gustan los viajes en los que me instalo en el país, aprendo el idioma, la cultura. El viaje es mi vida, he cambiado mucho de profesión y de país. El viaje en la novela es físico porque el lector viaja a diferentes países e iniciático porque el faquir, que empieza como un charlatán, empieza a darse cuenta que las otras personas son víctimas de sus estafas. Poco a poco, hay una evolución en el personaje. Yo soy una persona a la que le gusta la justicia y pienso que las personas, por muy malas que sean, no son irrecuperables.
-Su novela que hace reír, con personajes adorables, divertidos, humoristas, estrambóticos, trata también de temas de actualidad, lo que da al libro otra dimensión. Pienso, sobre todo, en el tema de la emigración. ¿Usted que ha conocido el tema de la clandestinidad en profundidad, que ha trabajado como policía de fronteras, podría hablarnos de ello?
-Trabajé cuatro años en extranjería. En la prensa se escucha algo, pero para nosotros era una realidad cotidiana. Cuando escribo, no suelo mezclar nada de mi trabajo, pero en este caso vino solo. Cuando el faquir se esconde en un armario que meten en un camión hacía el Reino Unido, es evidente que ese caminó está lleno de clandestinos. En la novela explico cómo operan, por donde pasan, lo que se gastan estas personas para emprender un viaje que no saben ni dónde les va a llevar. Todo el pueblo se reúne para dar el dinero a uno solo para que éste se vaya a trabajar a un país occidental y pueda mandar dinero para todos. Son viajes que duran hasta diez años. Algunos dan la vuelta al Mediterráneo.
-En la novela, el faquir acaba escribiendo una novela y alcanza un éxito absoluto con su libro. Un poco lo que ha pasado con su autor. ¿Cómo explica esta semejanza?
-Es increíble. Tenía una posibilidad sobre un millón y ha funcionado. La verdad es que, cuando has visto tus siete novelas rechazadas una tras otra, que nunca le han interesado a nadie y eres dueño de tus historias, eres un pequeño dios que puede hacer lo que quiere. Me dije, solo para mi satisfacción, mi faquir va a recibir 100.000 euros en un maletín y su novela se va a convertir en un best seller mundial. Pude vivir este pequeño éxito y mientras escribía, sentía que yo era ese faquir. Fue mi pequeña recompensa. Pero le aseguro que no me esperaba que fuera anticipatorio.
-¿Que tiene el faquir de su propio autor?
-Tiene el movimiento. La incredulidad. Por un lado es inocente, por el otro manipulador. Pero el faquir es una persona inventada.
-Ha escrito esta novela en tres semanas, en los idas y venidas en el metro de casa a su trabajo en la policía francesa.
-Yo escribo en todos los sitios, en post-its, haciendo la cola en algún sitio, etc. La novela del faquir fue escrita en mi teléfono móvil, mientras iba al trabajo, apretujado en el metro. Pero yo no estaba en el metro, estaba con mi faquir en Italia, en España, viviendo mis aventuras.
-¿No será usted un poco Quijote?
-Sin el genio de Cervantes, pero es cierto que me encanta la novela picaresca.
-Ahora que ha dejado la policía y solo se va a dedicar a escribir, ¡va a poder publicar cientos de novelas con todo lo que escribe!
-Escribir es para mí una enfermedad. ¡Es el editor el que me frena! Primero tuve que esperar un año, desde el momento en que supe que se iba a editar el libro, octubre 2012, hasta que por fin se publicó, septiembre de 2013. Ahora funciona tan bien que no me dejarán publicar la próxima novela hasta el 2015, cuando yo ya la tengo terminadísima en mi ordenador. Es más, estoy escribiendo cinco novelas. ¡No puedo parar de escribir! Es como un trabajo en cadena con alguien detras que me dice: "Tómate tu tiempo. Tómate tu tiempo".